Capítulo 26

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—Es impresionante.

—Lo es, ¿verdad?

—Sí...

Los dos se centraban en el mismo punto con la cabeza inclinada. La diferencia era que mientras una mirada estaba llena de repulsión, la otra lo estaba de impresión. Shazia no sabía cómo sentirse al respecto, observando la fachada de la mezquita principal de su ciudad, tan bien construida y ostentosa que acaparaba todo tipo de miradas. El sol casi oculto se reflejaba contra la enorme cúpula dorada en el centro de la estructura, y la colorida simetría árabe decoraba gran parte de las paredes exteriores.

Dejó de mirar, resignada, y paseó la vista por la gran plaza en la que se encontraban, escrutándose las manos para concentrar su malestar en aquel punto. Zayn seguía absorto. Nunca, aun habiendo recorrido más de medio mundo, había visto algo así en primera persona. Quizás no le precía más impresionante que el templo azteca que había visitado en México, o el de Japón, pero era bonito, grande, magistral.

Estuvo a punto de abrir la boca para comentar algo, pero la expresión de la morena lo hizo parar de golpe, llenándolo de preocupación.

—Shaz, ¿qué ocurre?

—Nada...— Zayn frunció el ceño sin creerla. Aclaró la garganta, e intentó contestar con más convicción— Nada, lo prometo, todo está bien.

—Ahora sí que no te creo. ¿Te encuentras mal? ¿Quieres descansar un rato? Podemos ir a una cafetería y...

—Zayn— lo interrumpió, poniendo una mano abierta sobre su pecho para que parase de hablar y de preocuparse— estoy bien, lo prometo. Solo... No me agrada la mezquita.

—¿Por qué? ¿No te gusta? Entonces visitemos otro sitio, me da igual.

— Es cierto, no me gusta, pero no en el sentido al que tú te refieres— arrugó la frente, esperando a que comprendiese a lo que se refería. — Es muy bonita.

Quiso darse un golpe en la cabeza tras caer en la realización, sintiéndose completamente estúpido por llevarla a un lugar que ella tanto evitaba. Sabía perfectamente lo poco que le gustaba a Shazia la religión con la que había tenido que crecer.

—Vámonos, seguro que hay más cosas que podamos hacer.

—No. No te voy a fastidiar la tarde. Tú no conoces esto, quieres verlo.

—Pero va en contra de tus principios.

—Lo que está en contra de mis principios ocurre adentro y lo hacen personas.

—Pero...

—De verdad, déjalo. No debería de haber reaccionado así por una cosa tan tonta.

Él negó con la cabeza, y tomándola por la muñeca comenzó a caminar en dirección contraria. La hora de turismo había terminado, y ahora lo único que quería era alejarse de ahí y encontrar cualquier otra cosa que pudiese distraerlos.

—Zayn, te dije que...

—Déjalo, Shazia— cortó secamente, mordiéndose el labio inferior. — Ya no me apetece verla.

—¿Te has enfadado? — Pregunta con una expresión de preocupación que él no ve.

—Claro que no, no seas idiota.

—Entonces, ¿por qué lo pareces? Me estás apretando mucho la muñeca.

Ipso facto afloja el agarre, dejándola ir, arrepentido. No sabía por qué había reaccionado de manera tan brusca si en verdad no había pasado nada malo. Lo más fácil sería culpar a Simon y la llamada de esta mañana, pero eso no debía justificar su repentino comportamiento. Entrecerró los ojos al girarse hacia ella, el sol cada vez más bajo y naranja le daba directo en la cara. Tomó las gafas de sol que colgaban del cuello de su camiseta y se las puso con expresión seria.

Free me | zayn |Où les histoires vivent. Découvrez maintenant