Capítulo 46: Por ti moriría la primera

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Los gemelos seguían enfadados al día siguiente por el castigo injusto del partido de quidditch, pero aun así encontraron las ganas para bajar al patio y empezar a jugar con la nieve. Y aprovecharon para desahogarse lanzando bolas de nieve encantadas hacia las ventanas del castillo. Atria no pudo evitar empezar a reírse a carcajadas cuando vio una cabeza pelirroja asomarse —claramente era Ron, era posible distinguirle a pesar de que estaban bastante lejos— y llenarse de una de las bolas de nieve que había encantado George. Pasaron el resto del día en la nieve, ninguno teniendo ganas de ponerse a hacer ningún tipo de deberes y solamente disfrutando el momento. Hicieron una guerra de bolas de nieve en la que Atria no dudó en aliarse con quien mejor le viniera, cambiando tantas veces de bando que al final los gemelos y Lee se aliaron contra ella y la llenaron tanto de nieve que tenía hasta dentro de los calcetines. Esa noche pasó un gran rato delante de la chimenea, intentando que el calor que le proporcionara valiera para alejar el constipado lo suficiente. Y, por si no tenía bastante con la chimenea, Fred la abrazaba por la espalda y George había sacado una manta de no sabían dónde para taparlos a todos.

— Atria, tenemos un problema, no podemos hacer las pruebas hasta dentro de un mes —Angelina había pasado un buen rato dudando entre acercase a Atria o no porque no sabía si los gemelos se lo tomarían bien. Pero al final había decidido acercarse porque si los habían expulsado no era culpa suya.

— ¿Qué? ¿Por qué? ¡No es justo, tenemos que entrenar al nuevo equipo! —Atria se sienta bien, quitándose la manta por el camino y Fred protesta porque le ha destapado.

— Puedes hablar con Angie tumbada, vuelve, tengo frío —y la empuja para volver a abrazarla. Que estén hablando del equipo delante de sus narices como si no importase le molesta, por eso necesita distraerse antes de gritar a Angelina.

— Es que se acerca el partido de Hufflepuff y Ravenclaw así que han reservado el campo casi todos los días. El resto lo tiene Slytherin.

— ¿Y qué vamos a hacer? ¿Estar sin entrenar hasta diciembre?

— Eh... no exactamente.

Lo había pensado por la noche. Atria había mencionado alguna vez que sabía jugar de más posiciones, además de cazadora.

— Quiero que me escuches antes de negarte —empieza, pero eso a Atria no le gusta cómo suena.

— No.

— ¡Atria, por favor! —Angelina se sienta de rodillas, mirando fijamente a Atria que se cruza de brazos.

— Vale, dilo ya.

— Necesito que seas golpeadora.

Tenía que decirlo rápidamente o al final no lo diría. Los gemelos se sientan rápidamente, para mirar a su antigua capitana con los ojos abiertos como platos mientras que Atria empieza a negar como loca.

— No, no, no, no, me niego, Angie, no voy a jugar como golpeadora.

— ¡Sabes hacerlo si es necesario, tú lo has dicho muchas veces! ¡Sabes que no te lo pediría si no fuera necesario!

— ¡Pues cámbiame a buscadora, no a golpeadora, llevo años sin tocar un bate!

— Te necesito como golpeadora porque sé que eres buena, has entrenado con ellos —dice, señalando los gemelos. Eso les alaga, a la vez que también les molesta un poco.

— Angie, no puedo jugar como golpeadora.

— ¡Qué te entrenen los gemelos! Por favor, Atria, te lo suplico, necesito a alguien de confianza como golpeadora, por favor, sabes que no te lo pediría si no fuera necesario —se lo está suplicando de hecho, pero parece que Atria no está convencida.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now