Capítulo 19

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Despertó antes que ella con un sentimiento de incomodidad al respirar. Cada inspiración era corta e insuficiente, causándole un sentimiento de ahogo. Abrió los ojos agobiado y se encontró a sí mismo con la cara enterrada entre un par de mullidos cojines, cómodos pero traicioneros.

Parpadeó un par de veces para deshacerse de la borrosidad que nublaban sus ojos, y por un momento se olvidó de dónde se encontraba, por lo que se llevó una sorpresa al encontrarse a Shazia durmiendo tranquilamente a menos de medio metro de distancia. Sus manos seguían entrelazadas entre sus cálidos cuerpos, el de ella enredado entre sábanas, que cubría malamente una de sus piernas y parte del tronco. Notó su suave y relajada respiración salir por su nariz y mover algunos mechones que caían casualmente por su rostro.

Se sintió inmediatamente mucho más relajado, y apretó inconscientemente su agarre. Había acudido a su habitación realmente asustado horas atrás cuando la escuchó gritar con tanto ímpetu, y al verla tener una pesadilla de tal calibre sintió miedo por ella, por su rostro de sufrimiento y que no fuera capaz de sacarla de ella a tiempo. Estaba sudando y pataleando, su ceño fruncido en terror mientras murmuraba incoherencias, e incluso se desesperó un poco cuando al principio no era capaz de sacarla de su trance. Por eso ahora, al verla tan tranquila en un sueño relajado se sintió que estaba lo suficientemente protegida.

Con su mano libre echó hacia atrás con extremo cuidado los mechones rebeldes que escaparon de su deshecha coleta, despejando su rostro y contemplándolo con cierta admiración. Sus pestañas, incluso más largas y espesas que las suyas caían como ligeras plumas sobre los pómulos, el labio superior era ligeramente más grueso que el inferior, y estaban entreabiertos mientras dejaba salir el aire imperceptiblemente entre ellos.

Como si se tratase de las alas de una mariposa, acarició curiosamente su mejilla, sintiendo la suavidad de su piel, que brillaba con un deje incluso dorado por el sol, bajo las yemas de los dedos. Sin darse realmente cuenta de lo que hacía, repitió la acción por el perfil de su recta nariz, parándose justo cuando estuvo a punto de tocar el arco de cupido al sentir su respiración sobre sus dedos. Perfiló también sus labios gruesos, y lo pasó por encima de su labio inferior.

Tuvo ganas de probarlos, de posar sus labios sobre los de ella y robarle un beso con un apetito que no sintió nunca antes. De abrazarla y no dejarla ir, como la noche anterior. Se prohibió hacerlo casi tan rápido como aquel pensamiento cruzó su mente. Y se preguntó si alguna vez tuvo un novio, aunque fuera a costas de su padre. Si alguna vez alguien probó aquellos labios que ahora tanto le costaba ignorar, si la tocaron como él hace un par de segundos o si fue más allá. Sintió ciertos celos aun sabiendo que era algo estúpido.

¿Le gustaba? Sus sentimientos estaban siendo realmente confusos y cambiantes desde que pisó aquel país. Empezando ya por el cariño que al principio sintió por su familia paternal. Ahora le era totalmente indiferente, o eso pretendía, porque su padre tuvo razón desde el principio sobre ellos. Lo acogieron por puro interés, y le dolió más que nunca.

 Y ahora estaba Shazia. Los primeros días estaba realmente preocupado, porque no sabía qué hacer con ella, pero mientras los días fueron pasando sintió menos ganas de dejarla ir. Sí quería ayudarla, pero no quería quedarse solo, y no entendió hasta ahora que era porque realmente le gustaba su compañía y hablar con ella, y no por la simple necesidad de sentir cualquier presencia a su lado. Tenía que ser la suya.

¿Sentiría Shazia algo parecido por él? Había algo entre ellos imposible de ignorar, pero también complicado de entender. Quizás por las condiciones en las que se conocieron, quizás no. Pero existía una cierta química entre ellos, eso era bastante obvio, y no era tan solo físico.

Un suspiro por parte de la chica lo sacó de su trance, y rápidamente apartó la mano que seguía acariciando su mejilla, dejándola caer casualmente. Pestañeó un par de veces, y ojos verdes intensos y brillantes, dormidos, se encontraron los suyos de color miel. Le sonrió con pura empatía al ver la misma confusión que él mismo experimentó unos veinte minutos atrás. Shazia se la devolvió tímidamente cuando cayó en la cuenta.

—Buenos días, bonita— susurró como si aún se encontrase dormida.

—Buenos días, Zain—respondió, enfatizando el significado de su nombre. Él nunca parecía darse cuenta de ello, y le gustaba la idea de que fuese su pequeño secreto.

En ese momento se dio cuenta de que sus manos seguían entrelazadas, y se sonrojó levemente, sin saber muy bien qué hacer. Zayn dio un apretón tan solo con los dedos, y la sonrisa se amplió un poco más. Lo normal es que a esas alturas estuvieran sudadas y pegajosas, pero extrañamente, no era el caso.

—¿Dormiste bien?

—Sí...— musitó, aun sonrosada bajo su piel tostada. — Lo siento.

—¿Qué sientes? — Preguntó alzando una ceja en curiosidad.

Hundió su rostro entre las almohadas un poco más, y los mechones que Zayn había apartado volvieron a caer desordenadamente en todas direcciones.

—Por despertarte y obligar a que te quedaras.

Soltó una pequeña risa, negando con la cabeza.

—No me sentí obligado a quedarme en ningún momento, Shazia.

No dijo nada, simplemente asintió, y se vio obligada a desenlazar sus manos para apartar los molestos mechones y volver a atraparlos con la goma elástica. Se giró hasta quedar boca arriba y suspiró, llenando sus pulmones al completo, ya completamente despierta, y se perdió en sus pensamientos.

Zayn estudió su perfil, esperando nada. Se fijó en que estaba vistiendo la camiseta que le prestó el primer día, y luego percató su mirada triste y distante perdida en el techo de la habitación.

—¿Quieres contármelo? La pesadilla de ayer, digo— añadió precipitadamente al ver su confusión.

Negó con la cabeza lentamente.

—Preferiría no hacerlo.

—¿No te sientes capaz? —Volvió a negar— Comprendo. No pienso presionarte.

—Gracias— agradeció con un esbozo de sonrisa, pero sus ojos estaban mucho más brillantes ahora.

Automáticamente la atrajo a su cuerpo, justo como ayer, y la rodeó fuertemente con sus brazos.

—Por favor, no llores, no te lo mereces— suplicó con voz extremadamente baja.

Escondió el rostro contra su pecho desnudo y cerró fuertemente los ojos hasta que los nudos en su garganta y pecho se deshicieron, sin derramar ni una sola lágrima. Descubrió que sus abrazos eran una terapia contra el llanto que funcionaba, y se quedó ahí por un tiempo indeterminado.

—¿Mejor? — Preguntó cuidadosamente. Shazia asintió quedamente, sin moverse— ¿tienes hambre? ¿Quieres desayunar ahora?— esta vez negó.

—Tengo el estómago un poco revuelto. Lo único que quiero es quedarme en cama todo el día y ver muchas películas.

—Eso suena sinceramente genial. Hoy será un día de pijama, entonces. Pediré una manzanilla para ti— añadió nervioso, sintiendo la necesidad de tomar un poco de espacio, aturdido por su cercanía y el aliento cálido contra su piel desnuda.

—De acuerdo.

—De acuerdo.


Free me | zayn |Where stories live. Discover now