Capítulo 15

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–¡Me aburro! – Shazia estiró las piernas a lo largo del mullido sofá, tocando ligeramente con la punta de los pies las piernas de Zayn, llamando su atención, quien tenía la mirada perdida en la Tablet. Alzó la cabeza perezosamente, encontrándose con los verdes ojos de Shazia.

Llevaban unos dos o tres días encerrados en el hotel, sin saber muy bien qué hacer. Habían hablado un poco sobre la situación de Shazia, en lo que podrían hacer al respecto, pero no se les ocurría nada, todo había quedado en que podía quedarse con él el tiempo que quisiera. Shazia pensó en llamar a su hermano, pero no sabía su número de teléfono, nunca había ido a su piso o universidad, por lo que no le quedaban muchas maneras de localizarlo. Se sintió tonta por ello. Tampoco se atrevía a acercarse a casa para ver si se encontraba ahí, era demasiado arriesgado, y tan pronto se le ocurrió la idea, Zayn la rechazó en el acto.

Sabían que Fahim era la única solución, y no había modo de comunicarse con él. Zayn se sintió egoísta, porque no estaba esforzándose al máximo para encontrarlo. Sabía que con un par de llamadas, paciencia y teniendo los contactos adecuados, habría oportunidades, pero por querer tener la compañía de Shazia y no sentirse solo, abandonó aquella idea. Y lo peor de todo es que aunque no quería entender la causa, sabía de sobra por qué lo hacía. Simplemente lo negaba, se decía a sí mismo que lo que quería era mantener a la morena a salvo, que era peligroso que se acercase a cualquier miembro de aquella degenerada familia, aunque cuando hablase de su hermano a ella le brillasen los ojos en adoración y ternura. Tampoco se fiaba de Fahim, no era seguro.

Se daba cuenta que en el fondo Shazia estaba triste, creía comprenderla perfectamente, y aun así no se daba al cien por cien para ayudarla, porque aún no sabía qué quería realmente de ella, ni qué hacer sin que se apartase.

Suspiró con fuerza y sacudió la cabeza para sacar aquellos pensamientos de su mente. Bloqueó el aparato electrónico, lo dejó encima de la mesa y se tumbó en la misma postura que Shazia, apoyando la espalda en el reposabrazos y con las piernas medio estiradas medio dobladas sobre el sofá. Sus extremidades se vieron obligadas a entrelazarse, y notó cómo las morenas mejillas de Shazia tomaron un color más rojizo.

–Yo también me aburro– concordó con una pequeña sonrisita.

Shazia bajó la vista al mando a distancia que sostenía entre sus manos, pulsando botones aleatorios y haciendo recorridos imaginarios entre la separación de éstos.

–Necesito salir de aquí, Zayn, si no tomo aire fresco me volveré loca.

–¿Te sientes lo suficientemente bien para eso? – Preguntó el moreno con preocupación, alzándose sobre sus codos.

–Sí.

–¿Segura?

–Al ciento veinte por ciento.

Asintió sin mucha convicción. Pero aun así preguntó.

–¿Y qué quieres hacer? ¿A dónde quieres ir?

–Té.

–¿Té?

–Quiero salir e ir a tomar un té.

Le lanzó una miradita con el ceño levemente fruncido y sonrisa contenida.

–¿Por qué me miras así?

–Por nada, por nada– negó con la cabeza.– Solo que más bien me esperaba algo como ir al cine o pasear.

Shazia alzó las cejas con gracia, olvidándose del control remoto entre sus manos.

–No me parece muy buena idea, teniendo en cuenta que seguramente todas las películas estén dobladas al urdú. ¿No sería un poco estúpido?

–Bueno. Ir a tomar el té suena a cosas que hacen los ancianos.– Dijo a la defensiva, negándose a darle la razón.

–¿No te gusta el té?

–No he dicho que no me gustase– se encogió de hombros antes de cambiar su expresión por una mueca irónica– soy inglés.

–Pues entonces si quieres esperamos a que sean las cinco y pedimos unas pastas– se burló, riendo quedamente.

–No estás siendo graciosa, Shazia.

Hizo chocar su rodilla con el de la morena.

–No importa– se mordió el labio, pensativa– estás aquí de visita, ¿no? Para conocer la cultura.

–Am... Sí, más o menos– hesitó.

En el rostro de Shazia se fue dibujando una gran sonrisa, todo dientes blancos y carnosos labios estirados.

– ¿Has probado alguna vez el pakistaní?

–¿Té pakistaní? Creo que no.

–¡Más razones me das! ¡Vamos!

Sintiéndose entusiasmada por tener algo nuevo que enseñarle y salir de la cómoda pero aburrida estancia, lo tomó de la muñeca y tironeó de él como una niña que le pide desesperadamente a una madre que le compre un juguete que acaba de ver en un escaparate.

–Espérate, impaciente. ¿Podemos al menos ponernos ropa de calle?

Rodó los ojos con impaciencia. Era demasiado entusiasta a veces.

–No es como que alguien vaya a ver lo que llevo puesto debajo de eso– replicó, señalando la larga túnica que colgaba en el perchero de la entrada. – Podría ir desnuda y nadie lo notaría.

Zayn abrió los ojos un instante, y se imaginó a Shazia desnuda, poniéndose la... Sacudió la cabeza,parpadeando un par de veces, e intentó disimular con una pequeña sonrisa sarcástica.

–Touché. Pero a mí sí, espera unos minutos– se deshizo de su agarre y a paso rápido se encerró en su cuarto.

Se sintió extrañada, sin entender muy bien por qué le importaba tanto cambiarse, a ella no le importaría mucho salir con cualquier cosa puesta. Pero otra vez, apenas conocía a Zayn, no sabía mucho de él, qué le gusta hacer y cómo suele comportarse normalmente. Sí, es una buena persona, y le gusta dibujar. Pero, ¿qué más? ¿Por qué tenía a veces esa mirada triste? ¿Cómo se buscaba la vida? ¿A qué se dedicaba? ¿Cuáles eran sus pasiones y ambiciones? Era todo desconocido para ella.

Tendría que preguntarle. O al menos, intentarlo. Sabía que era reservado, quizás demasiado, pero sentía curiosidad. Lo intentaría.

–Listo.

Tan pronto como se adentró en sus pensamientos, salió de ellos. Sólo para apreciar a un radiante chico. Era estúpido cómo cuanto más se fijaba en Zayn, más guapo le parecía. Y ridículamente atractivo.

Vestía pantalones y camiseta de tirantes negros. Por encima una camisa verde militar con muchos bolsillos, mangas arremangadas hasta los codos y los zapatos que usualmente utilizaba. Tatuajes se asomaban por el cuello y adornaban sus antebrazos.

En ese momento simplemente no le pareció humano, y las preguntas seguían rodando por su mente a la espera de ser pronunciadas y respondidas.

Sonrió, y se giró para tomar la túnica y Zayn hizo una mueca. La morena se cubrió el cabello y ambos salieron con un cosquilleo en las palmas de las manos con ganas de tomárselas, pero ninguno con el valor suficiente de hacerlo.


Free me | zayn |Where stories live. Discover now