Capítulo 57

1.6K 248 214
                                    

《Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente que decía: “¡Ven!”. Y miré, y he aquí un caballo pálido; y el que estaba montado sobre él se llamaba Muerte; y el Hades le seguía muy de cerca. A ellos les fue dado poder sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada y con hambre y con pestilencia, y por las fieras del campo.》


2/2

Daniela... Daniela... Daniela, despierta, no hay tiempo, Daniela...

Mis ojos se abren mostrándome la cara de Lucas. La luz que antes entraba por la ventana es nula, ahora solo predomina la oscuridad. ¿Cuánto tiempo me dormí? Se supone que solo estaría aquí la tarde.

—¿Qué...— su mano rápidamente cubre mi boca. Él alza su dedo índice en una señal de silencio y después señala las escaleras.

—No hagas ruido— me susurra estando muy cerca de mí.

No lo entiendo, ¿por qué no quiere que haga ruido?

Me siento sobre el sofá y concentrándome mejor en mi entrono, hago un esfuerzo para entender esta situación. La respuesta comienza a hacerse aún más clara cuando escucho voces en el primer piso, pero no son solo las voces de Robert y Rosalind.

—Ha venido— puedo notar el temblor en su voz. Una pequeña gota de sudor recorrer su sien hasta bajar a su mandíbula. Esta nervioso. —Él esta aquí— aquello me congela. ¿El Profeta está aquí? —Quise venir a despertarte, así que cuando estaba en el segundo piso, miré por la ventana como llegaban, y... no lo puedo creer... él en verdad esta aquí— su respiración es irregular, pero en ningún momento alza la voz.

—Tranquilo— le digo en tono bajo. No es momento para perder el control. —¿Robert y Rosalind siguen abajo?— asiente a mi pregunta.

Seguro El Profeta vino a buscarlos, todavía tiene cuentas con ellos.

Me levanto muy despacio del sofá, cuando intento ir hacía las escaleras, Lucas me detiene agarrándome de la muñeca.

—No puedes ir— me dice preocupado.

—Tu bien lo has dicho Lucas, no podemos quedarnos de brazos cruzados— le recuerdo. Lo veo dudar, pero después niega con su cabeza.

—Por eso debemos encontrar una forma de irnos de aquí sin que se den cuenta, luego iremos con el sheriff y él vendrá a por él— propone.

—¿Ahora por qué si quieres la ayuda del sheriff?— le pregunto alzando una ceja. Lucas no responde eso.

—Solo... vamonos— contesta haciendo un poco más de presión en el agarre de mi muñeca.

Suspiro, no lo haré cambiar de opinión.

—¿Cómo nos iremos?— digo.

Lucas me suelta por fin y comienza a buscar con la mirada una posible salida. Una leve sonrisa se forma en sus labios y apunta hacía la ventana.

—Estamos en un segundo piso— recalco lo obvio. La altura es un problema y también el ruido si nos escuchan caer.

—Hay un alero, ¿nunca lo notaste?— niego con mi cabeza. —Nos ayudara con la altura, así que no hacer ruido cae en nosotros— menciona mientras, con silencio, se mueve hacía la ventana al otro lado de la habitación. Yo lo sigo.

Lucas le quita el seguro a la ventana y la abre haciéndo el mejor ruido posible. Mientras lo hace, miro hacía atrás fijando mi atención en las escaleras. El Profeta ahora mismo esta ahí y solo puedo sentir mi corazón latir rápidamente.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora