Gatos. Parte II

6.2K 942 134
                                    

—¡LENA!

Abrí los ojos de golpe, ese grito sonaba mucho más cercano. Liam estaba ya a tan solo unos pocos metros de distancia. Entonces, sin darme tiempo para preguntarme por qué razón aún seguía viva, llegó hasta mí, me aferró de la muñeca con firmeza y tiró de ella con fuerza detrás de Lisange.

Volvimos a introducirnos entre los árboles. Liam me condujo zizagueando entre ellos y evitando la línea recta. Noté de nuevo esa horrible sensación helada en mi nuca, la misma de hacía apenas unos segundos y la que había sentido la noche que Christian se había ido. Recordé su cara a escasos centímetros de la mía y luché contra mí misma para no volver la cabeza y concentrarme en correr más de lo que me permitía mi nueva fuerza. Esquivé milagrosamente las ramas, los troncos caídos y los horribles matorrales. Me llevaba tan rápido que creía que iba a echar a volar.

Por fin, salimos del bosque, intenté frenar al ver lo que tenía delante pero él seguía tirando de mí. Proferí un grito al caer por una empinada pendiente, casi parecía un precipicio. Rodé chocando contra piedras y arbustos. Sentí dolor, mucho dolor, y aferré la mano de Liam más fuerte. Un golpe en la cabeza hizo que perdiera el sentido de la orientación durante un momento. Cuando logré recuperarlo, distinguí el coche no muy lejos de nosotros. Lisange ya había llegado, había abierto una puerta trasera y se apresuraba a entrar en el asiento del piloto.

   —¡CORRED, LENA! ¡CORRED! —me gritaba Liam—. ¡YA ESTAMOS CERCA! ¡CORRED —¡CORRED, LENA! ¡CORRED! —me gritaba Liam—. ¡YA ESTAMOS CERCA! ¡CORRED!

Llegamos al todoterreno, que ya estaba en marcha. Liam me empujó al interior, se tiró sobre mí e, inmediatamente después, cerró de un portazo. Algo impactó con un gran golpe que hizo tambalear el coche. Lisange no esperó ni dos segundos para pisar con fuerza el acelerador.

Yo estaba helada, pero no de frío. Liam se apartó un poco de mí y miró con ansiedad a través de la luna trasera. El todoterreno comenzó a dar fuertes sacudidas, mucho más violentas que antes porque ahora circulábamos cuesta abajo y a mucha más velocidad. Él se acercó más a mí y me abrochó el cinturón de seguridad como pudo. Como acto reflejo aferré su mano con fuerza, hasta tal punto que podría haber quebrado los huesos de una persona normal.

—¿Estáis..., estáis bien? —balbuceó Lisange desde el asiento delantero.

—Sí —respondí respirando con dificultad, pero sin ser consciente de lo que decía.

Algo golpeó el techo del coche, provocando que Lisange perdiera el control del vehículo durante un instante. Me estampé contra la puerta. Con miedo, alcé la mirada; algo se movía ahí arriba.

—¿Qué ocurre? —preguntó ella intentando no apartar la vista del camino, sin mucho éxito.

—Lo tenemos encima —anunció Liam, confirmando mis peores expectativas—. Regresad a la carretera. —Intentaba que su voz sonara calmada, pero ella no parecía reaccionar—. ¡Lisange! ¡Dirigíos a la carretera! —repitió.

Mantenía el volante sujeto con fuerza y no dejaba de mirar hacia arriba. Liam se desabrochó el cinturón de seguridad y se pasó al asiento delantero en un intento de hacers econ el control del coche, pero, en ese momento, Lisange apretó la mandíbula e hizo girar el todoterreno casi con violencia provocando que Liam casi se precipitara hacia delante.Cuando el coche dejó de girar, salimos a una empinada carretera descendiendo por un camino plagado de curvas al borde de un gran barranco    

Las sacudidas cesaron al conducir por el asfalto, pero Lisange cogía las curvas a tanta velocidad que me chocaba contra la ventanilla a pesar del cinturón. En una bastante cerrada, el vehículo derrapó y quedó durante un instante suspendido sobre dos ruedas. Vi en primer plano la pendiente que caía a pocos metros de distancia. Miré hacia atrás con la esperanza de que ese movimiento hubiera acabado con el guardián que se aferraba al techo, pero no vi caer nada de la parte superior.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora