Singto despertó con una sonrisa en el rostro. Uno de los brazos de Krist estaba sobre su cintura mientras que la pierna derecha del joven, aún dormido, estaba entre las suyas.
"Aún no puedo creerlo...", se dijo mientras que, con un dedo, acariciaba la piel que tenía tan cerca y que aún olía a mar a pesar de todo lo que había ocurrido entre ellos la noche pasada.
Cuando Krist le había dicho que siguiera, apenas si había podido creerlo, tan seguro estaba de que el joven acabaría rechazándolo al igual que todos los demás. Al igual que Sam, que lo había hecho a pesar de haber estado diciéndole por años lo mucho que lo amaba, al igual que sus padres..que lo habían dejado con su hermana porque no soportaban en lo que se había convertido.
Pero Krist..Krist lo había aceptado. Había estado a su lado todas esas semanas, ayudándolo, aconsejándolo... y ahora... ahora le había su cuerpo. Lo había deseado como nadie... como nunca pensó que alguien podría desearlo tras el accidente.
- "Me lo has entregado todo pero yo.. yo no puedo darte nada, no sirvo para nada, ya no...", susurró mientras acariciaba los cabellos del joven sin darse cuenta de que éste, con los ojos completamente abiertos, le estaba escuchando sin moverse y sin decir una sola palabra.
Un leve ruido hizo que Singto volteara hacia la puerta del dormitorio por donde, en esos instantes, su hermana y el médico real entraban. Ambos, sin haber visto a los dos chicos que estaban en la cama completamente desnudos, hablaban de Singto y de su enfermedad, de lo poco que se había recuperado incluso después de todo el tiempo que llevaba con su tratamiento.
De los labios de Krist salió un leve gruñido que hizo que los recién llegado miraran hacia la cama donde, en ese momento, un preocupado Singto hablaba a Krist mientras intentaba que éste saliera de debajo de las sábanas.
- "Kit, vamos... no pasa nada.. no es asunto de ellos..."
- "¡SINGTO!" - exclamó Emma mientras que el médico, con expresión aturdida, casi deja caer la poción que tenía entre sus manos.
Éste se volvió hacia su hermana y, con el ceño fruncido, hizo una mueca con sus labios.
- "¡Deja de gritar. Estás asustando a mi Kit!" - le recriminó el joven mientras se sentaba sobre el colchón y se cruzaba de brazos sin percatarse de que, al hacer eso, quedaba a la vista de todos los arañazos y los morados que lucía su cuerpo.
Emma se quedó sin habla mientras que el doctor, con la cara completamente roja, miraba hacia la pared que tenía enfrente como si fuera lo más interesante que veía en años.
- "¡¿Tu.. Tu Kit?!"
Singto asintió con la cabeza y, una vez más, intentó hacer que el joven saliera de su escondite. Fue entonces cuando la puerta, de forma brusca, se abrió dando paso a un muchacho que, con expresión furiosa, entró y se quedó mirando a todos los presentes. Instantes después, sin embargo, sus ojos se quedaron mirando fijamente al médico y, con un gruñido, se acercó al anciano con rapidez.
- "¡Noto el poder de la perla en ti, humano...!" - exclamó con voz furiosa - "¡¿Qué habéis hecho con ella?!"
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Krist se sentó sobre la cama y, con sus cabellos completamente despeinados, miró al anciano en cuyas manos estaba el frasco que, en esos momentos, Ming estaba intentando quitarle. Emma, completamente furiosa, había comenzado a llamar a los guardias mientras que Singto, con expresión asombrada, mirada hacia todos ellos sin entender qué estaba pasando.
Eso fue lo que hizo que Krist reaccionara....
Con rapidez abrazó el cuerpo tembloroso del joven mientras que sus ojos se fijaban en la pequeña botella que el médico tenía en sus manos.
- "¡BASTA YA!" - gritó, haciendo que todos se quedaran paralizados. Acto seguido se volvió hacia Singto y, levantando su rostro, posó sus labios sobre la mejilla del joven.
Emma se atragantó.
- "Ming y yo hemos venido a buscar la perla de mi hermano, la que le dio a Beam como promesa de matrimonio. ¿Dónde está?"
La reina palideció mientras que el médico, ahora con un rostro de tono levemente verde, miraba hacia la botella que tenía en sus manos.
- "Tu... Krist..."
Krist suspiró, asintiendo con la cabeza.
- "Mi hermano se encuentra mal, su vida se está apagando. Necesita su perla..por eso es que hemos venido.." - comenzó a decir cuando, para su preocupación, el cuerpo de Singto comenzó a temblar.
Krist miró al joven que estaba entre sus brazos.
-"Entonces tu... tu..."
Krist frunció el ceño nada más comprender lo que estaba pensando Singto. Instantes después, tras besar sus cabellos, lo abrazó con más fuerza.
- "Es cierto que, cuando vinimos aquí, lo hicimos para buscar la perla de mi hermano pero... las cosas han cambiado, tu has hecho que todo cambie..."
Singto se mordió el labio inferior pero, instantes después, sonrió con timidez.
- "Me alegro de que hayas encontrado una pareja, Krist..pero ¿y Kit? Te necesita.." - intervino entonces Ming, a lo que Krist simplemente negó con la cabeza.
- "Kit te necesita a ti y su perla...nada más" - dijo con expresión decidida - "y en cuanto a eso..¿dónde está? Noto que está cerca pero... no logro verla...y ese liquido..."
Emma negó con la cabeza. Sus ojos, fijos en su hermano, mostraban miedo y preocupación.
- "No puedes llevártela... ¡no puedes!" - exclamó mientras se acercaba corriendo a la cama e intentaba separarlos - "la vida de Singto depende de ella.. no lo permitiré, ¿me oyes? ¡No lo permitiré!"
Ming, con un gruñido, se volvió hacia el médico. Éste, ante la mirada asesina del joven, se dejó caer al suelo y, ante todos, comenzó a suplicar por su vida.
- "¡Lo siento! Yo... yo...Lo siento... sólo queríamos que Singto se salvara. Tras su accidente se estaba muriendo y yo... la bruja del mar dijo que si triturábamos la perla y se la dábamos de beber se salvaría"
Singto palideció mientras que Ming, con un grito de ultraje, se lanzó contra el médico y comenzó a golpearlo.
- "¡¿Cómo pudieron? ¿CÓMO PUDIERON HACER ESO?!"
Krist, sin embargo, miró al joven que estaba acurrucado entre sus brazos. Instantes después volteó hacia Emma, que seguía intentando separar a su hermano de él. Ésta se apartó inmediatamente, haciendo que Krist frunciera el ceño levemente para después volver a mirar a Singto.
- "Ya veo... ahora comprendo cómo es que tu y yo pudimos..pudimos... Ya no eres humano, al menos una parte de ti ya no lo es..."
Un silencio sepulcral se adueñó de la habitación. Por unos segundos nadie se movió..
- "¿No.. no soy humano?"
Krist suspiró y, con tristeza, miró hacia el lugar donde estaba Ming.
- "Al menos ahora sabemos porqué mi hermano está muriendo.. cuando un tritón pierde su perla, éste deja de existir".
Ming, con las mejillas empapadas, se dejó caer sobre el suelo y, con manos temblorosas, rodeó sus piernas para enterrar, después, su rostro entre ellas.
- "Lo siento...lo siento tanto..." - susurró Singto que, al ir comprendiendo lo que estaba pasando, intentó separarse de Krist. Éste sin embargo, lo aprisionó con más fuerza entre sus brazos.
- "No es tu culpa.. nada de ésto lo es...."
Fue entonces cuando el médico, con expresión aterrada, miró hacia la botella que tenía entre sus manos y la alzó con cuidado.
- "Aún queda un poco...¿serviría para salvar a tu hermano?"
Ming levantó el rostro. Instantes después estaba al lado del anciano, mirando el interior del recipiente.
- "Tal vez si lo llevamos a casa nuestros médicos puedan hacer algo por él..."
Krist sonrió, asintiendo con la cabeza. Sin embargo Emma, con un grito, se lanzó por la botella con expresión aterrada.
- "¡NO!" - exclamó - "¡Singto morirá si no se la bebe! No dejaré que os la llevéis..¡no os dejaré!"
- "Hermana... no sigas con ésto. Si tengo que morir yo.."
La risa de Krist hizo que todos se voltearan hacia él. Éste, con su cabeza apoyada sobre la de Singto y una expresión alegre en su rostro, los miró fijamente por unos segundos.
- "Singto no va a morir..." - dijo, tras unos segundos que parecieron eternos - "no después de nuestra unión..."
UNOS MESES DESPUÉS...
Singto dejó su carboncillo y, con expresión alegre, se alejó del caballete donde estaba el cuadro que había estado pintando.
Sus ojos, nuevamente vivos, observaron entonces al joven que, sin darse cuenta de que ya no lo estaban pintando, seguía sentado en su columpio mientras intentaba no moverse. Todo ello mientras acariciaba, por encima de sus ropas, el lugar donde su hijo estaba creciendo.
Habían pasado ya muchos días desde aquella mañana, pero Singto aún no podía creer que Krist estuviera a su lado ni que, de verdad, fuera a ser padre. Su hermana, que había estado con él en el momento en el que el médico les había informado del motivo de los extraños desmayos de Krist, no podía haber estado más feliz mientras que sus padres, con expresiones incrédulas, sólo eran capaces de mirar al joven que estaba sentado al lado de su hijo. Un hijo que no podía estar más feliz ni más enamorado.
- "Es un día hermoso y la mar está serena.." - susurró Singto mientras se sentaba al lado de Krist.
- "Mi padre debe estar más tranquilo.." - respondió Krist mientras se volvía hacia su marido y rozaba sus labios con los suyos.
La verdad era que cuando Ming se había marchado con lo que quedaba de la pócima, Krist había pensado que su padre aparecería, que lo obligaría a volver al reino submarino.. pero no había sido así. Algo de lo que se alegraba con cada día que pasaba.
Los echaba mucho de menos, tanto a él como al resto de la familia. Pero no volvería.. no hasta que su padre entendiera que no iba a dejar a Singto, que no volvería al lado de su prometido.
Ni siquiera Godt había aparecido, no después de aquella tarde en la que había llegado al palacio exigiendo que volviera con el.
La cara de Singto, tras enterarse de quien era, había sido algo que Krist no podría olvidar jamás... ni mucho menos cómo Singto le había hecho el amor esa noche. Esa misma noche en la que habían concebido a su adorado Kongpob.
- "Te amo.." - susurró Krist, haciendo que Singto sonriera y, con felicidad, pasara sus brazos alrededor de la cintura del joven.
- "Sabes, nunca pensé en que volvería a ver.. mucho menos que, después de todo por lo que había pasado, encontraría el amor. Te amo Krist.. te amo más que a nada"
Krist sonrió y, dejando caer su cabeza sobre el pecho de su marido, miró hacia el océano.
- "Aún no puedo creer que Kit y Ming vayan a venirse a vivir con nosotros. Mi hermano odia todo lo que tiene que ver con los humanos, especialmente después de lo que pasó con Beam..."
Kongpob suspiró y, con pesar, asintió con la cabeza.
- "Beam jamás lo superó, amaba de verdad a tu hermano... rompió su compromiso y se marchó sin siquiera saber que Emma esperaba un hijo suyo. Si no llega a ser por Joss, no se que hubiera sido de ella...él la aceptó, incluso considera a mi sobrino su propio hijo..."
- "¿Y no se sabe qué pasó con él?"
Singto negó con la cabeza.
- "Tan sólo espero que, esté donde esté, sea feliz..."
Krist suspiró y, cogiendo una de las manos de Singto entre las suyas, se la llevó a sus labios.
- "Sabes que no puedo perdonar lo que le hizo a mi hermano, lo mucho que hizo que sufriera pero... espero que lo haya superado. Esté donde esté... De lo que si estoy seguro es de que no puede ser mas feliz que yo, cuando estoy contigo..."
Singto sonrió y, tras depositar un beso en la mejilla del joven, volvió a mirar al mar. A ese mar que le había entregado su joya más hermosa.. su Krist.
FIN