Capítulo 4

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-¡Shazia! ¡Shazia! ¿Dónde demonios se ha metido esta niña?

Una ruda voz masculina gritaba a través de los pasillos de los establos con voz enfurecida e impaciente. La muchacha, al escucharlo, corrió hacia la primera portezuela que vio y se escondió entre las cabras, llenando su ropaje de bolitas malolientes procedentes de dichos animales, aplastando algunas con las palmas de las manos. Hizo una mueca de asco, pero lo ignoró lo mejor que pudo.

A gatas se arrastró hacia una de las alpacas de las que los cuadrúpedes se alimentaban, pegando el tronco a la paja que tanto irritaba su piel. Aunque prefería mil veces a que le saliera un sarpullido por la alergia a aguantar otra bronca de su padre.

-¿Es que no puedo tener una hija normal y obediente?- Alcanzó a escuchar entre más protestas absurdas, lo que hizo que tuviese que contener un bufido para no ser delatada.

Las cabras empezaban a rodearla con curiosidad, intentando morder la larga tela que llevaba puesta. Con una mano intentó espantarlas sin mucho éxito, por lo que tuvo que dejar que un par de animales masticasen aquella horrible prenda que la cubría por completo a excepción de su rostro hasta haberse asegurado que se encontraba sola en el lugar.

Minutos después, al asegurarse de que ya nadie se encontraba en la zona, asomó la cabeza lentamente, afirmando la soledad que inundaban los pasillos de tierra y polvo. Se levantó y sacudió un poco la falda por la zona de las rodillas, intentando deshacerse de las heces.

Sacó el brazo hacia fuera para alcanzar el pestillo de la puerta y con cuidado de no hacer ruido salió de ahí, caminando lo que le quedaba de pasillo y acariciando algunos de los animales que en la pequeña granja familiar había, terminando por llegar hasta el camello que comía tranquilo con su graciosa cara al lado del portón que daba a los campos de cultivo y pasto.

Empezó a imitar sus muecas mientras que el otros se limitaba a seguir mordiendo y masticando, haciendo caso omiso. Siempre le gustaron estos animales, se veían tan patosos y lentos  con su gran joroba y larguísimas patas que daban la impresión de que si se apoyase contra uno de sus costados, acabaría cayéndose hacia el contrario por el desequilibrio.

Sin ganas de llegar a casa caminó por los senderos que daban a las distintas divisiones de los campos, recordando cómo de pequeña sí la dejaban jugar por los pastos con sus otros hermanos y hermanas mayores, ella siempre fue la más pequeña de la familia, y la más revoltosa, sin importar que llegasen con sus ropajes llenos de barro o raspones en los codos. Recuerda que siempre llegaba con su larga trenza deshecha y su madre la miraba mal por ello, porque tardaba mucho y era costoso peinar los largos cabellos ondulados de su hija.

Su madre siempre estuvo orgullosa del opaco y azabachado cabello de su hija, alegando que era, junto con sus intensos ojos verde pardo, una belleza otorgada por los dioses que debería de agradecer. Y que por ello sería fácil casarla con cualquier hombre adinerado que se les antojase. A Shazia no le hacía mucha gracia eso, más que un regalo le parecía un castigo, y a veces, cuando veía las tijeras en la cocina, desearía cortarse el cabello como lo hizo Mulán, en un acto de pura rebeldía y decisión propia, pero nunca se atrevió por miedo a la reacción de su padre, que no dudaría en recurrir a la mano dura con ella.

Suspiró con resentimiento y se sacó las sandalias para poder sentir la seca hierba hacer cosquillas en sus descalzos pies. Las tomó con una mano, volvió a echar una mirada a los alrededores para ver si había moros a la costa. Por lo que se ve hoy era el día libre de los criados que trabajaban las tierras, por lo que se sintió libre y segura de arremangar las mangas hasta los codos y tomar la cola de la larga túnica que casi tocaba el suelo para correr con libertad por los campos, picando algunos de los caballos que pastaban a su lado y haciendo que diesen algunas de aquellas graciosas cabriolas. El potrillo que había nacido hacía tres meses y de que ella, escondida tras las alpacas, había sido testigo de su parto, siguió con curiosidad mientras Shazia corría.

Free me | zayn |Where stories live. Discover now