Locuras varias. Parte 1.

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Intentaba no pensar en ello, pero no podía negarlo. Contaba los días, las horas y los minutos que hacía que Christian se había ido. Echarle de menos parecía haberse convertido en una obsesión de la que no era capaz de deshacerme. No paraba de preguntarme una y otra vez si estaría en peligro o si seguiría con vida, además de temer la certeza de que no debía de haberse marchado o de que, al menos, yo debería haber insistido tanto que no le quedara más remedio que dejarme ir con él.

Había pasado toda la tarde tirada en la cama pensando en Christian y mi moral había terminado por los suelos. Seguía sin apetecerme nada esa actuación teatral que tendría que improvisar presentándome en la dichosa reunión, pero al menos me obligó a levantarme. Gaelle había dejado un vestido nuevo, más o menos moderno, en la habitación, pero se había quedado en la misma posición en la que ella lo había dejado. En lugar de eso, me decanté por unos vaqueros, una camiseta normal y corriente y el pelo suelto, libre en suaves ondas a ambos lados de la cara. Nada del otro mundo, para variar.

En cuanto entré, supe que Gaelle se deprimiría. No parecía haber más de cinco invitados y la mayoría estaba claro que habían asistido por obligación. La tonelada de aperitivos que Gaelle había preparado estaba prácticamente intacta y nadie, excepto ella, parecía relajado.

No muy lejos de donde yo estaba, vi a Jerome. Tuve que hacer un movimiento merecedor de alguna medalla de contorsionismo profesional para evitar que me viera y huí a otra zona antes de que tuviera que enfrentarme a él. Allí, encontré a Valentine. Estaba sentada en una mesa, sin niños a su alrededor, pero con un pequeño conejo pardo con muy mal aspecto entre sus brazos. Lo acariciaba con ternura mientras mantenía sus ojos perdidos en algún lugar del espacio. A su lado, una mujer le hablaba, embelesada, sonriendo de manera antinatural, pero ella no le prestaba atención.

Debía de haber captado mi olor nada más entrar porque en cuanto mis ojos se centraron en ella, ladeó la cabeza hacia mí y, de forma apenas visible, curvó una ligera sonrisa. Mi cuerpo entero se estremeció. Ella era un claro ejemplo de que esos gestos no son siempre alentadores. No, ella me amenazaba con cada pequeño movimiento que me dedicaba, aunque yo fuera la única capaz de apreciarlo.

Dudaba mucho de que la razón que tenía para odiarme tuviera que ver con la «adaptación». Estaba completamente segura de que se debía a mi relación con Christian. De nada servía que él estuviera ahora fuera de nuestro campo visual, sentía que no podía dejar de amenazarme.

Un poco más a la derecha, encontré a Gaelle, que hablaba de forma animada con un grupo de chicas tan jóvenes como ella, aunque era bastante notable que ese no era su lugar. A simple vista ella parecía más una universitaria que una madre de colegio, algo así como una adolescente un poco desfasada, pero estaba claro que actuaba como una perfecta madre de los 50 y no parecía nada deprimida por la escasa asistencia. No pude evitar sorprenderme ante la facilidad y soltura que desprendía su comportamiento. Era increíble hasta qué punto podía mezclarse entre los humanos sin afectarles. Noté una punzada en el interior al verla rodeada de gente, como si aún siguiera viva y, en ese momento, deseé sentirme como una persona normal, fue como si de pronto entendiera por qué razón se esforzaban tanto por parecerlo. Debía de ser increíble estar allí, sin tener que preocuparse por la cantidad de emociones y de voces que te golpeaban. Para mí era algo imposible. Acababa de entrar y ya deseaba marcharme...

Treinta minutos más tarde, me abalancé sobre la puerta del baño y vomité. Gaelle me había obligado a comer y mi cuerpo luchaba ahora por expulsar las escasas dos aceitunas que me había atrevido a tomar. Tiré de la cisterna y llené la pila con agua fría. Me sentía fatal. Comer era una experiencia horrible. ¿Cómo podían hacer eso todos los días? ¿Hasta dónde podía llegar su obsesión por parecer normales?

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora