Capítulo 72: Había que justificar lo de los anillos

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Habían pasado tres días desde la boda y todo había cambiado de golpe, empezando porque ahora Harry era una de las personas más buscadas de la comunidad mágica y los nacidos de muggles estaban siendo llamados a declarar de dónde habían sacado sus poderes mágicos.

Atria había dedicado el primero a ordenar todas las cajas que había ido dejado por el piso y, cuando los gemelos subieron a comer, lo único que había conseguido es que la cama estuviera llena de cosas porque se había distraído con uno de sus libros. Al menos por la tarde consiguió meter toda su ropa dentro del armario -y joder, que bien quedaba su ropa al lado de la de Fred-y la mayoría de libros los puso en la estantería. El resto se quedaron por el suelo.

- ¿Por qué? -le preguntó George, que seguía quejándose de sentir raíces en el agujero a pesar de que ya le habían revisado y no había nada.

- Tus raíces me preocupan y quizá está la solución en alguno de ellos -respondió Atria, señalando a los más de treinta ejemplares que tenía por el suelo de la habitación.

El segundo día lo dedicó a leerse los treinta libros para ver si encontraba algo que quitase, al menos, las raíces de margaritas de la cabeza de George. Encontró una poción en uno de los libros de jardinería para arrancar malas hierbas y definitivamente eso tenía que funcionar, así que se puso a prepararla y, cuando llegaron por la noche, las raíces de la cabeza de George desaparecieron del todo. A cambio la habitación estaba llena de post-its que había ido colocando con todo lo que había aprendido en los libros.

El tercer lo dedicó a preprarar distintas pociones para seguir intentando hacer crecer la oreja de George. Si volvían a salir plantas no sería un problema ya que tenía la otra poción y podría hacerlas desaparecer. Y si salía otra cosa... ojalá le saliera una tercera mano en la oreja, eso tenía pinta de ser realmente divertido.

- Mamá ha mandado un patronus, quiere que vayamos a cenar -Fred había subido a media tarde, solo para decir eso y luego volvió a bajar a la tienda.

La convivencia iba bien. En serio, aunque no lo pareciera. Por las noches estaban en el sofá abrazados un rato mientras hablaban con Geroge y dormían abrazados y hablaban en susurros. Solo eran los mortifagos que no dejaban de recorrer el Callejón Diagón sin parar, que entraban a la tienda al menos tres veces al día para ver que no estaban haciendo nada ilegal y que, por lo visto, también vigilaban La Madriguera.

Era agobiante.

- ¿De verdad tienen que estar ahí como si fuera lo más normal del mundo? -Ginny era quien más los sufría ya que ella tenía que estar allí dentro-. Cada vez que salgo a entrenar se quedan mirando y sacan las varitas.

- Piensa que no se te meten hasta el almacén para ver si tienes ahí a Harry -dice Fred y se nota que está cabreado con ello-. Revuelven todas las cajas, lo sacan todo de su sitio y...

- Yo te las ordeno, contra de salir de aquí y perderles de vista -dice Ginny, pero Molly deja la gran fuente llena de comida con fuerza en la mesa y los asusta a todos.

- No vas a irte a la tienda.

- ¡Pero están Fred y George!

- ¿No les has oído? Los mortifagos van a la tienda constantemente, ¡no voy a dejar que se te acerquen los mortifagos!

- Puedo bajar al almacén con ella -dice Atria, pero Molly niega.

- Tú donde tendrías que estar es aquí, así que no hables mucho antes de que vaya a por todas tus cosas -la amenaza con el gran cucharón de madera y Atria pone los ojos en blanco-. Sigo sin entender por qué no podéis esperar un poco para vivir juntos.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now