22. Problemas a la vista.

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—Bien, te paso a buscar a las nueve.

Y cuando me arrepentí ya se había ido. ¿Volver a las peleas clandestinas? Esas peleas en lugares sucios, cerrados, de poca iluminación y con el suelo decorado con sangre. Donde las multitudes se arremolinan alrededor de dos tipos desquitándose a los puñetazos con la esperanza de hacer un buen dinero, hasta que uno saca una navaja y todo se va al demonio.

Un lugar encantador.

Eso forma parte de mi pasado problemático y no puedo olvidarlo si me sigo vinculando con gente como Abby. Esta decidido, podemos ser amigas pero no dejaré que me arrastre a cosas como esas.

De repente, siento una respiración a mi lado que me saca de mis pensamientos y me pone los pelos de punta. Unas manos se aferran en mi cintura y es cuando estoy lista para darle una cachetada a lo grande al imbécil, cuando me doy cuenta de que es nada más y nadie menos que Travis.

—Diva—me saluda sonriendo.

—¡Travesti!—lo abrazo saltando encima del. Me hace dar un par de vueltas en el aire. Mis pies se despegan del suelo y lo agradezco por segundos, estos tacones están matándome.

—Te extrañé —me dice. Me congelo.

Titubeo que yo también sin salir de mi estado de sorpresa. Me sorprende viniendo de él. Siento un revoloteo en mi estomago, el cual estuve sintiendo cada vez con más frecuencia al estar cerca suyo. Travis, ¿qué me estas haciendo?

—Con respecto a lo del otro día...—

—Hasta que no lo pidas de una manera decente no seré tu novia, Travis O'Connel —le interrumpo con seriedad.

—Pero quieres... ¿Verdad? —esboza una sonrisa que traiciona mis sentidos.

—Quizás...—murmuro evitando contacto visual.

—Alexandra Foster...—comienza a hacerme cosquillas. Es tanto el dolor que pase de alto que me diga Alexandra.

—¡No! —me río sin poder controlarme. Esto es como tortura—. Piedad, Travis.

—Bien —se detiene pero no quita sus manos de mi cintura—. Solo porque tú me lo pides.

—Exacto —¿por qué mas lo haría? A ver, ilumínanos. Suspiro como idiota—. Te quiero... ¿Sabes?

Mi corazón late descontroladamente. Es la primera vez que le digo esas palabras a un chico. No sé de dónde demonios salieron. Trago saliva.

Travis abre sus ojos con sorpresa. No se lo esperaba para nada.

—Yo también te quiero, Alex— deja un suave beso en mis labios.

Y eso que no somos «nada».



NARRA KATHERINE COLLINS.

La música está al tope de su poder —los vecinos no se quejan porque los tiene comprados básicamente—, el humo en el aire y el olor a amontonamiento ya me es demasiado familiar. Hasta creo que ya era muy normal.

Estoy apoyada sobre la barra improvisada que montaron los chicos, con mí vestido rosa crema hasta mitad de los muslos y unos tacones negros. Observo detenidamente a un chico rubio —bastante lindo cabe destacar— que esta charlando con sus amigos a unos metros de donde estoy.

Luce como mi próxima presa. Puede llegar a sonar hasta siniestro y psicópata pero es su culpa ser tan guapo. Le doy un sorbo a mi bebida.

De repente mi vista se ve obstruida por nada más que Cameron. Se coloca a mi frente. Que molesto.

Una Casa 7 Problemas (COMPLETA)Where stories live. Discover now