Capítulo 7: Harry. Otra vez.

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— ¿Y si me odia? —le preguntó Atria a Remus por quinta vez en el día. Estaban tan solo a treinta de julio y Atria estaba de los nervios. Harry cumplía años al día siguiente y Hagrid le había propuesto ir con él para buscar a su hermano pequeño—. Le dejé solo con los muggles, sería lo más normal del mundo.

— No va a odiarte, de verdad —le repite Remus, suspirando—. Es Harry, tú eres su hermana mayor, no puede odiarte.

— ¡Sí que puede, le dejé solo!

— Tienes once meses más que él, creo que entenderá que no podías hacerte cargo de él —Remus ya no sabe cómo calmar a su ahijada, que está caminando exactamente igual que cuando Lily se enteró de que estaba embarazada de ella. No para quieta. Cada año se va pareciendo más y más a su madre en los pequeños gestos, pero por la cantidad de líos que se mete en el año cualquiera diría que es como James—. Y si te odia siempre puedes empezar a utilizarle como sujeto de tus experimentos, quizá así aprende a apreciarte.

— Los sujetos somos Fred, George y yo, no planeamos probar nada en los demás que haga daño —le dice Atria, sentándose en el sofá, por fin. Pero dura poco ya que llaman a la puerta y sale corriendo a abrirla—. ¡Hagrid!

— Hola, Atria —le dice el guardabosques, sonriendo y mira dentro de la casa para ver a Remus, sentado tranquilamente con una taza de té en la mano—. Me la llevo ya, tenemos un largo día, esos muggles no dejan de moverse.

— Espero que tú tengas más suerte que yo convenciéndola de que no le va a odiar —le dice Remus, sonriendo—. Pásalo bien y...

— Sí, lo sé, no tengo que mencionarle nada de ti, lo sé —dice Atria, impaciente y mira a Hagrid—. ¿Nos vamos ya?

— Claro, ¿tienes todas tus cosas?

Atria asiente, con energía y Remus no puede evitar reírse. Hagrid es enorme, así que Atria a su lado resulta ser realmente pequeña, más que cuando se pone a su lado. Remus calcula que debe de ser ahora mismo un poco más alta de lo que era Lily, pero no cree que vaya a crecer mucho más. Atria se despide de él, dando pequeños saltos en el sitio, totalmente nerviosa y Hagrid mueve su paraguas rosa para que ambos desaparezcan. Dumbledore debe de haberle dado permiso para que haga magia, aunque está completamente seguro de que no le ha dado permiso para que venga a por Atria y eso es algo que ha salido de él. Y Remus se lo agradece, al igual que lo hace Atria.

Cuando vuelven a aparecer están en un pueblo costero, donde está a punto de desatarse la mayor tormenta del siglo, o al menos esa es la impresión que tiene Atria.

— Si alguien pregunta hemos venido volando —le dice a Atria y ella asiente con ganas— y tú, por supuesto, no has venido.

— No te preocupes, Hagrid, no diré nada, ¿sabes que tengo algunos problemas para recordar ciertas cosas que se supone que no debo estar haciendo? Esta va a ser una de ellas —le dice, sonriendo de oreja a oreja y Hagrid no puede evitar soltar una carcajada.

— ¿Te apetece que cenemos en ese pub y a las doce en punto vayamos a por Harry? Está en ese islote que hay ahí en medio, para llegar hasta allí sí que volaremos.

— Estupendo, ¡yo pido! Se me da bien hablar con muggles.

En realidad no se le da hablar con los muggles, pero teniendo en cuenta que va con un hombre que mide más de dos metros y medio a los muggles no les importan las rarezas de Atria al hablar o como mira con curiosidad ciertas cosas. Lo que conoce del mundo muggle son las cosas cotidianas como la nevera, el frigorífico, la televisión, los bolígrafos o el teléfono, no los pubs. Teóricamente ni siquiera tiene edad para entrar, pero todos los muggles están tan pendientes de Hagrid que poco les importa que se haya colado una niña de once años dentro del pub.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now