Amarga realidad. Parte 1

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—¡Espera! —exclamé.

Bajé las escaleras corriendo, persiguiendo a Christian que cruzaba a toda velocidad la sala para salir al exterior pero allí encontré a Lisange sentada en la sala de estar, con los brazos y las piernas cruzadas, impaciente. Pasó la mirada de mi a Christian y luego regresó a mí, poniéndose en pie. Eso me congeló en el sitio.

—Valentine se ha marchado de casa y Gaelle se ha ido en su busca. Gareth está buscándolas a ambas. Tu amigo Jerome sigue sin aparecer. —Soltó todo de carrerilla—. Hoy el día es una locura, espero que al menos hayas descansado bien y que tengas una buena explicación que justifique que este gran predador se esté paseando por aquí en este preciso instante.

La puerta de la entrada resonó, dejando claro que Christian se había marchado.

—Me enteré de lo de Valentine. —Mis manos se dirigieron al corte de mi cuello, pero ya había desaparecido—. Y de que fue Christian quien la convirtió.

—¿Perdona? —lo pronunció como si se hubiese atragantado con algo al hablar.

—Estoy segura de que sabes esa historia. —Avancé hacia ella y me dejé caer en el sofá. Buscaría a Christian más tarde—. Necesito que me la cuentes.

—Christian ha hecho muchas cosas horribles, pero lo de Valentine no fue de las peores.

—Era una niña —apunté.

—Los guardianes también pueden ser niños, Lena. No es un disparate. No todos los niños son buenos igual que no todos los adultos son malos. Hay niños crueles y con almas oscuras. Ellas era así.

—Sigue siendo una monstruosidad.

—No, lo que es una barbaridad es que hayas estado con él sin decírmelo —replicó con voz dolida, cambiando de tema.

Me aparté un poco.

—Yo no he dicho eso —señalé.

—Me ofende que me consideres tan irresponsable. — Se puso en pie, algo alterada— como para no darme cuenta de eso.

—¿Te habrías alegrado?

—¡Por supuesto que no! —Hizo una mueca—. Nada justifica el hecho de que te hiciera daño.

—Yo también se lo hago a él —confesé.

—Es muy peligroso.

—También lo tuyo con Reidar —le recordé.

—Él no es capaz de matar con una mirada, Lena. ¡No tienes ni idea de qué ni de quién es Christian!

—¡Pero tú sí! No soy estúpida, Lisange. Sé que le conoces bien. Dime la razón.

—Mi consejo es lo único que debería importarte, Lena, no mi pasado. Él hace lo que quiere contigo, y siempre lo perdonas. —Se cruzó de brazos—. Pero no va a importarte lo que nosotros pensemos al respecto. Si has de vivir con una decisión, solo tú puedes tomarla. —Hizo una pequeña pausa—. Solo confío en que elijas bien.

Dicho esto, me dejó sola, hundida en mis pensamientos. Me acerqué a la ventana y lo vi. Él aún estaba ahí fuera, paseando en la linde del bosque que había detrás del pueblo. Ya había experimentado el dolor de no tenerle conmigo y había sido horrible. Estaba mal querer olvidar esa conversación pero, por primera vez, fui egoísta de forma consciente. Cogí mi mochila y salí a buscarlo.

—Lo que le hiciste a Valentine fue horrible. —Solté cuando llegué tras él. Christian se volvió hacia mí, despacio—. Ni siquiera sé cómo me siento, pero ya no quiero nada de esto.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora