18. Conociendo a la familia O'Connel.

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—¿¡Por qué tardaste tanto?! —le regaño intentando ocultar la expresión de susto.

—¿Ves? No puedes vivir sin mí, Diva.

¿Qué dijo?

—Déjame decirte, que yo puedo vivir sin nadie —espeto mientras intento encontrar los pedazos de dignidad que se me han caído.

—Desde arriba parecías caperucita roja a punto de ser comida por el lobo —apunta Travis.

Abro mi boca con indignación.

—¿Me veías de arriba pero nunca pensaste en bajar?

—Noo, ¿cómo crees?

Pongo mis ojos en blanco ante su evidente sarcasmo. Iba a matarle en cualquier momento.

La motocicleta de Travis ya se había enfriado en estas horas que estuvimos lejos de ella. Me hace subir primero y luego lo hace él. Enciende el motor y lo hace rugir. Me aferro a su torso para no caerme y arranca. De noche la sensación es muy distinta, casi no se ve nada, exceptuando las luces de las casas a los lejos, lo demás es sonido, el lago atrás, nuestras respiraciones, el motor y el crujir de las hojas con las ruedas.

Luego de un escaso tiempo, el chico de la chaqueta de cuero detiene la moto en frente de una casa grande que pinta de sobra ser elegante. Parpadeo con sorpresa, sin dudas una de esas casas costosas que te roban el aliento.

—¿Vives aquí? —pregunto bajándome de la moto, sin dejar de admirar la casa.

—Sí —responde algo incómodo—. ¿Sorprendida?

—Bastante. No pareces al típico niño rico de estas casas.

—Las apariencias engañan —es lo único que dice en un tono de diversión. Deja un beso en mi mejilla y toma mi mano. A medida que nos acercamos a la puerta, siento los nervios recorrer cada fibra de mi cuerpo y mi corazón latir con fuerzas. Es la primera vez que voy en serio con alguien, la primera vez que voy a conocer a  mi casi suegra.

Travis lo nota. Me da un apretón y me dedica una sonrisa tranquilizadora.  Abre la puerta usando la llave que sacó de su bolsillo con su mano libre y empuja la puerta.

—¡Travis! ¿Eres tú? —una voz femenina pregunta a lo lejos y siento miles de remolinos en mi estómago, estoy asustada.

—¡Sí, má!

Si afuera es precioso ya, por dentro es una maravilla. La casa te da una sensación de calidez que hace que te caiga bien. ¿Podía una casa caerte bien? Como sea. Cada decoración luce más cara que todo lo que llevo puesto. Sin duda hubo un diseñador de interiores por aquí.

Travis me guía por la casa, y yo como tonta, quedando sorprendida por todo lo que mis ojos alcanzan a ver.

Quizás sea el hecho de que el departamento de Susan, realmente no tenía mucho espacio para decoraciones y en la casa con los chicos, toda decoración que hubo fue rota en fiestas o súper peleas entre ellos.

Primero atravesamos la sala de estar, la cual es espaciosa. Hay sillones de color negro regados por todas partes en torno a la gran pantalla plasma con almohadones en rojo que de verdad, sientan muy bien.  Pero uno de los sillones —el más grande— esta ocupado por dos chicos. Son idénticos, eso fue lo que más me sorprendió. Los dos rubios, y de ojos marrones deben de tener unos quince años, no más de eso. Al igual que Travis y Ian, guapos de naturaleza.

—Wow, Trav. ¿Es tu novia?—pregunta uno de ellos paseando sus ojos por todo mi cuerpo.

—S... No, pero ni se acerquen.

Una Casa 7 Problemas (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora