Capítulo 11: (No) Llamar a la puerta

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Atria esperaba que la lluvia relajase un poco a Oliver con los entrenamientos, pero sabía que era una estupidez porque ni siquiera la nieve le había relajado. Así se encontraban practicando bajo un día húmedo y con barro en los lugares más inesperados. Ducharse en los vestuarios cuando acabase el entrenamiento era una locura por el frío que hacía, así que tendrían que volver al castillo llenos de barro. Atria creía que tenía barro hasta en las cejas y, probablemente, dentro de los oídos porque no podía haber oído bien lo que había dicho Oliver.

— ¿Snape va a ser el árbitro? —dice George, tras casi caerse de su escoba de verdad.

— Tengo barro en los oídos, ¿verdad? Por eso oigo Snape y árbitro del próximo partido en la misma frase, ¿no? —dice Atria, pero cuando ve la mirada de Oliver, furiosa, entiende que no.

— No va a ser imparcial si podemos sobrepasar a Slytherin —se queja George y en ese momento todos vuelan junto a él, para apoyarle.

— Ya lo sé, no es mi culpa —dice Oliver, y parece realmente frustrado con la situación—. Lo que tenemos que hacer es asegurarnos de jugar limpio en el próximo partido, no podemos darle lo más mínimo a Snape porque nos marcará faltas al menor motivo.

El entrenamiento no dura mucho más y, como siempre, se quedan hablando un rato en el campo de quidditch. Todos excepto Harry, que le falta tiempo para volver al castillo. Atria suspira porque si en Navidades parecía que todo iba a ir bien desde que Harry los llevó hasta el espejo cambio totalmente. Si antes hablaban poco ahora no hablaban. Otra vez. Atria decidió centrarse en la conversación de sus amigos un poco más y acabó descubriendo sus planes. Querían hacer una pequeña fiesta. Harry y ella eran los más pequeños del equipo, los únicos que no podían ir a Hogsmeade —aunque en realidad Atria no tenía ningún problema para ir y podría llevar a Harry con ella si quisiera— a comprar algunas provisiones aprovechando la excursión que habría el próximo sábado. Y luego irían a la habitación de los gemelos y Lee, como siempre, a divertirse un poco. Oliver dijo que el sábado lo dedicaría a entrenar y que, si alguien quería unirse estaba más que invitado, pero todos le ignoraron totalmente y, por fin, volvieron al castillo. Leah hizo una mueca cuando la vio llegar llena de barro a la habitación y la mando directa a la ducha. Katie se encontraba en la cama, con gripe y por eso no había podido ir a entrenar. No podía evitar agradecer que hubieran cogido a Atria cuando la vio así porque no hubiera podido aguantar a Oliver Wood si se hubiera perdido el entrenamiento. A ese chico no parecía importarle nada que no fuera el quidditch.

— Quieren hacer una fiesta el próximo sábado —les contó Atria a sus amigas cuando salió de la ducha, totalmente limpia—. Os apuntáis, ¿no?

— Por supuesto, ¿por quién nos tomas? —le dice Leah y Atria se ríe—. ¿Están invitadas mis primas?

— ¿Por qué no podrían? Las ponemos las túnicas de Gryffindor y aquí no ha pasado nada —le dice Atria, sonriendo de oreja a oreja—. Voy a avisar a los gemelos, creo que ellos son quienes se van a encargar de conseguir todo.

Atria sale tranquilamente de la habitación y baja a la sala común para cambiar de escaleras e ir a las habitaciones de chicos, pero su hermano, lleno de barro, llama su atención. ¿No sabe qué se va a poner malo si sigue así? Vale que podría sustituirlo y Katie sustituirla a ella, pero... no, tiene que jugar él.

— El perro debe de estar custodiando la piedra filosofal de Flamel. Seguro que le pidió a Dumbledore que se la guardase porque son amigos y porque debe saber que alguien la busca. ¡Por eso quiso que sacaran la piedra de Gringotts! —oye decir a Hermione y se acerca rápidamente a ellos, frunciendo el ceño. Da un golpe en la mesa que los sobresalta a los tres y la miran con terror. ¿En qué están metidos?

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now