Las dos nos adentramos aún más a la casa y nos acercamos a la chimenea. Poché, en medio de la sala, mira alrededor buscando la razón por la cual nos requieren aquí. Yo no puedo quitar mi mirada de aquel pasillo que conecta a las dos casas; saber que Johan se encuentra tan cerca de volver a ver Poché hace que tenga ganas de decirle a ella sobre él, probablemente se ponga feliz de saber de Johan y que está bien, pero una parte muy profunda de mí se niega rotundamente a que se vean, no se la razón, pero por ahora no quiero que terceros se interpongan entre nosotras.

Salgo de mi mente al escuchar pasos encima nuestra, curiosa, mi mirada sube observando el pequeño balcón dentro de la casa que se conecta con el primer y segundo piso mediante las escaleras. De ahí se asoma la cabeza de una chica, que al ver a mi acompañante, muestra una gran sonrisa.

—¡María José!— en segundos ya está bajando las escaleras y con ella viene una niña, la cual no pasa de los dos años y está igual de feliz que la mayor.

Cuando dejan a la pequeña que toque el suelo con sus pies, ella hace su mejor esfuerzo para correr y llegar hasta nosotras mientras ríe en el recorrido.

—¡Mamá!— grita antes de ser alzada por una feliz Poché y abrazada con fuerza mientras la mueve de un lado a otro.

—Te extrañe tanto— le dice mientras le da un beso en la sien a la pequeña.

Ver esa escena hace que quede en un estado de shock y eso se puede notar perfectamente a kilómetros. Poché, ¿es madre? Eso es lo que menos me esperaba presenciar hoy.

Pasaron algunos segundos así, antes de que Poché girará, aún con la niña en brazos, a verme.

—Eh, y-yo.... no— comienzo a balbucear. —Puedo explicar esto— sonríe nerviosa. Es como si no quisiera decir de más frente a la niña.

—No, esta bien, no tienes nada que explicar— le digo para tratar de calmarla mientras muestro mi mejor sonrisa. No es como si me molestara eso, para nada, más bien me sorprendió, pero a la vez estoy feliz por ella, se ve que la quiere mucho.

—Claro que sí, yo...— Poché intenta hablar de nuevo, pero sus palabras se revuelven entre sí imposible de continuar.

—¿Tenemos una invitada? ¿Quién eres tú?— la chica que anteriormente había bajado con la pequeña, se acerca a mi con ojos entrecerrados dándome un pequeño análisis. No puedo responderle a causa de que me quedo observando su rostro. ¿Por qué razón se me hace tan conocida?

—No la intimides así, Kara— Poché le reclama al ver como me mira.

Espera...

¿Kara?

Esa...

—¿Kara Johnson?— al decir aquello sin querer, las dos me miran al instante. Al darme cuenta de que pensé en alto, llevo mi mano hacía mi boca avergonzada.

—¿Cómo es qué me conoces?— ella alza una ceja hacía mi dirección mientras se cruza de brazos mostrándose a la defensiva.

Bueno... eres la segunda chica desaparecida, era difícil no olvidarte. Esta vez si lo pensé.

—¡¿Qué pasa aquí?!— otro grito proveniente del segundo piso. Mi mirada va a la fuente del sonido y me quedo muda al ver a dos chicas más llegando a la primera planta.

—¡Sam, Clau! Muevan sus traseros hacía acá, hay una intrusa— al momento de decir aquello, las dos chicas corren entre empujones hacía donde nos encontramos algo... ¿emocionadas?

—¿Quién eres tú?— fue lo que me pregunta una al estar enfrente mío con exaltación.

—A un lado— la otra chica la empuja para ocupar su lugar y comenzar a examinarme con la mirada. —¿Eres la séptima? No luces como pensé que sería la séptima— al escuchar eso, un escalofrío recorre mi espalda. Gracias a lo que sea, no lo soy, pero ¡¿por qué hablan sobre eso cómo si no importará?! ¿Acaso no les preocupa o asusta? Ni siquiera se miran aterradas de estar aquí.

Efecto Mariposa Onde histórias criam vida. Descubra agora