Capítulo 14

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–Deberías de rendirte ya, hijo. Shazia está muerta, asúmelo.

– ¡No vuelvas a llamarme así nunca más! ¿Oíste?

Ali se cruzó de brazos desde el lado que ocupaba en el escritorio del gran despacho. Una mueca de asco y malintencionada se dibujó lentamente sobre sus labios, como si estuvieran hablando del más vil y asqueroso insecto en vez de su propia hija. Alzó la barbilla con seguridad.

–Sé que estás enfadado, Fahim, pero también sé que sufres muchas rabietas, y que se te pasan todas tarde o temprano.

–¿Crees que mi reacción por perder a mi hermana pequeña es una simple rabieta? – Vociferó, conteniéndose por no saltar encima de la mesa y estrangularlo. – ¿Estás loco acaso?

El mayor frunció el ceño en molestia, Fahim lo percibió, pero siguió poniendo el dedo en la llaga. Se inclinó hacia delante retadoramente, achinando los ojos.

–Eres un monstruo Ali, y todo el mundo terminará descubriéndolo en un momento u otro. Yo mismo me encargaré de ello.

El corpulento hombre estalló, y soltando un puñetazo al escritorio, se puso de pie, arrastrando la silla giratoria un metro atrás. Comenzó a hiperventilar, abriendo las fosas nasales y expulsando el aire con sonoridad.

–¿Y qué vas a hacer, eh? – Gritó, fuera de sí– ¿recurrir a la policía? Sabes de sobra que no darán una mierda, no tienes pruebas. ¿Quién tiene el poder aquí, Fahim? ¿Tú o yo? Sabes de sobra que yo gano siempre. Siempre.

Soltó una carcajada nerviosa y maléfica, propio de una mala película de terror. Una vez calmado, volvió a tomar asiento, observando la fulminante mirada de su hijo. La vil sonrisa volvió a él, tomando una larga inspiración. Si la maldad se pudiera definir con tan solo una imagen, la expresión de Ali en ese momento sería el ejemplo perfecto.

–Esto es Pakistán, hijo, un país para hombres– tomó unos cuantos papeles y los puso en frente suya, queriendo dar la conversación por finalizada como si no hubiese pasado nada– hice un favor al echar a esa salvaje de casa. Ahora, cierra la puerta después de irte, por favor. Tengo cosas más importantes que hacer.

Y como si no hubiese estallado en cólera hace apenas un minuto, volvió a su papeleo, ignorando por completo a Fahim, como si no fuese más que otro de sus clientes que venían a quejarse con problemas para él banales, como si no estuviese a punto de llorar de decepción. El más joven tomó aire, sin saber qué más recriminar a aquellos oídos sordos se puso en pie, y comenzó a dirigirse hacia la salida. Tomó la manilla de la pesada puerta y añadió:

– Espero que seas consciente de que no solo has perdido a Shazia, padre.

Aquella última palabra la dijo con tanta rabia, odio y enfado que se le rompió la voz al final, y su pecho se llenó de desilusión, de repulsión hacia su familia. No solamente hacia su padre, porque su madre tenía la misma culpa, y sus hermanos. Todos eran indiferentes ante la ausencia de lo que fue sin duda la más especial e inteligente entre todos ellos, a la que le esperaba un futuro prometedor.

Pero todo eran estúpidos sueños y deseos de Fahim. Ella siempre estuvo atada a una esclavitud, a una injusticia. Shazia no pudo poder tener una vida decente por culpa de todos aquellos monstruos sin escrúpulos. Sólo él pudo ver potencial en ella, y fue lo suficientemente estúpido para dejarla sola, exponerla ante el peligro, por poner los estudios por delante de su propia sangre, por no apreciar a tiempo lo que él mismo, en parte, creó.

Quizás fuese una coincidencia, quizás no, quizás fue que el destino lo quiso así. Pero a la vez que cruzaba los grandes portales del edificio empresarial del cual su padre era dueño, la decisión fue tomada: no volvería a relacionarse nunca más con su familia. Para él todo había terminado. Ya no había futuro con aquella gente.

Free me | zayn |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora