Capítulo 27: Lustravi universa animo meo pueritia

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La victoria de Gryffindor en la copa de quidditch consiguió que Atria y Remus volvieran a hablarse. Remus incluso se disculpó por haber hablado así a Atria y ella no dijo nada, porque sabía que se lo había merecido. Quizá haberle dado el mapa a Harry no había sido buena idea, pero no por Sirius, ni mucho menos, sino porque no sabía cuidar de él. Y así se lo expuso a los gemelos, que solo se encogieron de hombros y dijeron que ya se las apañarían para quitárselo a Remus durante las vacaciones de verano.

Atria se encontraba con energías renovadas y, cuando conseguía encontrar un hueco entre tantos deberes, no tardaba en probar algún hechizo nuevo para ver si podía funcionar. Gracias a Hermione tenía diez nuevos y había conseguido refinar otros cinco con unas palabras que parecía que iban a funcionar bastante mejor que las que tenía elegidas de antes. Solo tenía que probar que tal iba, así que eso era lo que hacía cuando Katie y Leah se quedaban profundamente dormidas.

No salió tan bien como esperaba.

Los últimos recuerdos iban desvaneciendo a cada intento. La copa de quidditch, Oliver y Percy pillados en una de las clases en desuso —eso sí que le agradaba olvidarlo, no necesitaba saber que Oliver tenía unos calzoncillos con quaffles en ellos—, la cita en Hogsmeade con Fred, la pelea con Remus. Todo iba desapareciendo poco a poco y quedaban como si fueran recuerdos de la infancia, recuerdos a los que Atria no podía acceder, pero sabía que habían sucedido porque tenía una ligera noción de ellos. Hermione estaba desesperada al ver lo mal que estaba saliendo todo y entonces Atria le habló de aquel hechizo, el que la había destrozado la memoria de verdad. Probablemente la mezcla de hechizos estaba provocando más fallos de lo normal, y lo notaba porque, había días, que tenía problemas hasta para recordar lo que había hecho en el propio día.

Quizá debería dejar de experimentar.

No iba a dejar de experimentar.

Contaba con su pequeño diario, donde iba apuntando las cosas más reseñables y, cada vez que lo leía, sabía que algo había sucedido. Era una rutina, apuntaba por la noche todo lo importante, por la mañana leía todo por si acaso algo se le había ido. Eso implicaba madrugar para estar lista por las mañanas, pero merecía mucho más la pena a que los gemelos y Remus se enfadaran con ella.

Todo tenía sus consecuencias. En la semana de exámenes Atria no recordaba prácticamente nada de lo aprendido durante el curso, así que dedicaba todas las noches a estudiar todo lo que podía y, gracias al hechizo de ilusión, podía dormir en clase o seguir estudiando, dependiendo como se encontrase. Además, tampoco es que fuera a estudiar todo, historia de la magia era un caso perdido, así que solo tendría que usar el pequeño hechizo para fijar cualquier memoria, en este caso sus apuntes. ¿Qué no estaba bien? Por supuesto. ¿Qué no tenía más opciones? También, no iba a perder el tiempo con ello cuando había muchas más cosas que hacer, muchos más exámenes para los que estudiar. Que, sorprendenetemente, consiguió salvar de una buena forma. No necesitaba grandes notas, solo pasar de curso.

El examen más reseñable de Atria fue, sin duda alguna, el de Remus, que había sido el último. Había preparado para todos unos circuitos, en el que contra más mayor eras, más dificultad tenía. Por eso tenían que aplicar todos los conocimientos adquiridos durante los cuatro años. Atria se encontró sorprendida al ver que su boggart era Harry y, por unos segundos, llegó a pensar que era real, que de verdad la odiaba por haberlo dejado con los muggles. Pero no era real, lo supo cuando le dijo que no quería que fuera su hermana.

Cuando terminó los exámenes respiró hondo y se encerró en la habitación para dormir hasta la hora de la cena. Era el momento perfecto para seguir probando nuevos hechizos, nadie la molestaría porque todos estarían cenando.

Cuando suena la alarma Atria es una nueva persona. Está emocionada y está descansada, así que no tarda en levantarse de la cama y se mete dentro del cuarto de baño, con su libreta. Todo está ahí dentro, así que si algo vuelve a fallar puede recuperarlo de nuevo. Fallan los primeros seis hechizos, dejándola bastante confusa sobre porqué está en el cuarto de baño con un cuaderno en las piernas, pero gracias a la nota que se había dejado a si misma vuelve a recuperarse y se pone delante del espejo. No va a probar más de siete hechizos, Hermione había leído algo sobre el poder del número siete con respecto a la magia —y la profesora Vector siempre lo menciona en Aritmancia— y, si no recuerda mal, cuando perdió la memoria otra vez, la perdió en el séptimo hechizo. No recuerda cuando le pasó en primero, pero Atria apostaría que fue en una séptima prueba.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now