Amarga realidad. Parte 2

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—Es divertido, Lena. Dime que lo sientes. No puedo creer que no lo estés disfrutando. —Paró de reir y se acercó al humano. Me dirigió una mirada profunda, juntó sus labios a él y, con una sonrisa, le susurró algo al oído.

En ese momento, él sacó un stick de detrás de su espalda y me amenazó con él.

—¿Qué haces con eso? —pregunté, retrocediendo y alzando las manos en señal de paz—. Cálmate.

Alzó el palo hacia mí y lo bajó con fuerza para golpearme, pero en un acto reflejo, lo detuve con una sola mano. Nos mantuvimos el contacto visual fijamente, el sudor corría por su frente a causa de la fuerza que estaba ejerciendo contra mí.

—¿Qué clase de monstruo eres? —me preguntó con los ojos muy abiertos, confundido, y con la cabeza temblando de rabia.

Retiró la vara e intentó golpearme una y otra vez hasta que se hartó y se tiró contra mí. Ambos caímos al suelo, forcejeando. No quería utilizar mi fuerza, no quería hacerle daño, pero sus ojos estaban idos, enloquecidos y solo intentaba llegar a mi cuello. Empecé a sentir pánico. Sabía que no podía hacerme nada, que no podía dañarme, pero ese pánico se trasformó de pronto en unas perturbadoras ganas de hacerle pagar por ello. Ese pensamiento me sorprendió y asustó tanto, que por un instante, me quedé inmóvil. Él me sujetó del cuello y contemplé cómo apretaba sus dientes con fuerza mientras las gotas de sudor caían de su frente en mi cara.

—¿Qué crees que estás haciendo? —rugió de pronto la voz de Christian detrás de él. Por un momento, vi pasar veloz por su cara un destello de incomprensión y pánico.

—Búscate tus propios asuntos —le desafió él.

«No hagas eso», pensé. Entonces, Christian lo cogió de la sudadera y lo hizo volar hasta caer a varios metros de distancia.

—¡No! —exclamé, mientras Christian se dirigía hacia él. Víctor se puso en pie, aturdido. Se limpió con la manga

una herida en la frente y fulminó a Christian con la mirada.

—¡Estás loco! —le gritó—. ¡Todos vosotros!

—Aún no has visto nada. —Elora rio de forma alegre.

—¿Qué significa esto? —rugió Christian lanzando una gélida mirada a la mujer.

—No es cosa mía. —Sonrió de forma mordaz—. Tu cazadora se pasó de la raya con ese humano.

Christian me miró con una extraña expresión, pero no fue el único. El chico clavó sus ojos en mí, señalándome como culpable. Christian se giró hacia él y lo señaló con un dedo.

—No la mires, no la toques, ni se te ocurra acercarte a ella si aprecias mínimamente esta vida.

—¿Vas a dejarlo ir? —Elora parecía confundida. Christian se acercó a mi y me rodeó con un brazo.

—Hazlo tú. Voy a llevarme a Lena de este lugar.

—Les diré a todos cómo sois. ¡Llamaré a la policía! Juro que te acordarás de mí, De Cote —dicho esto, escupió en mi dirección.

—Eso ha sido un error —murmuró con voz lenta, volviéndose hacia él, amenazador.

—Lo contaré. —A pesar de la valentía de sus palabras, el humano retrocedía—, lo contaré todo. Lo pagaréis caro.

Miré asustada a Christian. No sabía lo que había visto pero desde luego no era algo para tomarse a la ligera. Él me soltó y me echó ligeramente hacia atrás, apartándome de la escena. Acto seguido, avanzó hacia Víctor y lo agarró del cuello.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora