Capítulo 20: El dementor

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Atria se aburría. Se aburría tanto que pensaba que le iba a dar algo. Luego la llamaban a ella traidora por irse una semana, pero los gemelos se habían ido a Egipto. Sí, le habían ofrecido ir con ellos, pero no podía irse con una hoja de mandrágora en la boca y, mucho menos, a un lugar donde no había rocío. Así que se había quedado en casa, con Remus. Las primas O'Brien estaban en casa de sus abuelos, por lo que era imposible visitarlas. Katie visitando a unos tíos en Escocia, Alicia de vacaciones en Noruega, Angelina en Portugal y Hermione en Francia. Oh, y Harry seguía con los muggles, quienes le habían prohibido acercarse a la casa por un intento de visita a Harry en el que, por completo accidente, había acabado con las rosas de tía Petunia. Lo peor es que había sido un accidente de verdad, Atria no recordaba llevar en el bolsillo una poción que eliminaba tinta y, por lo visto, mataba rosales. Se había tropezado mientras que iba andando con Dudley y... el resto era historia del día anterior, cuando Lyall pasó a recogerla para llevarla a su casa. Lo único bueno de todo eso era que, antes de ir a casa de Harry, se había podido sacar la hoja de mandrágora y ya tenía guardada la poción en un calcetín. Lo malo es que Remus no venía a casa de Lyall hasta dentro de una semana porque tenía que "solucionar unos asuntos". Cuando El Profeta anunció la huida de Sirius de Azkaban —por supuesto, con el claro "ni una sola palabra a Harry tenemos que aislarlo más del mundo mágico" por parte de Dumbledore—Atria y Remus habían discutido por Sirius y, desde entonces, apenas se hablaban, así que estar en casa de Lyall era lo más cómodo, a pesar de todo lo que se aburría.

— ¿No crees que deberías dormir, Atria? —Lyall Lupin era alguien agradable desde el punto de vista de la chica, pero sencillamente no era su padrino. Y, además, opinaba que Sirius era un asesino a pesar de que la historia tenía grandes agujeros que solo ella parecía notar—. Remus estará bien.

— Lo sé —murmura ella, mirando a la luna. Lyall también vive en mitad del bosque y, justo delante de la casa, tiene un enorme prado y un huerto. Es un lugar perfecto para tumbarse en la hierba y observar las estrellas.

— Sé que os peleasteis —le dice y, viendo como la niña no responde, decide acercarse un poco más—. Tiene sus motivos para no creerlo, Atria.

— Se iban a casar, lo sabes tan bien como yo —le responde ella y Lyall suspira—. Sirius no abandonaría a su prometido por lo que sea que la gente tenga en la cabeza. Voldemort no pudo ofrecerle nada para que fuera a su lado.

— Atria...

— No, Lyall, Atria no, es la verdad —dice ella, dejando de mirar a la luna y mirando al padre de su padrino. Lyall había conocido a todos los amigos de Remus y, sin duda alguna, no podía dudar de que era hija de James y Lily. La misma mirada decidida de James—. Sirius no nos traicionaría, no podría hacerlo.

— ¿Y qué es lo que crees que pasó? —le pregunta, intentando entender la mente de la niña. Tiene casi catorce años, pero muchas veces parece mucho más mayor. ¿Su hermano sería igual? ¿Tendría esa mirada o sería más como la de Lily?

— No lo sé —susurra ella—. Sé que hay algo más, algo que no sabemos, no recuerdo a Sirius totalmente porque era demasiado pequeña, pero... no pudo hacerlo.

Lyall vuelve dentro de la casa y, cuando sale de nuevo, lo hace con dos mantas. Deja una en el suelo, para tumbarse encima y la otra se la pone a Atria sobre los hombros, que sonríe. No hablan más, solo se quedan en la hierba, mirando las estrellas. Lyall sabe tratar con adolescentes, Remus no había sido el más sencillo por su licantropía, pero lo había conseguido. Quizá esperaba que él convenciera a Atria de lo correcto, pero no había forma de hacer cambiar de opinión a Atria Potter.

Remus fue a buscarla cinco días después de la luna llena. Harry había inflado el día anterior a la hermana de Vernon y luego había huido al Caldero Chorreante en el autobús noctámbulo. Atria no entendía porque tenía que volver con Remus y no podía ir con Harry al Caldero Chorreante hasta el día de su cumpleaños. Órdenes de Dumbledore, de nuevo. Así que Atria decidió encerrarse en su habitación. Ya no estaba molesta con Remus por lo de Sirius —tenía su propio plan para demostrar a todo el mundo que era inocente y había empezado a desarrollarlo desde el momento en el que volvió a casa—, ahora le molestaba la prohibición de ir a ver a su hermano al Callejón Diagon.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now