Capítulo 16

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Afuera llovía.

El tiempo se comportaba de manera realmente extraña últimamente, el cielo se nublaba y despejaba a tiempos parciales. Zayn estaba acostumbrado a que cuando llovía, el frío y la humedad se le calaran en los huesos, congelándole los dedos de los pies dentro de los mojados zapatos por pozas traidoras y que las manos se enrojeciesen. Por ello le extrañó que, al salir por la puerta giratoria después de tener que pedir un paraguas en recepción, hiciese calor, no extremo, pero sí cargante y bochornoso.

Una vez el palco de la entrada no los cubría de la lluvia, el moreno abrió el paraguas, y ambos se refugiaron bajo la tela impermeable, extrañamente incómodos por la cercanía que se vieron obligados a tomar. Tan distanciados y tan próximos. Zayn sintió la necesidad de pasar un brazo por su cintura para asegurarse de que estuviese bien protegida, y no solo de la lluvia. Pero de nuevo, como en su repentina urgencia de tomarle la mano en el pasillo del hotel, se retractó.

Estaba cayendo una bastante gorda. Gotas gruesas y contundentes impactaban fuertemente  contra el suelo, salpicando, mojándoles los zapatos y los bajos de los pantalones. Se alejaron lo máximo posible de la carretera, por la que coches pasaban apresurados y que hacían del mínimo charco un tsunami. La gente se refugiaba bajo lo que tenían a mano, maletines o chaquetas, maldiciendo el tiempo, corriendo, esquivando. El tiempo había pillado desprevenido a muchos.

Se dio cuenta de que realmente su vestimenta destacaba en comparación a la cantidad de lino que vestían.

Shazia dirigía la ruta con contenido entusiasmo. Ella deseaba ir a aquel pequeño lugar al que había ido tan solo un par de veces con Fahim, iban en las ocasiones que consiguieron escapar de las garras de su padre. Se sabía el camino de memoria, tomando como referencias tiendas y locales consiguió tomar el máximo número de atajos posibles e intentar salvarse de llegar chorreando, aunque en realidad el paraguas estaba haciendo un buen trabajo.

Zayn la observaba de soslayo de vez en cuando, aliviado de que su ánimo realmente fuese mejorando poco a poco. Pensó en cómo se vería sin esa cosa ocultándola casi al completo, en cómo su largo cabello suelto se ondularía natural y libremente, cayendo como una cascada infinita por uno de sus hombros de lo largo que lo tenía. Muchas veces comparó su melena con un río negro azabache, o como la noche en sus horas más oscuras, despejada y brillante. Se fijó que en su perfil de nariz recta y rasgos marcados una sonrisa mínima estiraba sus labios, y caminaba con paso rápido, chapoteando a tan solo cinco centímetros de él, cinco míseros centímetros de los que quiso deshacerse. Apostaría lo que fuese a que ella es de esas chicas capaces de quitar el aliento y que ni siquiera son conscientes de lo son capaces de hacer.

Sacudió la cabeza, y pensó en que el bochornoso calor le estaba aturdiendo la mente, además, sentía su frente perlarse del sudor. Le sobraba la chaqueta. Paseó la vista por las calles, en parte tan distintas de las que estaba acostumbrado a ver y vivir. Todo era tan... Árabe.

Bonito en apariencias, incluso interesante, y había cosas que despertaban su curiosidad. Pero luego recordaba el incidente de Shazia, que eso sea algo que pasa con bastante frecuencia, y la curiosidad se transforma en pura repugnancia. Le hace una mueca a un escaparate lleno de relojes y joyas.

–¡Llegamos!

Shazia se paró de golpe, sorprendiendo a Zayn, que siguió caminando sin darse cuenta por unos cuantos pasos antes de darse cuenta que dejó a la pobre bajo la lluvia. Retrocedió rápidamente y le frunció el ceño en modo de reproche, acobijándola de nuevo. Ella le rodó los ojos. Estaba exagerando mucho ese día.

–Pues vaya si no estaba lejos.

Se encogió de hombros con cierta indiferencia. Le gustaba pasear.

Free me | zayn |Where stories live. Discover now