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Capítulo 108

BoRdErZ - ZAYN

 Salir a fuera descalzo no había sido la mejor idea. Húmedas hojas crujían bajo sus pies, como fríos bloques de hielo. Pero Harley estuvo lloriqueando por diez minutos porque necesitaba salir.  De hecho tan pronto abrió la puerta, el animal salió disparado, sin pensárselo dos veces antes de parar en seco a hacer sus necesidades.

Rió con diversión al verla tropezar con una rama y caer de morros sobre el barro. Aprovechó el momento para encender un cigarro, temblando. Habría sido buena idea ponerse algo sobre el torso. Pero solo había tenido las fuerzas y paciencia de subir un chándal por sus piernas, dejando a una letargosa Shazia cubierta en sábanas hasta la cintura y desnudo pecho solo para él para apreciar. Como una diosa rodeada de azabache y piel cálida como día de verano.

El viento de madrugada no era exactamente cálido, y tampoco acogedor el sonido de las ramas crujir ahora que se encontraba solo. De hecho, podía ver tenebrosidad en las siluetas  oscuras tomando formas monstruosas. Como si unos ojos brillantes, sedientos, lo estuviese espiando desde las sombras. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, causando que no pudiese disfrutar de su estimado tabaco.

No era un chico muy temerario, pero tenía sus límites. Y si no fuese por la luz que se colaba por las ventanas, tras escuchar el terrible chirrido de una lechuza, ya hubiese entrado, cerrado la puerta y echado el pestillo. Con o sin Harley a su lado.

Pensó: ¿podría ser esto una representación del temor, de la ansiedad que no desaparecía del inicio de su estomago? A pesar de saber que todo estaba bien, que nada terrible le fuese a pasar, esta incomodidad no desaparecía por completo. Y sabía que era algo normal, que no había nada de malo en sentirse nervioso. Pero era una sensación que odiaba, y cada vez que ponía el mínimo pensamiento en ello, era como si tuviese que comenzar terapia desde cero, recorriendo cada punto y coma en su cabeza. Rememorar cada larga sesión, realizar una llamada con su psicólogo hasta convencerse de que todo está bien, que nadie le haría daño si él no lo permitía.

Cerró los ojos, intentando concentrarse solo en las cosas buenas, en lo que merecía la pena. Como en su familia, en lo que le hacía feliz, en la chica cuyo amor sólo parecía aumentar. Su corazón siempre se volvía loco cada vez que sus pieles se rozaban, cada vez que sus labios se encontraban en un deseado beso...

Aquellas cosas eran las importantes, las que merecían el tiempo de pensar.

***  

  —Pensé que dormías.

— Hm... Te noté salir, y tenía hambre.

Cuando volvió al cuarto tras, detrás de la enorme mosquitera que caía con elegancia alrededor de un enorme colchón, se encontró con que Shazia estaba despierta. Se había puesto un blanco camisón con translucideces que dejaba poco a la imaginación, y sus labios rozaban una manzana tan roja como la sangre, a punto de dar un bocado. El cual contrastaba junto con su cabello azabache, la armonía de blancos y madera haya que componía la minimalista habitación.