Capítulo 56: No vamos a matarlo

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Harry no confiaba en Dumbledore, por eso se sabía de memoria la carta que le había mandado y que, supuestamente, le decía que iría a recogerle a las once y media de la noche de jueves al viernes. Y, como había pensando, Dumbledore no estaba en ningún lado. Era demasiado bueno salir ya de Privet Drive y más si el director iba a venir con Atria a buscarle para luego llevarle a La Madriguera. No, estaba claro que era una equivocación y por eso no se había molestado en preparar el baúl. Aunque su reloj pitó marcando las doce de la noche, eso le asustó y pudo ver cómo, en la calle, una de las farolas se apagaba de golpe. Un hombre con una capa se inclinaba para sujetar el pelo de una chica que estaba vomitando sobre uno de los setos y Harry se puso a recoger lo más rápido que pudo.

Pues si que había venido a por él. Y con Atria.

El timbre de la puerta sonó y Vernon Dursley no tardó en quejarse, así que Harry salió corriendo escaleras abajo para ver en la puerta a Dumbledore con una pequeña sonrisa y a Atria con cara de muerta. Porque no había otra definición para la cara de su hermana.

- Buenas noches, usted debe de ser el señor Dursley. Encantado de conocerle. ¿Puedo preguntar si Harry le ha dicho que vendría a recogerlo?-en esos momentos Harry no sabe ni dónde mirar, así que decide centrarse en Atria-. Deduzco, por sus caras, que no. Sin embargo, por los tiempos que corren, vamos a fingir que nos ha invitado a entrar en su casa. Su sobrina se ha mareado un poco con la desaparición conjunta, ¿le importaría darle un vaso de agua?

Dumbledore entra al salón como había entrado anteriormente en el piso de Fred y George y se sienta en el sofá, mientras que Atria decide mantenerse lo más lejos posible del anciano.

- ¿Tú no estabas acostumbrada a desaparecerte? -dice Harry y Atria asiente.

- Con Fred y últimamente con Tonks, pero no con ese viejo chiflado, te juro que me ha hecho algo -le susurra y Harry pone los ojos en blanco-. Me ha estropeado los planes ese intento de Merlín.

- ¡Atria!

- Deja que se desahogue, Harry, es mi culpa por no avisar, tendría que haber mandado una carta antes de estropearle su noche con el señor Weasley -Atria no pensaba que podría ponerse roja por una tontería así, pero sin duda alguna nota como lo hace solo por la mala mirada que le lanza Harry.

- ¡Ya querrás tú pasar la noche con alguien y verás! -le dice y el que se suma al color rojo es Harry, junto con el pequeño grito de Petunia-. Ah, hola, tía Petunia. Sé que no te gusta que te relacionen con gente como nosotros, pero no puedo evitar querer recordarte constantemente que eres mi tía.

Y con eso entra al salón y se sienta en la primera silla que ve vacía, justo cuando Dumbledore mueve la varita para que el sofá recoja a todos los Dursley y los sienta.

- Abusaremos un poco de la hospitalidad de vuestros tíos, tenemos algunas cosas que discutir primero.

- Señor, ¿qué le ha pasado a su mano?

- Ahora no, Harry.

No se había fijado. Y era imposible no notarlo porque la mano de la varita la tenía más cerca a un estado de descomposición que al de una mano normal. ¿Qué ocultaba el viejo director? Por mucho que hablase de ello los muggles no le entenderían, así que ¿por qué ocultarlo? Si se hubiera fijado más... pero no, había estado demasiado ocupada vomitando. Quizá la mano ennegrecida daba una pista de que el poder del director se estaba debilitando y por eso había vomitado.

Y ahora tampoco sabía de dónde había salido esa copa de hidromiel que le golpeaba la cabeza. Y encima la estaban mirando todos.

- ¿Qué? -suelta antes de beberse de un trago el hidromiel. Sin duda alguna la cerveza de mantequilla está bastante mejor que esa cosa tan dulce.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu