Epílogo

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No estaba siendo fácil.

Estaban en La Madriguera y todo olía a él. Todo le recordaba a él.

Y él no aparecía por ningún lado.

Harry estaba constantemente con ella, siempre pendiente de que estuviera bien, de que tuviera un hombro en el que apoyarse si lo necesitaba. Hablaba mucho con ella, le contaba cómo había sido todo desde que se fueron de la boda, le habló de la misión de Dumbledore, pero nada parecía sacar a Atria de la cama.

Tonks también lo intentaba, volcándose en su trabajo como auror para intentar no pensar en Remus y buscar a Fred, pero siempre llegaba con las malas noticias y negando.

La primera noche fue horrible.

La cama de Fred seguía oliendo a él a pesar de que llevaba sin dormir allí desde hacía un mes, cuando todavía vivían en La Madriguera porque no habían descubierto a Harry, Ron y Hermione.

Atria se aseguró de que la cama mantuviera su olor por mucho tiempo con un sencillo hechizo.

George y ella dormían ahí. O más bien fingían dormir.

George no dejaba de hablar, solo decía que tenía que estar bien, que sabía que estaba bien y, cuando alguien entraba a la habitación, se quedaba callado para que no les dijeran nada y abrazaba a Atria todo lo que podía. Luego volvía a continuar hablando de que sabía que estaba bien, que estaba vivo, solo que no podía llegar a ellos. Y el reloj lo confirmaba, el reloj marcaba que estaba en peligro. Sabían que el reloj había vuelto a funcionar porque todos apuntaban a "En casa" menos Fred. La aguja de Fred se había quedado en "En peligro".

Y Atria asentía, se lo creía y a la vez no podía dejar de ponerse en lo peor. Porque si la guerra se había llevado a Remus también se había podido llevar con la misma facilidad a Fred, el reloj no mentía, el reloj les decía que estaba en peligro y ellos no eran capaces de encontrarle.

Lo intentaban todo, hechizos localizadores, mandar lechuzas e incluso intentaron mandarle cartas con el hechizo que él mismo había creado, pero nada parecía encontrar a Fred Weasley.

Nadie en la casa estaba tranquilo, no cuando todas las noches Tonks volvía y decía que todavía nada. Todos sabían que significaba estar un día más sin noticias, sin saber donde estaba. Y Harry repetía lo que había visto cuando llegó al Bosque Prohibido.

— Le tenían atado, pero estaba consciente. Un poco desorientado, pero me gritó gilipollas y que me fuera de allí cuanto antes —le repite Harry a todos cada vez que le preguntan. No les dice nada del golpe que le dieron en la cabeza después del insulto, no lo necesitan, no necesitan saber como se quedó inconsciente en el suelo del Bosque Prohibido, no necesitan saber nada de la sangre que vio, de como intentó ir a por Fred y lo que acabó recibiendo fue la maldición cruciatus.

Le han buscado también allí, fue al primer sitio que fue George cuando todo acabó, pero era demasiado tarde porque allí no estaba. Sí que encontraron un rastro de sangre que desaparecía de la nada y Harry confirmó que sí que le habían tenido allí, atado.

Tardaron una semana en tener noticias.

Tonks no llegó sola, lo hizo acompañada de Kingsley, con los ojos rojos y en la mano llevaba dos cosas. Percy fue el primero que la vio y empezó a gritar porque no era real, no podía ser real. Molly fue la siguiente que lo vio y también se echó a llorar, abrazando a George, que no podía dejar de negar mientras que Atria se acercaba lentamente hasta las cosas.

La chaqueta que Fred llevaba en la batalla y su varita.

— Las hemos encontrado en el valle de Godric —susurra Tonks y Atria empieza a negar porque no es real, no le está diciendo eso, no puede estar diciéndole eso—. Lo siento, Atria, lo siento mucho.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now