PARTE 3 Confesiones II

2.5K 396 51
                                    

¡¡FELIZ NAVIDAD!! Que todos vuestros sueños se cumplan. 

***

—Me estás matando —susurró—. ¿Eso es lo que querías oír?

—Eso es imposible..., yo nunca haría nada que pudiera dañarte.

—¿Crees que te mentiría? —Me tomó con fuerza de los hombros—. Tolero el dolor, Lena, lo tolero muy bien, pero nadie me entrenó para soportar estos latidos que provocas en mí y no sé cuánto tiempo más voy a poder aguantarlo.

—Pretendes proteger tu vida... —musité—. Eso... puedo entenderlo.

Él desvió la mirada hacia sus manos, que rodeaban mis brazos: mi piel temblaba bajo su roce.

—Mira, ni siquiera soy capaz de tocarte. —Las apartó despacio—. ¿Qué esperanza hay para nosotros dos? Esto es lo más sensato.

—Dime al menos si aún me quieres —balbuceé acongojada, mientras algo se abría paso en mi corazón.

—Puedes pensar lo que quieras, pero no hay nada que puedas hacer —su voz ahora tenía un deje torturado—. Su- cederá tarde o temprano. Uno de los dos terminará matando al otro. Esa es nuestra maldición.

—Tú mismo dijiste que...

—¡Olvida todo lo que te haya contado hasta ahora, Lena! Esas palabras no tenían ningún valor.

—Lo tenían para mí —musité.

—Acabar contigo es lo mejor que puedo hacer por ti.

—Puedes elegir qué es mejor para ti, pero no para mí. No es tu decisión.

—¿Qué sentido tiene prolongar la agonía? —Él bajó la mirada, abatido—. No hay nada que puedas hacer para cambiar mi decisión.

—Pero no quiero que lo hagas.

—Ni yo que tú luches por esto. Aléjate y limítate a aceptar lo que eres el poco tiempo que voy a concederte, o no podré mostrar piedad contigo. —Bajó el tono de voz—: No quiero que me obligues a hacerte más daño.

—Yo nunca quise hacerte daño —musité.

—No soy quien crees que soy —dijo al fin—. No hay bondad ni clemencia en mi corazón. Matar es mi trabajo, Lena, ni tú ni nadie puede cambiar eso. No estoy en este mundo para amarte, y tampoco quiero intentarlo. —En ese momento, sonó el timbre—. Tienes que ir a clase —anunció.

—No te esfuerces en acabar conmigo, encontraré a alguien que lo haga por ti. —Aparté la mirada. De pronto me sentía tan vacía como la piel de una fruta vieja y podrida a la que han abandonado en mitad de ninguna parte—. Espero no volver a verte nunca. —Cogí mi mochila, tomé aire y, sin mirarlo de nuevo, salí de allí.

Lo había perdido, y esta vez para siempre. Yo le mataba... ahí tenía la razón que me ocultaba Hernan, ahí estaba lo que había visto Valentine. Esos latidos eran los causantes de toda la locura y no podía hacer nada para evitarlo. Yo era la razón de su sufrimiento, yo y solo yo estaba acabando con él.

Al salir del pasillo, encontré a Jerome a unos pocos metros de distancia, seguido de Reidar. Una parte de mí saltó dentro de mi pecho, pero cambié de dirección de forma automática. Ahora sabía que estaba bien, pero no podía hablar con él. No tenía fuerzas. Solo quería llorar y gritar, pero él me vio, no había ninguna duda de ello.

—¡Lena! —exclamó mientras le oía correr hacia mí—. ¡Espera!

—Me alegra que estés bien, pero no es un buen momento.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora