Pesadillas (Parte 1)

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¡SORPRESA!

Han sido tantos los mensajes que he recibido para que continúe la historia, que finalmente he decidido hacerlo :). Espero que me acompañéis en esta aventura  y sobre todo que disfrutéis leyéndome tanto como disfruto yo de vuestros comentarios.

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La sangre de Lisange resbalaba por el parabrisas del coche. Mi vista estaba clavada en el pequeño reguero rojizo que descendía, mezclándose con las gotas de agua y trazando senderos irregulares a causa de la velocidad a la que conducía.

Sentí que Christian me miraba, seguramente preocupado por si volvía a darme un nuevo ataque de histeria, pero ya no podía, aunque no desease otra cosa. Había gritado tanto cuando la había visto ahí, con los ojos negros apaga- dos, la mandíbula abierta y la expresión ausente y dolorida... Christian no había sido suficiente para controlarme. Lester y él habían tenido que sujetarme e introducirme en el coche a la fuerza mientras Elora reía, pero en ese momento toda mi fuerza se había ido y lo único que quedaba era la cáscara vacía de lo que yo solía ser.

Había sido duro perder a Flavio, pero era incapaz de imaginarme una existencia sin ella, sin lo más parecido a una familia que había conocido en esa vida.

Con la prisa por sacarme de allí, nadie había limpiado esa muestra tan evidente de lo que había ocurrido y aho- ra mis tripas se revolvían y mi cuerpo se encogía con el recuerdo. Las imágenes de los árboles pasando veloces por mi ventanilla se entremezclaban con la sangre de Flavio en la cabaña, con Caín en la pared del recibidor, con Liam herido y con la enorme cicatriz del cuello con la que Christian había llegado a ese lugar, pero, sobre todo, con ella, con Lisange y sentí cómo algo se me rompía por dentro.

—No te separes de mí —me pidió Christian con voz grave cuando llegamos, apagando el motor y mirando en todas direcciones.

Estaba nervioso y ceñudo. Sentí que en cualquier momento algo más grande despertaría en su interior y se apoderaría de él. La vena de su sien palpitaba con fuerza. Su corazón estaba acelerado,... Sacó las llaves del contacto y salió fuera. Le vi pasar por delante del coche y abrir mi puerta, vigilando todo a nuestro alrededor. Luego puso las llaves en mi mano y susurró:

—Si te digo que corras, quiero que regreses al coche de inmediato y que te encierres dentro.

Caminaba tan deprisa que podría haber parecido que corríamos por la estrecha calle hasta que llegamos a la entrada, justo cuando la puerta se abría precipitadamente y Valentine saltaba a la acera para abrazarlo.

—¡Ya estás aquí! —canturreó ella, aferrándose con fuerza a su cuerpo.

Si le hizo ilusión verla o no, o si se alegraba de estar de regreso, es algo que ninguno pudimos adivinar. Se limitó a besar la cabeza rubia de la niña y la apartó para entrar en la casa, sin decir palabra y con mi mano bien sujeta. Me giré un poco, solo para ver cómo la expresión de desconcierto de Valentine se transformaba en rabia a pasos agigantados.

—¡Gareth! —gritó él mientras se adentraba deprisa en la sala—. ¡GARETH!

Valentine entró corriendo, apartándonos de su camino sin ninguna delicadeza, y subió como un huracán al piso superior.

—El pueblo está limpio —dijo Gareth bajando por las mismas escaleras por las que había desaparecido Valentine un segundo antes—, no hay más que un par de guardianes en la ciudad vecina pero...

—Ha habido un contratiempo —soltó él interrumpiéndole. Mis piernas se doblaron y Christian me abrazó para que no cayera—. Necesito que Gaelle guarde algo de ropa en una bolsa.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora