47. Un camino sin retorno al aeropuerto.

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#LunesDeProblemas


"No pienses tanto, deja que la vida te sorprenda"


—Joder, Alex —suelta un bufido mi supuestamente incondicional amiga, Alice, cuando ya prácticamente arrastra sus pies por el centro comercial—. ¿Podemos comer algo? Muero de hambre.

Muere de hambre. Qué noticia.

—No —respondo sin preámbulos mientras mis ojos siguen volando de vidriera en vidriera en busca de algo que pueda usar esta noche. ¿Qué "esta noche"? ¡En dos horas! ¿Por qué tengo la manía de dejar todo para el final?

—Entonces decídete, mujer —farfulla. Soportarme es un trabajo especial que no le delego a todo el mundo. No todos son valientes como Alice Turner.

—Alice, me conoces de sobra. Sabes que soy la persona más indecisa que respira sobre la faz de la tierra.

—¿Eso también se aplica con Sean y Luke? —inquiere riendo.

—¡No, tarada! —volteo rápidamente para darle un manotazo en el brazo. No deja de reír lo cual capta unas cuantas miradas curiosas—. Deja de inventar.

Me da una mirada como diciéndome "No estoy hablando estupideces y lo sabes". Sin embargo, decide por guardarse el comentario y alzarse de hombros. Vuelve su vista al frente, mordiéndose la lengua para no estallar de nuevo.

Pongo mis ojos en blanco. Tengo que llamar a la fábrica de amigos para reclamarles una falla. ¿Sean y Luke? Acabo de salir de una relación de una manera horrible, lo último que necesito es saltar a otra.

—¡Oh! Mira ese vestido —Alice me sujeta del brazo y me sacude varias veces de manera violenta mientras su dedo índice señala un local de ropa.

Me zafo de su agarre en un movimiento brusco. ¿Por qué tanta violencia? Entrecierro mis ojos para ver con claridad. El vestido puesto en un maniquí de medidas perfectas es azul francia, ajustado y corto hasta la mitad de los muslos. Es simple, no muy llamativo, pero tiene algo que me gusta.

—Ese es —declaro asintiendo con la cabeza. Alice suspira con alivio—. Ese es el vestido perfecto.

—Vamos por el entonces —no duda en cerrar su mano en mi muñeca y tirar de mi. Pierdo el equilibrio por unos instantes, pero logro mantenerme de pie y seguirle el paso a mi amiga. ¿Quiénes la criaron, los caballos?

Al entrar a la tienda, el olor a lavanda inunda mis fosas nasales. Pongo una mueca de asco, se han pasado con el perfume. Alice también lo nota porque arruga levemente su nariz.

Una de las dependientas se acerca preguntando si buscábamos algo en especial. Asiento y le describo el vestido azul. Inmediatamente lo recuerda y nos lleva por el.

—Parece que es tu día de suerte, nos queda uno en tu talle —nos cuenta mientras observo su espalda y lo que más llama la atención, su cabello completamente gris. Artificial, por supuesto. De repente, se detiene y se gira a mirarnos. Luce apenada—. Se ha acabado tu suerte, esa chica lo tiene —señala señala con discreción a la rubia de espaldas.

Bufo. ¿Qué tienen las rubias con robarme lo mío? Debería ponerme una regla, como cero rubias o algo así.

—Uhm, bueno, gracias —murmuro—. Buscaremos algo, te aviso si necesito algo.

La dependienta estira una sonrisa falsa a niveles increíbles y voltea para irse. Pero después de todo, de algo hay que vivir.

—Vamos por el. —afirmamos con completa seguridad Alice y yo al mismo tiempo. Giro a mirarla, esto es sorprendente.

Una Casa 7 Problemas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora