Capítulo 3: Harry

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Atria decidió que le gustaba Harry cuando, Sirius le cogió y él decidiera no llorar. Había llorado tanto con Remus como con Peter, así que cuando ella se acercó a él y vio que no lloraba, Sirius sonrió y la pequeña Atria también. No iba a robarle a Remus. Ella hablaba por los codos en su idioma, que solo entendía su padrino—James y Lily pensaban que se lo inventaba, pero realmente entendía a la niña— y sonrió al ver a su ahijada feliz con su hermano. Harry había nacido en el mismo hospital muggle que había nacido Atria, que andaba por toda la habitación tambaleándose —estaba aprendiendo a correr— y era la diversión de las enfermeras porque, pisaran donde pisaran, Atria estaba allí, intentando llamar su atención para jugar con ellas.

No pasaron mucho tiempo en el hospital, solo el justo y necesario para saber que todo estaba bien. Millicent Bagnold, la actual Ministra de Magia estaba haciendo lo imposible para intentar frenar el ascenso de Lord Voldemort al poder, pero resultaba casi imposible. Para suerte de todos los miembros de la Orden del Fénix ella también formaba parte, así que podían ir pasándose información cuando era necesario. Por eso alertó a toda la Orden de un nuevo ataque en un pueblo muggle, cercano al hospital donde estaban ellos. Y por supuesto todos salieron corriendo de allí.

Su pequeño piso era seguro, por eso Atria, Harry y Lily se escondieron allí. Atria lloraba porque no quería que se fueran ninguno del piso y, al final, la única forma que hubo de calmarla fue cuando Peter se transformó en rata y ella empezó a perseguirle por todo el salón. Esa fue la distracción que necesitaron James, Sirius y Remus para poder ir a ayudar al resto de la Orden del Fénix en la lucha.

Volvieron a casa, horas más tarde y con algunas heridas realmente feas, pero nada que no se pudiera curar con un poco de magia y descanso. Lily se subía por las paredes porque no podía estar en casa, ella quería luchar, necesitaba luchar, por mucho que acabara de dar a luz y tuviera a dos mocosos —como los llamaba Sirius de forma cariñosa— a los que cuidar. Le importaba una mierda haber dado a luz unas horas antes, solo necesitaba poder salir de allí e ir a luchar.

Los siguientes meses fueron confusos. Neville había nacido un día antes que Harry y, como no podía ser de otra forma, también lo llevaban a las reuniones de la Orden del Fénix. Augusta Longbottom se encargaba de cuidar al pequeño Neville durante ellas, al igual que cuidaba de Harry e intentaba hacerlo con Atria, que solía escaparse de ella con su sombrero en la mano. A Sirius siempre le hacía mucha gracia ver a Atria con el sombrero de la señora Longbottom en la cabeza porque le quedaba tan grande que a la pequeña no se la veía tras él.

Reunión tras reunión, pelea tras pelea, Atria, Harry y Neville iban creciendo juntos. Lily se negaba a apartarse de la acción, al igual que Alice y ambas solían ir juntas a luchar, protegiéndose mutuamente para luego volver a recoger a sus niños a casa de Augusta Longbottom. Hasta que Dumbledore las recomendó que protegieran a Neville y Harry, sin dar ninguna explicación más.

Ellas no sabían de la profecía, por eso ignoraron las recomendaciones de Dumbledore y siguieron luchando. Marlene McKinnon era otra de las que se unía a ellas para luchar en las misiones y otras veces era junto a Sirius o Remus los que la acompañaban, porque James empezó a temer por lo que había dicho Dumbledore y no dudaba en quedarse con sus pequeños. No le importaba quedarse en casa con los niños y Atria decía que era mucho mejor tener un ciervo en casa que un ser humano.

Las Navidades de 1980 fueron duras para los Potter. Encerrados en el piso compartido con Sirius y Remus, con dos niños pequeños y teniendo que salir cada dos por tres para luchar. No podían parar, no cuando cada vez más nacidos de muggles morían cada día, no cuando no dejaban de perder miembros de la Orden del Fénix por miedo a que los mataran. El inicio de 1981 fue duro porque lograron descubrir que había un espía entre sus filas, Remus tuvo que unirse a la banda de Fenrir Greyback en un intento de espiar a los hombres lobo que estaban trabajando para Voldemort y Peter no podía ir a visitarlos. Sirius solía estar insoportable, siendo animado solo por Harry, que viendo a su hermana intentaba imitarla todo lo que podía, pero con tan solo seis meses no podía hacer mucho. Atria jugaba con él, y si no lo hacía solía estar persiguiendo al gato que Lily se había encontrado unos días atrás, en la calle. Todos habían podido reconocer que ese gato era mitad kneazle y, probablemente, debía de haberlos encontrado porque olía la magia. La pequeña le había puesto el nombre de Peludito y, entre ella y Harry, le volvían loco porque el pequeño tendía a cogerle de la cola cuando estaba cerca de él.

[2] Mors memoriae [Fred Weasley]Where stories live. Discover now