¿Normalidad? Parte 2

2.6K 392 36
                                    

—Estoy bien —le aseguré.

Ella se quedó mirando al gato fijamente.

—¿De dónde ha salido ese gato? —preguntó sorprendida, olvidándose de pronto de lo que estábamos hablando.

—Lo encontré. Bueno, a decir verdad me siguió.

Ella lo cogió entre sus manos y lo alzó en el aire para estudiarlo con más detenimiento.

—¡Oh Dios mío! —exclamó con un gritito—. ¡ES FLAVIO!

Sonreí.

—Yo también lo creía —reconocí, feliz de verla de pronto tan contenta.

—¿Cuándo... cuándo? —tartamudeó.

—No hace mucho, lo tenía oculto por Valentine.

—Liam no va a creérselo. Va a ser tan feliz... —Lo estrechó con fuerza entre sus brazos—. ¡Te hemos echado tan- to de menos, Flavio!

El gato ronroneó, aprobando las atenciones que estaba recibiendo.

—Seguro que está deseando regresar a casa. A casa...—murmuré para mí misma.

Ese pensamiento me hizo sentir un extraño calor reconfortante. Mi casa... Sí, lo deseaba con todas mis fuerzas. Pero, entonces, Flavio se envaró. Oímos un golpe sordo y alguien abrió de un golpe la puerta.

—Lo he perdido —dijo Reidar, apareciendo en la habitación—. No lo encuentro.

Lisange se puso en pie, su rostro de felicidad había desaparecido.

—¿A quién? —pregunté yo sin entender—. ¿A quién no encuentras?

—A tu amigo —respondió ella—. Vamos, tenemos que encontrar a ese guardián.

Estuvimos toda la tarde buscando a Jerome, sin hallar ni un pequeño rastro de él. Había desaparecido por completo y era desconcertante. Sabía cuáles eran sus intenciones, sabía que iba detrás de Christian, entonces ¿por qué fugarse justo cuando le tenía más cerca que nunca?

—Buenas tardes —saludó Gareth con amabilidad, abriéndonos la puerta cuando regresamos.

—No lo entiendo, ¿por qué es un problema? —pregunté, ignorándole un poco. En realidad, ninguno de los tres le hicimos caso.

—Porque va a delatarnos a la Orden —explicó Lisange entrando deprisa.

—¿Jerome? ¡Claro que no! —exclamé, tirándome en el sofá—. Ya lo habría hecho.

—No hay garantías de lo contrario —apuntó Reidar.

—¿De qué estáis hablando? —intentó preguntar Gareth cerrando la puerta e incorporándose a la conversación.

—El mejor amigo de Lena es un guardián de la Orden de Alfeo —explicó Lisange, dando vueltas por el salón.

—A eso se le llama tener suerte... —comentó Reidar, sentándose a mi lado—. Tu ojo sobrenatural debe de estar algo atrofiado.

—Gracias... —apunté.

—¿Cómo se lo habéis permitido? Se suponía que teníais que protegerla.

—Lisange —protesté—. La culpa es solo mía.

—¿Creéis que la Orden ya sabe que estáis aquí? —quiso saber Gareth.

—No —me apresuré a decir—, yo lo descubrí hace tiempo. Si así fuese, ya me habrían matado.

—Pero ahora nos ha visto a nosotros, Lena. Puede que haya sentido compasión hacia ti, pero nuestras cabezas también tienen precio. —Me recordó Reidar.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora