—En eso tienes mucha razón— asiento mientras tomo de mi té ya algo frío. Y más en este pueblo, en este lugar menos debes confiar en la gente.

—Bueno, iré entrando a la casa, tengo que guardar esto antes de que Mackenzie llegue— John se levanta con pesadez mientras alza las bolsas.

—¿Mackenzie vendrá?— lo observo expectante.

—Sí, en unos minutos llegará. Ayer me dijo que lo haría, ella... ella me prometió llevarme a la tumba de Dan— una sonrisa cálida se plasma en su rostro acompañado de un brillo especial en sus ojos. —A diferencia de lo que creí, me siento feliz; creo que la razón de eso es porque, después de tanto tiempo, por fin tengo la oportunidad de volver a verlo.

—Entiendo perfectamente lo importante que es para ti. Estoy segura de que te está esperando— le digo con sinceridad al verlo un poco emocionado.

Otra persona que vuelve a ver al amor de su vida, lástima que las circunstancias sean diferentes.

—Yo también lo creo— sonríe melancólico.

—Vamos, te ayudaré para que termines rápido de guardar la despensa y puedas irte con Mackenzie cuando llegue— me levanto de mi asiento mientras le doy pequeños empujones en su espalda para que entre a la casa.

—¿En serio? Gracias señorita Calle, es un gesto muy amable de su parte— de nuevo vuelve a estar risueño, eso me alegra, no me gusta verlo triste.

John y yo comenzamos a organizarnos para guardar en tiempo récord la despensa dentro de los cajones de la cocina y la alacena. Mientras los dos nos movemos por el lugar, John cuenta anécdotas de su vida joven junto con Mackenzie y Dan. No puedo sentirme nostálgica al escucharlo, su vida de adolescente era muy divertida y feliz, aquello, sin duda, me hace viajar años atrás para recordar la amistad inseparable entre mis amigos y yo. Tanto John como yo, amamos a alguien y fuimos muy felices, pero un suceso nos arrebato a esa persona y ahora vagamos por un camino llamado vida, en el cual se supone que debemos ser felices sin ninguna razón.

En medio de la plática, tocan la puerta, los dos detenemos nuestros movimientos y nos miramos.

—Iré yo— él dice mientras camina apresurado fuera de la cocina.

Yo sigo tomando de mi agua, los dos hace minutos que acabamos de guardar todo.

Escucho murmullos antes de ver entrar a él con Mackenzie a un lado.

—Ey, hola Daniela— me saluda algo incómoda mientras alza su mano.

—Hola, Mackenzie— la imito, pero yo me esfuerzo en hacer una pequeña sonrisa.

—Y bien, ¿estás listo?— ella gira para ver a John quien parece inquieto.

—S-sí, claro, solo necesito un poco tiempo, iré al baño— avisa en dos segundos antes de correr hacía las escaleras.

Si que esta inquieto y nervioso.

Recargo mi espalda baja en la barra de la cocina mientras Mackenzie posa sus manos sobre el respaldo de una silla del comedor. Que incómodo silencio.

¿Debería decirle algo?

—Hmm— aclaro mi garganta sin saber como empezar. —Yo quería disculparme contigo por irme así de rápido la primera vez que nos volvimos a ver— digo apenada mientras juego con mis manos. —No era mi intención, es solo que me sorprendiste y no supe actuar.

—No te preocupes por eso, en realidad no me sorprendió tu actitud por lo que pasó antes de que te fueras del pueblo— menciona.

—¿Lo qué pasó?— pregunto frunciendo un poco el ceño sin saber a lo que se refiere.

Efecto Mariposa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora