Capítulo 40

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-Zayn- musitó por encima del viento, con la mirada perdida en el color del atardecer.

-¿Mmm?- Farfulló con los ojos cerrados en la misma posición en la que se encontraba cerca de una hora atrás: con uno de sus brazos a su alrededor y con la otra mano sujeta la manta contra su pecho, resguardándose del frío.- ¿Qué sucede?

-Necesito hablarte de algo.

Levantó un párpado para verla de reojo, su piel se veía ligeramente anaranjada por la iluminación, el rostro sereno, y serio.

-¿Sobre qué?

-Bueno, más bien es una pregunta.

-Solo dilo, Shaz.

Se llevó ambas manos a la boca, calentándolas con su aliento sin decir nada, tímida de pronto, como si no hubiese querido decir lo que dijo. Él la observaba intrigado, y ahora un poco impaciente, no tenía un buen presentimiento sobre esto, lo veía en sus ojos: no sabía si contarlo o no. Otra racha de viento sopló fuertemente, levantando las mantas y llevándose consigo un par de hojas. Ella cerró los ojos y escondió el rostro tras la tela, apoyándose más contra él, que miraba hacia arriba, estudiando unos nubarrones que comenzaban a aparecer a lo lejos: el mal tiempo estaba acercándose.

-Vamos, hablemos en casa. Esto tiene mala pinta.- Señaló hacia arriba con el índice.

Simplemente asintió, y entre los dos doblaron y recogieron todo, ambos con cojines bajo los brazos y cubriéndose cada uno con una manta. Shazia luchaba contra los mechones de cabello que se interponía en su vista, un par de veces tropezó con hoyos de algún topo, o quizás alguna madriguera. En el tercer tropezón con el que casi se cae Zayn la sujetó por el brazo, entrelazó su mano con el de ella y la ayudó por el resto del camino aunque esta se quejase y dijese que no hacía falta. Se negó porque realmente no quería ver cómo se daba de bruces.

-¿Viniste descalza todo el camino?- abrió los ojos con sorpresa al ver sus pies manchados de tierra, y Shazia se limitó a encogerse de hombros.

- Me gusta caminar así sobre la hierba.

Por un momento la vio así: descalza, el pelo hecho un desastre, mejillas sonrosadas, ojos vivos que le recordaban a los de un felino, la hierba le llegaba por mitad de los gemelos mientras caminaba por ella. Se la imaginó con ropas hecha de pieles y barro sobre su piel morena para protegerse de un sol inexistente ahora mismo, como había visto en documentales de alguna tribu. Y le cuadró, que no perteneciese a un entorno fuera de leyes y órdenes, la visualizó por unos cortos segundos viviendo por su propia cuenta, en un entorno completamente natural, con más gente como ella... ¿Podría añadirse él a ese entorno? ¿Comiendo larvas y cazando? Intentó borrarse esas ideas de la cabeza y continuó caminando con ella pegada a su costado. Se le estaba yendo la olla, aunque tuvo que reconocer que imaginarla a ella así le resultó extrañamente atractivo.

Una vez llegaron a casa dejaron las cosas en el lugar indicado, y antes de que el moreno pudiese volver a sacar el tema, Shazia habló por encima con rostro serio.

-¿Tienes hambre? Voy a preparar algo- preguntó, atándose el cabello en la nuca ahora que podía.

Se lo pensó por un momento antes de asentir. Inmediatamente desapareció por el pasillo, y se quedó ahí parado, pensando en por qué estaba actuando tan raro de pronto. No entendía su repentino cambio de humor. Temía que si comenzaba a sacar sus propias conclusiones, se volvería loco, y se pondría en la peor de las situaciones, porque adoraba eso, esperarse lo peor.

No quería ni pensar en lo que quería decirle: que ya se había cansado de él y que quería marcharse para valerse por sí misma,que de pronto se había cansado de él y que había cambiado de opinión sobre él y todo lo que le contó... ¿O quizás habría dicho algo erróneo antes? ¿Cómo podía saber? Quizás la estaba presionando mucho, quizás estaba siendo un baboso y ella se dejaba sólo porque tuvo que obedecer y someterse a otros hombres desde el día de su nacimiento, quizás... Se sintió mal consigo mismo.

Free me | zayn |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora