Capítulo 42: ¿Eres tú quien llora, Harry?

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Atria se negaba a hablar con Harry. Si se quedaban a solas lo ignoraba, si decía algo no le respondía. No pensaba abrir la boca para hablarle. Primero que se disculpase porque, si él no hubiera abierto la boca, ahora no tendrían a la señora Weasley encima todo el día. Encontrar cinco minutos a solas en esa casa era, cada día, más complicado porque la señora Weasley no dejaba de mandarles tareas de limpieza que los ponía en lugares separados de las habitaciones. Aunque luego siempre encontraban la forma de escaparse a alguna de las habitaciones sin limpiar y besarse. Hasta que, normalmente, llegaba Kreacher. Y eso, a la larga, les iba a dar problemas porque el elfo cuando los veía no dejaba de murmurar la desgracia que eran para los magos y todo lo que mancillaban sus honores o algo así. Lo mejor era cuando el elfo lo mencionaba delante de Harry, que los miraba realmente mal mientras que los demás intentaban aguantar la risa. A Atria le encantaba ver como a Harry le molestaba tanto, era su forma de vengarse por la que había liado, así que alguna de las veces provocaba a Kreacher para que hablase delante de él. Hermione no estaba muy de acuerdo con utilizar al elfo de esa forma, pero Hermione no estaba de acuerdo con nada sobre Kreacher. Atria coincidía con Sirius en esta, si Kreacher no fuera así estaría encantada de mostrarle un poco de respeto. En esos momentos lo único que consideraba era su muerte delante de Walburga.

El día antes de la visita de Harry al Ministerio de Magia, Atria estuvo durmiendo toda la tarde hasta que Sirius fue a buscarla para ir con Remus. Tenía la poción matalobos, pero no era lo mismo pasar la noche solo que acompañado, así que ambos fueron con él.

— Ve a coger el sándwich, te espero en tu casa —dice Sirius antes de desaparecerse y Atria se estira en la cama.

Cuando baja todos están ya cenando y ella se limita a coger su sándwich sin mirar a Harry siquiera, que no aparta la mirada de ella.

— ¿A dónde vas? —le pregunta cuando va a salir de la cocina, pero ella sigue subiendo las escaleras como si nada—. ¡Atria!

— Va con Remus, hoy es luna llena —dice entonces Fred, y se levanta de la mesa mientras que Molly le fulmina con la mirada porque se ha levantado en mitad de la cena y porque si se va estarán a solas. Y si no se lo cuentan Molly Weasley tiene claro que no les piensa dejar acercarse más de la cuenta—. Voy a llevarla el otro sándwich, solo ha cogido uno.

— Voy contigo —dice Harry y Fred se encoge de hombros. Aunque en realidad quiere dejarle bien clavado a la silla porque así no puede decirle adiós a Atria.

Suben hasta el salón, donde han conectado la chimenea con La Cueva y Atria está delante, casi devorando el sándwich. Tiene una mano cerrada en un puño, lleno de polvos flu y la varita se le vuelve a salir de los pantalones. Así que Fred se acerca a ella para guardársela.

— Toma, mamá te ha hecho otro sándwich —como Harry está todavía en la puerta de la habitación, aprovecha para darle un beso rápido en la cabeza.

— Dale las gracias —responde ella, y se pone de puntillas para darle un beso en la mejilla a Fred.

— Ten cuidado.

A Harry le llega el susurro, el tono de preocupación. Y, de golpe, todo el enfado desaparece. Bueno, no todo, pero si gran parte de él porque Fred de verdad se preocupa por Atria y no va a hacerla nada. Y probablemente tampoco intente sustituirle ni nada por el estilo. ¿Por qué había estado enfadado en primer lugar? Así que sale de la habitación, asegurándose de que oyen como cierra la puerta. Tienen derecho a estar al menos cinco minutos solos.

— ¿Se acaba de ir? —Atria se aleja un momento para mirar hacia la puerta y lo ve. De verdad los ha dejado a solas.

— No pienso desaprovechar un momento a solas contigo.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora