Capítulo 3

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No tuvo tanta suerte. Después de que unos cuantos taxistas se pelearan por llevarlo a su destino, ganó uno que no tenía ni idea de inglés. El corpulento hombre le había quitado la maleta de las manos, lanzado dentro del maletero sin ninguna delicadeza y acto seguido, prácticamente empujó al pobre británico hacia la puerta de copiloto. El pobre no sabía dónde se había metido, y algunos se habían quedado a mirar el espectáculo sin ayudar al muchacho que no entendía nada de lo que se habían gritado los taxistas entre sí.

Lo bueno es que bastó con enseñarle la notita con una dirección garabateada para que el hombre asintiese con una gran sonrisa. Con este viaje sacaría un gran beneficio, ¡dos horas de viaje! Estaba más que contento, y por ello no paraba de hablar con un Zayn muy desconcertado que no entendía ni palabra de lo que decía. Asentía a toda pregunta que creía que le formulaba, escondiéndose bajo las gafas con los brazos cruzados, en un aire algo arrogante y desinteresado.

El paisaje que le otorgaba las transparentes ventanillas del vehículo era una extraña mezcla dependiendo del tramo: zonas secas y sin ningún tipo de cultivos asimilaba ser un trozo de Sáhara, pero recorridos unos quilómetros seca vegetación amarilla o de verde oliva decoraban pequeños latifundios, además de alguna que otra casa aparentemente granjera rodeada de algunas cabras, vacas u ovejas.

Todo era tan distinto a la frondosa y verde Inglaterra a la que estaba tan acostumbrado… Pero de todos modos era bonito, y tranquilo, mucho más calmo y vacío. Sabía que eso se acabaría tan pronto entrase en la ciudad donde sus familiares vivían: una demasiado tradicional para su gusto y de muchos habitantes.

-Llegar destino- balbucea el hombre una vez frenó frente a una típica y grande casa árabe. Hubo un pequeño dilema con el dinero, ya que Zayn no traía más que libras encima y tardaron su tiempo en calcularlos a rupias.

Salió del vehículo y tomó la maleta antes de quedarse pasmado con la boca por los suelos al estudiar con más atención la morada que le esperaba unos pasos más allá. No era una mansión, pero el tamaño era considerable; la entrada, abovedada, le daba a la casa un aspecto profundo y antiguo, al igual que el color beige de las paredes y las ventanas con detalles hechos a mano. Un pequeño y seco jardín falto de vegetación adornaba la parte delantera.

 Pudo haberse quedado mirando a su alrededor cerca de diez largos minutos antes de atreverse a chocar sus nudillos sobre la plana superficie, pero finalmente lo hizo. Esperó hasta que una mujer un poco corpulenta de tez avejentada que ocultaba su cabello bajo un fino trapo negro le echó una mirada desconfiada.

-¿Sí?- Aparentaba rondar los setenta años, y por las fotografías que su padre le había mostrado, aquella era indudablemente su abuela.

-Am… Esta es la casa de los Malik, ¿no?- Pregunta en inglés.

La señora, su abuela, puso cara de no entender un pimiento. Negó con la cabeza sin saber que decir y a punto estuvo de cerrarle la puerta en las narices.

-¡Espera!- Interpuso el pie, chocando contra la esquina- ¡soy Zayn! ¡Yaser Malik es mi padre!- Intentó explicar entre palabras simples y gestos, muchos gestos desesperados y frenéticos.

-¿Yaser?- La mujer ladea la cabeza, y luego se señala con un dedo- ¿mi Yaser?

-¡Sí!- Exclamó aliviado. Sacó su pasaporte y mostró la página donde mostraba el nombre de su padre, y luego el suyo.

Se lo quedó mirando largo y tendido, y cuando puso atención en los rasgos de su nieto, encontró grandes parecidos entre su hijo y él, e incluso con su propio marido. Asintió con la cabeza, hizo sitio para que pasara y con un gesto de mano le obligó a que la siguiera hasta un enorme salón.

Free me | zayn |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora