Capítulo 43: Creer en Harry

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Todo había ido decentemente. Habían llegado a tiempo al tren, casi todos su amigos se habían enterado de que estaban juntos gracias a George y, lo que lo había fastidiado todo, era esa señora vestida de rosa. La espía del Ministerio. Ah, bueno, y la canción del Sombrero, que les había dicho que tenían que estar unidos. Si con eso en el Ministerio no se daban cuenta de que Voldemort había vuelto Atria estaba convencida de que no habría forma de que se dieran por enterados a no ser que cogieran al mismísimo Voldemort y lo soltasen en mitad de Hogwarts.

Que estaba diciendo, en mitad del Callejón Diagon.

Tampoco mejoraron las cosas cuando subió a la habitación. Alicia decía que sus padres no estaban convencidos del regreso de Voldemort y que no confiaban en Dumbledore y Atria tenía claro que algo le pasaba a Leah porque no había estado con ellos en el compartimento ni había ido a la habitación. Y, al día siguiente, no le dijo que se iba a desayunar con sus primas y, cuando se las encontró, ni siquiera la miraban.

— ¿Es por lo de Voldemort? —las pregunta, cogiendo a Julie por el brazo antes de que salgan del Gran Comedor—. ¿Julie?

— Sí, es por Quien-Tú-Sabes —murmura ella, para luego mirar a todos los lados.

— Pero Cedric...

— Ya sé que está muerto, Atria, ya lo sé, pero disculpa que no me crea que lo mató Quien-Tú-Sabes en persona. Y más cuando no te has dignado a escribirnos en todo el verano.

— Te prometo que quería, Julie, tienes que creerme.

Pero Julie no responde, solo niega y mira a sus primas, que también niegan. Las cuatro miran a Atria esperando una respuesta que ella no es capaz de darlas, al menos no en la puerta del Gran Comedor, con la espía del Ministerio mirándola.

— ¿Todo bien, chicas? —su voz chillona se mete en los oídos de las cinco y Atria se apresura a asentir.

— Por supuesto, profesora Umbridge —dice, pero ella no parece estar convencida así que mira a las primas O'Brien.

— ¿Os está molestando la señorita Potter? He oído que ella y su hermano son... conflictivos.

— ¡Ni mi hermano ni yo somos conflictivos! —se le escapa el grito, por supuesto. Pero era lo que quería la cara sapo. ¿Cómo se llamaba? Quizá era Donna. Bueno, al menos se sabía su apellido—. Solo estamos hablando.

— Me han llegado... noticias de su comportamiento en clase, señorita Potter —seguro que había sido Snape, que ganas tenía de no tener que no volver a verle en la vida— y espero que se comporte en las mías.

— Por supuesto —que probablemente no, pero no tiene por qué saberlo. Así que se gira para mirar a sus amigas, e intenta decirles con la mirada que en esos momentos no puede hablar, pero que se lo contará todo—. Tengo que irme, Angie quería hablar de algo del equipo y... hablamos luego, chicas, por favor, venid a Gryffindor y...

— No pueden acceder a las salas comunes de otras salas, señorita Potter —¿de verdad que seguía ahí la muy tonta? Así que Atria la mira. Mira que ella no es alta, pero esa mujer es aún más bajita.

— En las reglas del colegio no hay ninguna normativa que lo impida, profesora Umbridge —si quiere reglas, seguirá las reglas. Más o menos, eso ella no tenía que saberlo—. Si me disculpa, la capitana del equipo de quidditch de Gryffindor necesita que vaya con ella. Os veo después de la cena, chicas.

Y vuelve a entrar al Gran Comedor. Angelina está hablando con Harry y los gemelos, así que Atria vuelve con ellos. Las pruebas son el viernes y tiene que estar sí o sí para poder probar a los guardianes. Así que acepta y sigue desayunando. ¿De verdad estaba todo tan mal con sus amigas?

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now