Capítulo 60: Siento haber tardado tanto tiempo

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Atria no se movió de la enfermería en todo el domingo. Cuando se despertó y vio que Katie no estaba allí preguntó por ella a Madame Pomfrey y, en cuanto la enfermera le aclaró que estaba en San Mungo, Atria se tumbó en la cama, de espaldas a la puerta, y no se movió de allí en todo el día. Cuando entraba alguien cerraba los ojos rápidamente para fingir que estaba dormida y solía funcionar, la gente se iba, pero a veces ella también se quedaba dormida y despertaba poco después, como si Katie estuviera gritando todavía en la cama de al lado.

Madame Pomfrey la dejó quedarse el domingo y no dijo nada cuando vio que el lunes seguía sin moverse de la cama, pero por la noche acabó echándola de la enfermería y le advirtió que, como no fuera a clase el martes, tendría que contárselo a la profesora McGonagall. Así que Atria suspiró y volvió a ir a clase.

La gente preguntaba por Katie y qué le había pasado y a Atria no le hacía ninguna gracia responder, así que a todo aquel que preguntaba, lo hechizaba sin más. Por supuesto, se ganó un castigo por parte de Snape, pero tampoco le importaba mucho porque ni siquiera fue al castigo, con lo que se ganó más castigos y le contestó al profesor un "vete a la mierda" que acabó con otra semana más de castigos a los que pasaba olímpicamente de ir. Como aquella noche, que se suponía que tenía que estar haciendo copias en el despacho de Snape, pero estaba en la sala común de Gryffindor.

Que el murciélago dijera lo que le daba la gana, ella no iba a ir a un montón de castigos estúpidos por muchos puntos que le bajase a Gryffindor cada vez que no aparecía por allí.

— Hola —un murmullo la sacó de la hoja de papel en la que estaba trabajando. Le gustaba aprender, pero no estudiar, todo eso era por Katie, para que cuando volviera, pudiera tener unos apuntes en condiciones.

— Hola, Harry.

Atria se quitó las gafas y se frotó los ojos con fuerza, para después devolver las gafas a su sitio. Harry nunca había visto a Atria con aspecto tan cansado. El pelo corto no le llegaba para hacerse un moño completo, así que su hermana se recogía lo que podía, dejando el resto suelto y bastante revuelto, probablemente porque tenía a su micropuff jugando en su pelo. Tampoco la veía mucho con las gafas, lo cual probaba lo poco que, en general, estaba con Atria.

— ¿Quieres ver el libro?

Hermione lo había pensado, que quizá que Atria examinase el libro del Príncipe Mestizo la animaba un poco, y cuando Atria asintió Harry sonrió. Iban por buen camino.

O, al menos, eso parecía hasta que Atria empezó a bufar al leer las instrucciones.

— Menuda copia más descarada de los apuntes del abuelo han hecho —dice, según va pasando las páginas. En algunas frunce el ceño y acerca más la cara al libro, en otras pone cara de asco y, en algunas de ellas, se ríe—. No sé de quién será, pero madre mía, que cara tiene de poner estas anotaciones.

— Al final del libro pone que es propiedad de El Príncipe Mestizo —dice Harry y a Atria se le escapa una carcajada.

— ¿Quién se pone ese apodo? Madre mía, tiene que ser alguien lamentable —dice mientras que pasa las páginas hasta el final. El problema está en que ese nombre le suena de algo—. Me da hasta pena, creo que ha robado todos estos apuntes, en los cuadernos de mamá hay notas similares escritas por papá y, por lo que me ha contado Remus, era muy dado a compartirlas en clases de pociones a gritos.

— ¿Crees que es de papá? —pregunta Harry y Atria niega.

— Esa no es su letra, además, Cornamenta, ¿recuerdas? Papá era un pringado que adoraba jugar con su pelo, pero ni siquiera él era tan lamentable como este Príncipe —la burla en el tono de Atria hace que Harry se ría—. Tengo dos teorías, el libro puede ser de alguien que iba a clase con el abuelo y, observándole, copio todo.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now