Capítulo 55: Quiero que te escondas

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Cuando has dormido menos de media hora que te despierten los rayos de sol directos a los ojos no es lo más agradable del mundo porque solo te aumentan el dolor de cabeza que ya tienes por haber dormido poco.

— Me quiero morir —murmura Atria, intentando esconderse del sol. Hasta que se da cuenta de algo. El sol del amanecer—. ¡Mierda, Remus!

Fred protesta cuando nota como Atria se mueve y cuando oye el golpe en el suelo se sienta rápidamente. Por supuesto que Atria se había caído de la cama, no podía ser de otra forma.

— Perdona por despertarte —dice mientras que se viste. No lo piensa, solo coge la camiseta de Fred y va directamente hasta el cajón de la ropa interior porque intentar encontrar algo en el suelo de su habitación resulta altamente improbable y más teniendo en cuenta que por la noche lo habían lanzado todo por los aires. Al menos las varitas las habían dejado sobre la mesilla y Atria coge la primera que pilla—. Vuelvo en cinco minutos, podemos dormir otro rato.

— Claro —esta completamente embobado mirando a Atria y no tiene muy claro si es por la falta de sueño o porque lleva puesta su camiseta. Y cuando ella se inclina para besarle antes de salir no puede evitar atraparla de nuevo en la cama.

— ¡Fred! —se ríe entre los besos, sonríe mientras la está besando y es definitivamente lo mejor que le ha pasado—. Tengo que ir a sacar a Remus.

— ¿Cómo sabes que ya ha acabado todo? Quizá sigue transformado, deberías quedarte cinco minutos más.

— Ha salido el sol, el lobo se debilita según va acercándose el amanecer. Y si sigue siendo un lobo solo tengo que transformarme —vuelve a besarle y consigue escapar del abrazo, a pesar de que no quiere salir de la cama—. ¿Quieres algo de desayunar?

— Ya lo preparo yo, ve a buscar a Remus anda.

Atria sonríe y vuelve a acercarse a él cuando le ve levantarse de la cama y se pone de puntillas para besarle de nuevo antes de salir por fin de la habitación hasta el sótano. Cuando levanta la varita para deshacer la magia no puede evitar sonreír al ver que ha cogido la varita de Fred. Le hace cosquillas en los dedos y le produce una sensación similar a la que tuvo cuando cogió la suya por primera vez. Y eso es nuevo.

Termina de quitar todas las cerraduras, mágicas y muggles y entonces entra en el sótano. No se sorprende cuando ve a Remus en un rincón, con solo un brazo enganchado en las cadenas y todavía con los ojos de un color poco humano.

— Todavía no —prácticamente gruñe, pero Atria no le hace caso y se acerca aún así—. ¿Por qué nunca me haces caso?

— Tú me has criado, pregúntate qué has hecho mal para que sea tan desobediente —le responde y Remus se ríe entre dientes y, cuando Atria le quita la cadena, no duda en intentar asustarla un poco y ella grita.

— ¡Joder, no hagas eso, qué te arranco la cabeza de un mordisco!

— Te has levantado con el pie equivocado por lo que veo —sí, seguro que ha sido eso. Entonces se fija un poco más en lo que lleva puesto. Una camiseta demasiado grande para ella y que definitivamente no es suya—. No necesitaba saber que de verdad te habías acostado con él.

— Cállate, Moony —le responde, dándose la vuelta y volviendo a subir las escaleras—. Fred decía que iba a hacer el desayuno, ¿vas a querer algo?

— No sé si quiero algo que ha cocinado él.

— Si quisiéramos envenenarte lo echaremos en la pizza, no seas bobo, primero algo no envenenado y luego la sorpresa —le responde y se gira para sonreír de oreja a oreja a lo que a Remus se le escapa una carcajada que acaba pronto. No sabe que ha hecho, pero por la tos que le entra, es probable que esa noche se haya roto alguna costilla—. ¿Ves por qué tenía que estar contigo?

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now