Capítulo 73

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No entendía por qué estaba escuchando música que emitía un ambiente tan... deprimente. Debería de estar contenta, debería de estar distribuyendo alegría por todo el vagón, llenándolo de color y buena vibra. Pero había algo en la atmósfera, en lo gris encapotado del cielo, en la lluvia fuerte y fría golpeando el cristal, en la espesa niebla, en el hombre que vestía un traje de color ceniza que leía un periódico cuya portada anunciaba malas noticias en Siria -qué sorpresa- justo en el asiento situado delante del suyo, separados por una mesa de plástico manchada por el café de otra persona. Había algo que no se lo permitía.

Quizás es por el triste momento al despedirse de su Fahim. A pesar de saber que lo vería con frecuencia, que se verían al menos una vez al mes. Verlo despedirse con una triste sonrisa asomándose por la comisura de sus labios y desganada despedida con la mano.

A lo mejor se trataba de todo en conjunto, o era solo ella. No podía saberlo con certeza.

Obviamente tenía muchas ganas de volver a vez a Zayn. De hecho no podía esperar a llegar y salir de ese depresivo tren. No podía esperar a abrazarlo, volver a tener una conversación como dios manda con Lynn sentada en el sofá de su departamento, escuchando los gritos de sus locas compañeras de fondo.

Irónico cómo aquel paisaje le había parecido precioso medio mes atrás. Una pequeña sonrisa sin humor se manifestó en sus labios. La voz de Jesse Rutherford se mezclaba con el sonido de los raíles. ¿Cómo era que conocía este grupo?

No sabía qué esperarse cuando llegase, ¿de qué humor se encontraría Zayn? Ya no estaba segura si estaba enfadado, triste o simplemente desinteresado. Su respuesta cuando dijo que llegaría a la estación a las cuatro había sido corta. Simplemente había dicho que estaría en la estación para cuando llegase, esperándola en el aparcamiento. Era seco y aburrido, no había muchos signos de emoción aparte de los emojis de un gato sonriente y otro de un pollito saliendo del cascarón que seguía sin entender muy bien. De todos modos no podía juzgar su estado de ánimo por dos simples carátulas, ¿o sí?

Observó la pantalla que colgaba del techo justo en el centro del pasillo. El mapa indicaba que faltaba cerca de una hora para su parada. Notaba cómo la cantidad de viviendas aumentaban a cada minuto, confirmando que estaba entrando en los suburbios de la ciudad.

Soltó un bostezo. No había dormido mucho aquella noche por los nervios, así que volvió a cerrar los ojos, tomando otra cabezadita antes de que llegase.


***

Preston la esperaba en la misma plataforma, la saludó con una amigable sonrisa antes de tomar su equipaje -una maleta pequeña y una mochila de tela vaquera- y guiarla hasta donde había aparcado, en la zona más lejana del aparcamiento. Caminó con nerviosismo un par de pasos detrás suya, estudiando el lugar y sintiéndose desilusionada al no ver a nadie junto al coche cuando lo reconoció. Había dicho que estaría ahí, esperándola.

El pecho se le encogió. ¡No entendía por qué era tan complicado! no había pasado nada malo, ¡nada! Pero ahí estaba, dándole vueltas a la cabeza y preguntándose qué andaba mal, si estaba imaginándose todo, que sinceramente era lo que se esperaba, o si realmente tendría que lidiar con una situación. Ya se estaba montando todas las escenas...

Justo cuando iba a preguntar a Preston por su paradero, la puerta se abrió. Primero se asomaron sus brazos tatuados, luego unas Dr. Martens verdes, vaqueros negros, y por último, una cabellera plateada.

...

Espera, ¿qué?

¿Cómo demonios podía quedarle tan bien cualquier cosa que se hiciese o vistiese?

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