Free me | zayn |

Capítulo 7

Zayn despertó aquella mañana con el sonido del timbre de llamada del teléfono del hotel, un molesto pitido agudo perforó sus oídos. Al entreabrir los ojos, una fuerte luz procedente del ventanal unos metros más allá de su enorme cama con vistas al oeste de la ciudad, hizo que los entrecerrara.

Medio inconsciente por el sueño tomó el aparato de la mesita. Se frotó los ojos un poco legañosos. Se incorporó sobre la cabecera, las sábanas se deslizaron por su torso hasta amontonarse sobre las caderas. Clicó el botón verde.

—¿Sí? —Preguntó con voz ronca las por profundas horas de sueño que llevaba encima, viéndose obligado a carraspear para aclararla.

—Señor Malik—la aguda voz de la recepcionista sonaba un poco apurada— siento molestarlo.

—No se preocupe—contestó sin querer sonar muy cortante—¿qué sucede?

—Tiene una llamada esperando, ahora mismo le pongo con la línea.

—No, no. ¡Espera!

Demasiado tarde, antes de poder decirle a la mujer, ésta misma clicó el botón que lo ponía con una de las líneas del hotel, poniendo al moreno en un apuro.

—Cuánto tiempo, Zayn.

—Simon…— no se molestó ni en preguntarse cómo dio con él, Simon siempre encontraba a todo el mundo, daba igual que estuviese en Cancún o en Pakistán. Intentó hacerse el tonto—¿qué tal su hijito?

—Malik, no me hagas enfadar más de lo que ya estoy.

—L-lo siento.

Se rascó la nuca incómodo. Era consciente de que llevaba poco más de una semana sin dar señales de vida, y suerte tuvo que no hubiesen dado con él antes. El silencio se hizo bastante extraño, hasta que su jefe rompió con él.

—¿En qué estabas pensando, hijo?

—Yo… No lo sé.

—Esfuérzate un poquito, y quizás te salve de que seas decapitado.

Inspiró con fuerzas, su cabeza comenzó a trabajar rápidamente en busca de palabras que expresaran lo mejor posible cómo explicarle a Simon sin usar palabras ponzoñosas.

—Me estaba agobiando. Y no me refiero al que me suele dar antes de un concierto en el que me pongo afónico o cuando no estoy preparado para alguna entrevista.

—Explícate.

—Simon, tenía salir de ahí, sabes dónde me encuentro, estoy conociendo a mi familia—mintió— todo esto podía conmigo: lo de Perrie, las constantes peleas, los flashes… Necesitaba y sigo necesitando mi espacio, despejar mi mente. — Los vocablos salían apurados de su boca, trabándose de vez en cuando— sólo te pido un par de semanas más. Pon la excusa que te plazca para justificar mi ausencia, pero por favor, necesito esto, mi tiempo para mí, para pensar y volver a situarme…

—¿Sabes en el lío en el que me estás metiendo?

—Sí, soy muy consciente de ello, pero por favor Simon, te lo suplico.

Estaba preparado para recibir un no como respuesta, estaba mentalizándose de tener que comprar un billete de vuelta a casa, de llevar la bronca del año tan pronto pisara tierra inglesa. Estaba preparado para todo, menos para lo que le dijo.

—Está bien, tienes dos semanas y media, dos días antes de la entrevista con la BBC, en la explicarás tu desaparición. Ni un día más.

—¿Hablas en serio?

—Sólo te pido una cosa: enciende el maldito teléfono, llama a tus padres, están demasiado preocupados, y cuando te marque yo, espero por el bien de tu carrera que contestes.