Gatos. Parte III

6.8K 898 50
                                    

—Y... ¿no se supone que eso era lo correcto?

—No se puede matar a un gran predador para salvar una vida humana, Lena —susurró Lisange.

Esta vez fue Christian quien continuó.

—El número de grandes predadores es muy reducido —explicó de forma monótona, sin mirarme—. Somos importantes también para mantener el equilibrio, así que la muerte de uno supone un gran desajuste.

—Esa es la razón por la que son tan despiadados y prácticamente intocables.

Christian no hizo ningún comentario al respecto.

—¡Pero eso no es justo! —exclamé.

—Nosotros no hacemos las leyes, Lena —señaló Lisange.

Mi confusión iba en aumento.

—Entonces, ¿se sentía culpable por haber acabado con ese gran predador

—No, fue porque la chica saltó de todos modos y no pudo salvarla.

Parpadeé confusa.

—¿Pero qué tiene que ver Goliat en todo esto?

—Los gatos de los cazadores no son simples mascotas, Lena, son un símbolo, una protección ante guardianes; cada clan de cazadores tiene uno. —En ese momento, Caín saltó a sus brazos y ella lo acarició con suavidad—. También murieron en su época, pero existen, igual que nosotros, hasta que fallece el último miembro de la «familia» a la cual protegen. Lo desconcertante es que Goliat muriera antes que Flavio, por eso no es normal.

—Pero él también era un De Cote, ¿por qué tenía otro gato?

—Porque antes de formar parte de esta familia vivía solo —siguió—, él era su propio clan. Al venir a esta casa, Goliat vino con él.

Guardé silencio durante unos segundos.

—Pero no era de noche —insistí— y, además, hoy hay luna.

—Lena, esos guardianes no iban a cazar, sino a matar.

—¿Y por qué son ellos los que le han castigado? Había tantas cosas que no entendía...

—¿Quién mejor? Se nutren de nosotros, ¿no? El Ente les da carta blanca porque se asegura que la sentencia va a ejecutarse —explicó ella de nuevo.

Liam se mantenía callado.

—Y nosotros, entonces, ¿qué somos? —pregunté cada vez más indignada.

—Alimento de guardianes y grandes predadores en potencia. Vuestros privilegios son mínimos, el lugar más bajo en la jerarquía, como te conté hace tiempo —señaló Christian.

Le dirigí una mirada dolida recordando cómo había incidido en eso la última vez.

—Pueden disponer de nosotros para lo que les plazca.

—La voz de Liam era gutural, como si en realidad pensara que estaba hablando solo.

Demasiado para mis oídos. Pasé la mirada de Liam a Christian, pero ninguno de los dos me miró. Solté el aire. No, estaba segura de que él no compartía la misma opinión. De ser así no se habría negado a matarme, ni me habría ayudado..., aunque en nuestra última conversación pareció todo lo contrario. Él seguía tenso. Se deslizó despacio de mi lado y se levantó.

—Será mejor que me vaya —dijo con voz mortecina, completamente ausente de todo tipo de vida—. ¿Estarás bien?

¿Ahora se preocupa por mí? Ni hablar, pensé, no podía estar bien sin tenerle a mi lado. Pero la expresión de su rostro me preocupaba y tuve la impresión de que no se iría si no hubiese algo mucho más importante que hacer. Aunque ya me había equivocado antes con él.

Trilogía Éxodo (Éxodo, Revelación y Jueces)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora