Fuego. Parte I

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Llevaba horas caminando en círculos alrededor de la casa semi destruida de la que se habían apropiado los DeCote, y no había encontrado ninguna manera de lidiar con esa situación. Las manos habían empezado a temblarme y un calor extraño comenzaba a apoderarse de mi cuerpo. Sentía sus ojos clavados en mí a través de la oscuridad, siguiendo cada paso, y aunque le conocía lo suficiente como para creer que velaba por mi seguridad, las cosas habían cambiado y no quería saber que él siempre estaba ahí, recordándome con cada sensación, con cada latido, que él había sido el origen de todo. 

Sí, es cierto que no tenía ni idea de si mi vida era feliz antes de que él acabara con ella, pero era mía y saber que él era el causante de que yo estuviera allí era totalmente incompatible con la posibilidad de quererle. Más aún cuando lo había mantenido en secreto. Tampoco pensaba creerme la teoría del castigo del Ente y de la obligación de estar enamorada de él. Sabía perfectamente lo que sentía por él y en ese momento había ira y rencor. Había amor, sí, pero en ese momento estaba tremendamente cubierto por capas y capas de indignación, cabreo y estupidez. De hecho, estaba tan cabreada que, sin ser consciente de ello, me había ido alejando de las ruinas dela casa. Sin embargo, cuando me di cuenta, no regresé. 

Pasé por un bosque poco frondoso y di a parar con una llanura escarpada. Empezaba a tener hambre, un hambre atroz... y el dolor había regresado con fuerza a mi pecho. Supongo que si hubiese descubierto lo de Lisange en otro momento, me habría afectado muchísimo más, pero en ese instante solo era una gota más dentro de un océano. De hecho, me enfadaba más que le hubiese guardado el secreto que el descubrir el daño que había hecho. Es mezquino, lo sé, pero estaba dolida y me sentía lo bastante egoísta y victimista como para centrarme en lo que me afectaba a mí. 

También estaba el tema de que Lisange hubiera creado a Christian, claro. Y eso suponía un pasado en común entre ambos. Había creído que las palabras de Hernan respecto a lo que les unía se referían a otro tipo de relación. No se me había ocurrido pensar que se refería a la creación. Y, aunque por una parte prefería esa opción antes que la posibilidad de que llegaran a estar "juntos" de verdad, lo cierto es queme resultaba imposible relacionar a Lisange con la imagen cruel de gran predadora. 

Pasé caminando más de media hora, vigilando mis espaldas cada dos por tres para cerciorarme de que Christian no me seguía, pero no había encontrado ningún latido perturbando la calma del bosque. Aún no había decidido si quedarme con ellos o no. Mis dos únicas opciones eran poco atractivas: quedarme con los De Cote y, por ende, con Christian y buscar a Jerome para terminar enfrentándonos a Hernan o, por otro lado, ir sola en busca de Jerome, intentar rescatarle de Hernan y enfrentarme a él igualmente. Aunque, tal vez, con esta segunda opción no tuviese que forzar ese enfrentamiento, ¿no?

 Cuando llegué a lo que parecía una zona habitada, me detuve en seco. Primero fue el hedor lo que me sacó de mis pensamientos, luego los papeles calcinados que la brisa barrió hasta mis pies y, por último, el paisaje desolador...Había ido a parar a lo que en otro momento debía de haber sido una calle residencial de clase media o baja. Pero no quedaba mucho de ella. Los edificios estaban prácticamente quemados y en ruinas, de algunas zonas aún brotaban columnas de humo que se perdían en el cielo, la basura cubría el suelo... y no había nadie. Absolutamente ni un alma en la calle, a pesar de que podía oírles. Era como si la ciudad entera se encontrara bajo un toque de queda... Fantasmagórico. Por un momento, incluso me olvidé del hambre. 

"¿Qué ha ocurrido aquí?", pensé para mí misma. 

Seguí hasta el final de la calle. Doblé una esquina y salía una plaza. Allí había unas cuantas personas. Todas ellas me miraron al instante y se fueron corriendo. Bordeé la plaza y divisé una pequeña estación de ferrocarril. Me dirigí al andén. Tal vez pudiera encontrar algún mapa o algo parecido... y averiguar dónde estábamos. 

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora