[2] Mors memoriae [Fred Weasley]

Capítulo 14: Es algo obvio

Como siempre las explosiones en el cuarto de los gemelos están a la orden del día. Lo único que hacen es aumentar si Atria se encuentra cerca porque, gracias a ella, cuentan con un caldero extra para hacer explotar cosas. O al menos es lo que le cuenta Ron a Harry uno de los días en los que hay siete explosiones demasiado seguidas unas de otras.

Fred había tenido razón y, como no tardaron en bajar el día que rescataron a Harry y obedecieron en todo lo que la señora Weasley les mandaba, les dejaba tranquilos con sus explosiones. Atria se había ido a dormir con Ginny, en un intento de dormir más por las noches, pero era incluso peor que con los gemelos porque Ginny tenía preguntas. Tenía tantas preguntas que Atria no sabía contestar la mayoría de ellas porque no había prestado atención. Por supuesto el tema de "¿Quién te gusta, Atria?" salió en la primera noche que durmió con ella y, de vez en cuando, volvía a salir. Ginny esperaba que la respuesta de Atria cambiara, pero ella siempre le daba la misma, "No me interesan esas cosas". Y la vez que más recientemente se la dio fue, justamente, la noche de antes de que llegaran sus cartas de Hogwarts.

Dumbledore tenía todo perfectamente controlado, por eso las cartas de Harry y Atria llegaron con las del resto y Ginny, por supuesto, tiró su cuenco de gachas al suelo cuando Harry bajó de la habitación de Ron a desayunar. Atria suspiró y se prometió a si misma trabajar con Ginny para superar ese extraño nerviosismo que tenía alrededor de su hermano. Ridículo, era realmente ridículo a la vez que demasiado gracioso.

— Vosotros también tenéis cartas —les dice a Fred y George cuando bajan, ambos todavía en pijama.

Atria ya había leído su carta y había visto la lista de libros para ese año, exactamente la misma que tenía Ginny. Era estúpida, ¿cómo iban a tener en tercero y en primero los mismos libros? Había leído algunos de los libros de Lockhart por curiosidad y parecían más novelas de ficción muggle —a las que Remus tenía bastante afición y se la había contagiado a Atria— que hechos reales. Además, todos los datos que daba sobre los hombres lobos estaban sacados de Animales fantásticos y donde encontrarlos, así que se limitaba a repetir todo lo que Newt Scamander había escrito. Y decía que la plata los mataba, lo cual era mentira, Atria ya había probado ese mito con Remus y él seguía perfectamente vivo. Aunque no le había clavado un cuchillo porque era obvio que si acuchillabas a alguien le podía pasar algo.

— A ti también te han mandado todos los libros de Lockhart —dice Fred, echando un vistazo a la carta de Harry y luego va hacia la de Atria, para ver como ella también los tiene y se sienta a su lado—. Me apuesto lo que queráis a que el puesto de Defensa Contra las Artes Oscuras lo tiene una bruja, incluso Atria tiene los libros de Lockhart.

— Ginny también los tiene —dice Atria y George levanta la mirada de su hoja para mirar de reojo a sus padres.

— Todos estos libros no resultarán baratos —dice, intentando no pensar en cómo lo van a hacer—. De hecho, los libros de Lockhart son muy caros...

— Bueno, ya veremos cómo nos las apañamos —dice la señora Weasley y Atria suspira. Si aceptasen su ayuda... —. Espero que a Ginny le valgan muchas de vuestras cosas.

— Yo tengo algunas que le pueden servir si no —dice Atria y la señora Weasley le sonríe. Al menos eso sí que lo aceptan. Y siempre puede mentir y comprar las nuevas para Ginny.

— ¿Empiezas Hogwarts este curso? —le pregunta Harry a Ginny, esperando que esta vez no salga corriendo o chille o haga cualquier cosa extraña y, cuando ve que solo asiente y mete el codo en la mantequilla, Atria solo puede pensar que podría haber sido peor. Al menos solo Harry y ella se habían dado cuenta.

— Buenos días a todos —dice Percy cuando aparece por las escaleras y Atria y los gemelos no pueden evitar poner los ojos en blanco al ver que ya está vestido y con la insignia de prefecto puesta—. Hace un hermoso día.