Capítulo 70: No puedes parar tu vida por mi

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Hubo que cambiar de planes. Todo iba a ser muy seguro en un principio. Rápido y seguro. Ojoloco iba a por Harry y, mediante una aparición conjunta, se lo llevaba a La Madriguera. Pero nada era fácil con Harry Potter, así que allí estaban catorce personas, yendo al número cuatro de Privet Drive.

Hagrid iba en la moto de Sirius, en la que habían estado trabajando a contracorriente desde la boda de Remus y Tonks. El gran botón púrpura que quería instalar Hagrid no estaba listo y tampoco probado porque lo habían instalado solo unas horas antes, así que Atria rezaba porque Hagrid no tuviera que pulsarlo o quizá Harry acababa muerto. Luego estaban los thestral, de los que desmontaron tanto Bill y Fleur como Hermione y Kinglsey. Y resto de ellos habían ido en escobas, en un intento de que, si los mortifagos iban a por ellos, pudieran distraerlos lo suficiente.

— ¡Hola, hermanito! —chilló Atria cuando estuvo a su lado y se lanzó a abrazarle, aprovechando para arrancarle unos cuantos pelos por el camino—. Uy, perdón, me he enganchado en tu pelo.

— ¿Qué hacéis todos aquí? Pensaba que iba a ser algo más discreto —no puede evitar sonreír al ver a todos allí, a pesar de lo raro que es que estén en casa de sus tíos.

— Cambio de planes —gruñó Moody y empujó a Harry para pasar dentro de la casa con los dos sacos llenos de ropa—. A cubierto, vamos.

Era realmente raro estar en la cocina de sus tíos y más cuando ellos no estaban, pero sí estaba gran parte de su familia. Tanto Atria como Tonks se sentaron sobre la encimera de la cocina y los gemelos no tardaron en imitarlas —fue realmente divertido cuando Fred calculó mal y acabó con el culo dentro del fregadero, la verdad— mientras que otros, como Hermione, Remus, Fleur y Arthur optaron por sentarse en las sillas. Moody, por su parte, prefirió quedarse de pie; Ron revoloteaba alrededor de Hermione y Bill y Kingsley se habían apoyado contra los muebles de la cocina.

Luego estaban Hagrid y Mundungus. Mientras que Hagrid parecía que se hinchaba de orgullo por lo que iba a hacer, Mundungus intentaba hacerse lo más pequeño posible para que se olvidasen de él y no tener que participar en lo que venía a continuación. La verdad es que Atria no podía culparle, pero tampoco podía quejarse, él iba con su disfraz y además, se llevaba a Ojoloco.

Y empiezan los gritos en la pequeña cocina de los Dursley. Primero Harry preguntando a Kinsgley por el Primer Ministro muggle, luego Tonks anunciando que Remus y ella se habían casado y entonces Ojoloco interrumpiendo todo y explicando la situación. Atria se sabía el plan, así que se dedicó a jugar con la mano de su novio mientras que Moody explicaba que no había forma mágica de sacar a Harry de la casa sin que el Ministerio lo supiera y, por tanto, los mortifagos. Luego le dijo lo del detector, las casas seguras a las que iban a ir —a ver, la casa de Lyall estaba bien y obviamente la prefería frente a la casa de Muriel, pero joder, que Fred iba a Wetvalley, no me jodas— y, por último, la parte de la poción multijugos.

— ¡No, de ningún modo! —gritó Harry y Atria saltó de la encimera, mientras Hermione sonreía.

— Ya os dije que se lo tomaría así.

— ¡Si creéis que voy a dejar que seis personas arriesguen sus vidas..!

— Ni que fuera la primera vez —dijo Ron.

— Esto es distinto, ¡es ser yo!

— Si, bueno, a ninguno nos apetece seguir siendo tú el resto de nuestras vidas —dijo Fred, y se puso al lado de Atria—. ¡Imagina nuestra relación, Atria! Creo que no podría soportar estar en un cuerpo flacucho el resto de mi vida.

— No te preocupes, si sale mal seréis siete flacuchos los que os podréis quejar —le responde, sonriendo y esperando que Harry lo haga, pero no, él no sonríe.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now