Capítulo 13. A su disposición...

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>>Ahora más que nunca yo, su Señor del Fuego, les pido apoyo para que la paz regrese al país. El gran obstáculo es Ur, quien sólo busca la destrucción de la Familia Real. Ya se ha encargado de Zuko, pero ahí no acaba todo, él quiere ir a por mi madre, mi tío, y finalmente, sé bien que va a atacarme por la espalda fijándose como Rey. ¿Ustedes queréis eso? ¿Un dictador?

>>No sé cuál vaya a ser vuestra respuesta, pero les aseguro algo, si es positiva, si realmente muestran interés en querer ayudarme, volveréis a sus casas, con sus familias y sus amigos, y desde ahí trabajarán a mi lado para que la Nación del Fuego recupere su grandeza. Si vuestra contestación es negativa, no me quedará más remedio que tomarles como traidores, sólo me quedará meterles en el mismo grupo que Ur, ciudadanos traidores, y deshacerme de vosotros.

-¡Tú no puedes hacer eso!- Salta un anciano, enfadado. -¡Hemos limpiado Ciudad Capital de todo Guardia Imperial legítimo, y nos hemos puesto sus trajes! ¡No podrás contra nosotros!

-¿Ah no?- Bromea Azula.

En ese momento casi treinta Agentes Dai Li bajan de las vigas de los techos oscuros.

-Les presento a MÍ Guardia Imperial, el Dai Li. Y hay muchos más...- Ríe ella.

-¡Esto no es justo! ¡Nos estás poniendo entre la espada y la pared! Si aceptamos nos veremos obligados a volver a casa, y si nos negamos iremos al calabozo...- Dice una joven rebelde.

-Eso es, correcto...- Ríe ella, mirándoles con cierto aire de superioridad. -¿Y bien?

-Se... ¿segura que le devolverá la paz a nuestro país?- Pregunta un joven de unos 15 años.

-Yo te lo garantizo.- Dice Azula, mirándole fijamente.

-Entonces le seguiré, Majestad.- Contesta el joven, inclinándose.

Poco a poco son muchos más los que deciden inclinarse ante su Reina, hasta que finalmente quedan cinco o seis que ni piensan arrodillarse, es más, ven con sumo odio a Azula.

-¡Ustedes ahora son Enemigos del Estado!- Sentencia la Señor del Fuego, dejando a muchos de los presentes impactados y, en lo que los Dai Li se los llevan, sonríe. –Perfecto...- Susurra.

Se respira un aire distinto en Palacio, y en toda Ciudad Capital... un aire tenso, de guerra...

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Ha pasado todo un día desde su partida, y ya está de regreso. En lo que el dirigible entra en el interior de Ciudad Capital, Ur observa cómo no hay aeronaves que custodien los cielos, por lo que la preocupación le invade. Quizá el Avatar fue lo suficientemente inteligente como para ir tras Azula, aunque duda que haya podido ponerle un dedo encima, toda la Familia Real está exiliada, fuera del país, así que no tiene a quién poner en lugar de la ex Princesa de Fuego. Debe de ser una maniobra, o quizá Azula les ha pedido bajar, tendrá que averiguarlo, no obstante, al no ver tanques que rodeen al Palacio su angustia aumenta de nivel...

-¿Qué está pasando?- Susurra Ur para sí, en lo que el capitán del dirigible le ve sorprendido.

Una vez la aeronave aterriza en el frente del Palacio Real, tras la bajada de la rampa, son dos rebeldes los primeros en bajar, ambos en posición de ataque, listos para cualquier clase de emboscada, pero están solos en mitad de la gran niebla que cubre la escena. Es entonces cuando Ur se asoma por uno de los muros interiores del dirigible, bajando lentamente.

-¿Hola?- Pregunta, sumamente nervioso.

-Primer Ministro Ur, bienvenido...- Oye decir por una suave voz femenina. Al elevar la mirada, Ur ve cómo las grandes puertas del Palacio se abren, develando a Azula firmemente detrás.

Avatar. Siempre JuntosKde žijí příběhy. Začni objevovat