[2] Mors memoriae [Fred Weasl...

By Ogaira

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Prodigio en pociones. Creadora de hechizos. Experta en explosiones. Así se definiría Atria si tuviera que hac... More

Sinopsis
Capítulo 1: Embarazo inesperado
Capítulo 2: Nacimiento
Capítulo 3: Harry
Capítulo 4: Sacar el reflejo
Capítulo 5: Como pasa el tiempo
Capítulo 6: De naranjas va la cosa
Capítulo 7: Harry. Otra vez.
Capítulo 8: Todo queda en familia
Capítulo 9: El primer partido
Capítulo 10: El espejo de Oesed
Capítulo 11: (No) Llamar a la puerta
Capítulo 12: Eres una ladrona
Capítulo 13: Rescatando a Harry
Capítulo 14: Es algo obvio
Capítulo 15: ¿Tú no tenías huesos?
Capítulo 16: Gracias por echarte la culpa
Capítulo 17: Duermes conmigo
Capítulo 18: Tan cabezota como tus padres
Capítulo 19: No pienso en ti de esa manera
Capítulo 20: El dementor
Capítulo 21: Pero a ti si te interesa
Capítulo 22: Me atraes
Capítulo 23: El mapa
Capítulo 24: No puedes olvidarlo
Capítulo 25: ¿Me estás proponiendo una cita, Atria?
Capítulo 26: La cita más rara
Capítulo 27: Lustravi universa animo meo pueritia
Capítulo 28: Vamos, falsa novia
Capítulo 29: Perdona por despertarte
Capítulo 30: Mi túnica tiene detalles de ese color
Capítulo 31: El cáliz de fuego
Capítulo 32: Pues organízales una cita
Capítulo 33: ¿Quieres que vaya contigo?
Capítulo 34: El baile de navidad
Capítulo 35: Ridley Scott
Capítulo 36: ¿Por qué, Atria?
Capítulo 37: Claro, lo olvidamos
Capítulo 38: ¿Esto es lo que causa mi estúpida poción?
Capítulo 39: ¿Quién te dice que no es lo que quiero?
Capítulo 40: Idiotas, yo os definiría como idiotas.
Capítulo 41: Demasiado ocupada tirandote a Fred
Capítulo 42: ¿Eres tú quien llora, Harry?
Capítulo 44: Arrumacos
Capítulo 45: No necesitábamos volver
Capítulo 46: Por ti moriría la primera
Capítulo 47: Wetvalley
Capítulo 48: Expecto patronum
Capítulo 49: Tiene mierda de lechuza en el abrigo
Capítulo 50: ¿Qué vas a hacer sin nosotros?
Capítulo 51: Las cartas
Capítulo 52: ¿QUÉ COJONES TE PASA?
Capítulo 53: ¡Bienvenida a la familia, cuñada!
Capítulo 54: ¿Qué he robado?
Capítulo 55: Quiero que te escondas
Capítulo 56: No vamos a matarlo
Capítulo 57: Solo por sangre o saliva
Capítulo 58: Ojalá vivir aquí
Capítulo 59: Deberes de Premio Anual
Capítulo 60: Siento haber tardado tanto tiempo
Capítulo 61: Un par de calamares extendiendo los tentáculos
Capítulo 62: Total, solo sabe cagarla.
Capítulo 63: No me odies tu también, Fred
Capítulo 64: Esto es como en los institutos muggles
Capítulo 65: Puede estar muerto en una cuneta
Capítulo 66: ¿Seguro que no estás drogado?
Capítulo 67: Por eso eres mi hermano favorito
Capítulo 68: ¿De qué color es el oso?
Capítulo 69: Sí, voy contigo.
Capítulo 70: No puedes parar tu vida por mi
Capítulo 71: Perfecta para unirte a nosotros
Capítulo 72: Había que justificar lo de los anillos
Capítulo 73:¿Te casas nada más salir de Hogwarts?
Capítulo 74: Soy más Lupin que Potter y Weasley
Capítulo 75: Tenía miedo, Atria
Capítulo 76: No sois bienvenidos
Capítulo 77: Pensaban que tenían tiempo
Capítulo 78: Sumáis treinta y cinco
Capítulo 79: Debe ir con la personalidad de psicópata
Capítulo 80: La batalla de Hogwarts
Epílogo
Agradecimientos
De las cenizas - Secuela
Doce momentos y un te quiero - Precuela

Capítulo 43: Creer en Harry

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By Ogaira

Todo había ido decentemente. Habían llegado a tiempo al tren, casi todos su amigos se habían enterado de que estaban juntos gracias a George y, lo que lo había fastidiado todo, era esa señora vestida de rosa. La espía del Ministerio. Ah, bueno, y la canción del Sombrero, que les había dicho que tenían que estar unidos. Si con eso en el Ministerio no se daban cuenta de que Voldemort había vuelto Atria estaba convencida de que no habría forma de que se dieran por enterados a no ser que cogieran al mismísimo Voldemort y lo soltasen en mitad de Hogwarts.

Que estaba diciendo, en mitad del Callejón Diagon.

Tampoco mejoraron las cosas cuando subió a la habitación. Alicia decía que sus padres no estaban convencidos del regreso de Voldemort y que no confiaban en Dumbledore y Atria tenía claro que algo le pasaba a Leah porque no había estado con ellos en el compartimento ni había ido a la habitación. Y, al día siguiente, no le dijo que se iba a desayunar con sus primas y, cuando se las encontró, ni siquiera la miraban.

— ¿Es por lo de Voldemort? —las pregunta, cogiendo a Julie por el brazo antes de que salgan del Gran Comedor—. ¿Julie?

— Sí, es por Quien-Tú-Sabes —murmura ella, para luego mirar a todos los lados.

— Pero Cedric...

— Ya sé que está muerto, Atria, ya lo sé, pero disculpa que no me crea que lo mató Quien-Tú-Sabes en persona. Y más cuando no te has dignado a escribirnos en todo el verano.

— Te prometo que quería, Julie, tienes que creerme.

Pero Julie no responde, solo niega y mira a sus primas, que también niegan. Las cuatro miran a Atria esperando una respuesta que ella no es capaz de darlas, al menos no en la puerta del Gran Comedor, con la espía del Ministerio mirándola.

— ¿Todo bien, chicas? —su voz chillona se mete en los oídos de las cinco y Atria se apresura a asentir.

— Por supuesto, profesora Umbridge —dice, pero ella no parece estar convencida así que mira a las primas O'Brien.

— ¿Os está molestando la señorita Potter? He oído que ella y su hermano son... conflictivos.

— ¡Ni mi hermano ni yo somos conflictivos! —se le escapa el grito, por supuesto. Pero era lo que quería la cara sapo. ¿Cómo se llamaba? Quizá era Donna. Bueno, al menos se sabía su apellido—. Solo estamos hablando.

— Me han llegado... noticias de su comportamiento en clase, señorita Potter —seguro que había sido Snape, que ganas tenía de no tener que no volver a verle en la vida— y espero que se comporte en las mías.

— Por supuesto —que probablemente no, pero no tiene por qué saberlo. Así que se gira para mirar a sus amigas, e intenta decirles con la mirada que en esos momentos no puede hablar, pero que se lo contará todo—. Tengo que irme, Angie quería hablar de algo del equipo y... hablamos luego, chicas, por favor, venid a Gryffindor y...

— No pueden acceder a las salas comunes de otras salas, señorita Potter —¿de verdad que seguía ahí la muy tonta? Así que Atria la mira. Mira que ella no es alta, pero esa mujer es aún más bajita.

— En las reglas del colegio no hay ninguna normativa que lo impida, profesora Umbridge —si quiere reglas, seguirá las reglas. Más o menos, eso ella no tenía que saberlo—. Si me disculpa, la capitana del equipo de quidditch de Gryffindor necesita que vaya con ella. Os veo después de la cena, chicas.

Y vuelve a entrar al Gran Comedor. Angelina está hablando con Harry y los gemelos, así que Atria vuelve con ellos. Las pruebas son el viernes y tiene que estar sí o sí para poder probar a los guardianes. Así que acepta y sigue desayunando. ¿De verdad estaba todo tan mal con sus amigas?

— No soporto la idea de tener clase doble de Pociones y luego de Defensa —dice Ron, metiéndose una tostada casi entera en la boca—. ¿Cómo van los Surtidos Saltaclases?

— Te puedo dar un turrón sangranarices, te lo dejo barato —ofrece Fred y Atria se pone a negar. intentando que Ron lo vea, pero los gemelos no. Si fuera otra persona, le dejaría comprar el turrón, siendo Ron no quiere arriesgarse a que Molly se entere y se enfade.

— ¿Me lo dejas barato? ¿Por qué?

— Porque te vas a desangrar, no hemos encontrado el antídoto todavía —dice George y Ron pone los ojos en blanco.

— Eso es porque no me dejáis probarlo, en un día lo tendríais —dice Atria y Fred niega.

— No tengo ganas de ver cómo te desangras.

— Ah, ¿y yo sí tengo que ver como lo haces? ¿Recuerdas que te desmayaste cuando lo probaste? Tienes suerte de que Molly no entrase a la habitación porque si no...

— Le hubiéramos dicho que nos habíamos pegado, tampoco creas que es la primera vez que nos ve así —responde George—, pero estoy de acuerdo con Fred, te necesitamos con la sangre, sabes hacer mezclas.

— Ofendes a mis bebés, que lo sepas.

— Espero que tus bebés no causen el caos de nuevo, señorita Potter —la profesora McGonagall aparece a las espaldas de Atria y ella da un pequeño salto en el banco—. Aquí tienes tu horario.

— Gracias, profesora McGonagall, la veo ahora en clase —dice, después de mirarlo y ella parece que va a decir algo, pero avanza rápidamente sin volver a mirarla.

— Umbridge está mirando hacia aquí —le susurra Hermione, siendo la única que presta algo de atención. Harry y Ron están demasiado ocupados hablando con los gemelos y ella solo interviene cuando creen que se les está yendo—. ¿Crees que está vigilando a Harry?

— Creo que nos tiene a todos vigilados, tú incluida —eso no parece tranquilizar a Hermione, que la mira alarmada—. Harry va diciendo que Voldemort ha vuelto, ella es del Ministerio y tú estás pegada a él, ¿crees que no te va a vigilar?

— Sí, pero...

— Hablamos luego, en la sala común, creo que va a ser el único lugar seguro a partir de ahora —la interrumpe, porque ve como casualmente va a pasar demasiado cerca de Harry. Y no le pilla de camino a la mesa de los profesores—. Os dejo ya, tengo Transformaciones.

— Sí, nosotros también nos vamos, veremos si vendemos unas orejas extensibles antes de entrar a Herbología —dice Fred, poniéndose también de pie y George le sigue.

— Por cierto, Hermione, seguiremos con los anuncios de los Surtidos Saltaclases —le advierte George antes de irse y ella se cruza de brazos.

— ¿Pueden probarlo los demás, pero yo no?

— Te lo hemos dicho, necesitamos tu cerebro vivo, no probando cosas —repite George y luego mira a Fred— eso y que él se niega a usarte de conejillo de indias. Agradece que te quiere tanto porque te aseguro que desangrarte de esa forma no es agradable.

Atria niega mientras que Fred y George empiezan a discutir sobre el turrón sangranarices y las posibilidades de que, si ella lo prueba, consiga encontrar o no la solución. A mitad de camino se separa de ellos y va directa a su clase de Transformaciones. Luego pasa por la clase de Aritmancia —sin duda alguna mucho más emocionante que Adivinación— y por la tarde tiene Encantamientos y Herbología. Lo mejor de su horario es que no vuelve a tener Historia de la Magia y que, hasta el miércoles, no tiene Defensa. Porque cuando llega la cena de lo que se entera es de que no piensan enseñarles nada práctico y que, además, ya ha castigado a Harry.

— No puedes batir nuestro récord, Harry —le dice Atria cuando se sienta a cenar con él, Ron y Hermione. Oye perfectamente los susurros alrededor de ellos, todos hablando de su hermano y de que se batió en duelo con Voldemort. Alguno también se atreve a mencionar a Voldemort, pero nunca dicen el nombre, ni siquiera algo que se le acerque. 

— ¿Qué quieres decir?

— En mi primer año y el segundo de los gemelos conseguimos que nos castigaran durante el desayuno —le contesta, cogiendo un filete—. No vas a ganarnos a castigos.

— ¡No intento ganaros a castigos!

— Es mi deber, como hermana mayor, informarte de que nunca lo vas a conseguir —le dice, sonriendo. Aunque la sonrisa se le esfuma en cuanto ve como las manos de Harry tiemblan—. Oye, no los escuches, no saben de lo que hablan.

— Se creyeron lo que dijo Dumbledore antes de las vacaciones, ¿qué ha cambiado?

— No creo que se lo creyeran, Harry —Hermione lo dice, sin estar muy segura de que deba hacerlo—. Vamos, larguémonos de aquí.

Y los tres se van, casi corriendo. Atria se toma su tiempo para cenar. Angelina, Alicia y Katie se sientan al final de la mesa y Atria no tarda en coger su plato y dejarse caer a su lado.

— ¿Vosotras creéis a mi hermano? —las pregunta y las tres se miran entre sí.

— Bueno... la verdad es que es complicado creérselo —Alicia es la primera en hablar y cuando ve que Atria va a decir algo, levanta la mano—. De verdad, tienes que entendernos, de repente llegó del laberinto y le vemos en el suelo con el cuerpo de Cedric en los brazos.

— Y a ti te vemos en ese momento, llamando a tu hermano como loca, y lo siguiente que sabemos es que te has tomado una poción para no soñar y Fred te trae en brazos hasta la sala común —dice Angelina—. Y Dumbledore dice en el banquete de fin de curso que Quien-Tú-Sabes ha vuelto y que es quien ha matado a Cedric.

— Es mucho que procesar, Atria, y más viendo todo lo que ha estado diciendo El Profeta en verano —añade Katie y Atria suspira—. De verdad queremos creerlo, pero... tampoco hemos sabido nada de ti en verano y...

— Ya no tengo hambre —murmura, antes de apartar el plato y salir del Gran Comedor.

No lo creen. Nadie lo hace. Y cuando llega a la sala común las primas O'Brien no están en ningún lado y Hermione está discutiendo con los gemelos. Genial, justamente lo que le faltaba.

— ¡Escribiré a vuestra madre! —grita ella y los gemelos sí que se asustan.

— No te atreverás —dice George, pero Hermione parece decidida.

— Ya lo creo que lo haré —Hermione les contesta desafiante y Atria decide ir a ver si piensa cumplir la amenaza o no—. Que os las comáis vosotros no lo podré impedir, pero sí que se las deis a los de primero.

— Espera, ¿estáis probando con los de primero? —les pregunta y ambos asienten—. ¡Pensaba que ibais a intentarlo de tercero en adelante!

— ¡Atria!

— No, tengo razón, si ya que lo van a probar en alguien que sea de tercero en adelante.

— Escribiré a Remus —la amenaza, pero cuando ve como Atria no se inmuta, cambia—. Te incluiré en la carta para Molly.

— Técnicamente yo no he hecho nada todavía, así que pon lo que quieras —le contesta, encogiéndose de hombros—. ¿Habéis visto a Leah y las demás?

— No —contesta Fred cuando Hermione se va, todavía con la bolsa en las manos—. ¿Pasa algo?

— Están enfadadas conmigo y no creen a Harry supongo, no lo sé. Angie, Alicia y Katie tampoco lo hacen —dice, mirando al suelo. Y luego se da cuenta de algo. Lee está ahí—. ¿Tú lo crees, Lee?

— Bueno, algo tuvo que pasar con Cedric, ¿no? —dice, intentando ser suave. Aunque una parte de él no quiere pensar en que el mago más tenebroso de todos los tiempos está vivo y entre ellos porque es algo demasiado fuerte—. Harry estaba allí, así que si dice que fue Quien-Tú-Sabes le creo.

Atria no duda en abrazarle con fuerza. Y, cuando llegan las chicas, ellas también acaban diciendo que creen a Harry. Porque lo han hablado y da miedo admitirlo porque todos eran muy pequeños en la anterior guerra mágica, pero no hay pruebas de otra cosa. Además, ¿por qué iba a mentir Harry sobre ello? No tenía ningún sentido, el chico era el que más interesado estaba en que Voldemort nunca volviera. Al menos esa era la conclusión que las chicas habían llegado, una que el resto del colegio y el Ministerio de Magia no llegaban a ver.

— ¿Te vienes a dormir conmigo? —le pregunta Fred al oído y ella asiente rápidamente.

— Voy a mirar que no estén en la habitación y voy, ¿vale?

Pero no están en la habitación. Atria suspira y vuelve a la habitación de los chicos, donde están ocupados de nuevo con los turrones sangranarices. Lee se había unido al negocio y ahora era otro de los conejillos de indias de los gemelos. Pobre Lee.

— Tienes que entenderlas, ellas no saben nada de la Orden —le dice George cuando Lee se va a lavar los dientes y ella suspira.

— No es justo que vosotros pudierais mandar cartas y yo no. Estoy harta de él y de sus secretismos, por su culpa mis amigas desconfían de mi. ¿No quiere que tengamos apoyos? ¿Cómo vamos a tenerlos si no podemos hablar de ello? —dice, cruzándose de brazos. Sí, está harta de Dumbledore y sus tonterías. Si hubiera podido escribir a sus amigas en el verano ahora en la Orden seguro que serían muchísimos más porque la familia O'Brien se hubiera unido. Y eran muchos.

— Solo intenta...

— ¿Intenta qué? ¿Aislarme? ¿Qué pasa, que no soy lo suficiente fiel a él o qué? ¿Qué soy demasiado fiel a Harry como para que confíe en mí? ¡Porque me está haciendo lo mismo que a Sirius!

Ninguno de los tres eran tontos. Claro que se notaba que ellos dos eran los únicos que tenían un trato especial. No salir de la casa, no comunicarse con los demás. Pero Dumbledore no podía estar aislándolos, ¿no? Atria decide que va a meterse en la cama antes de seguir hablando de ello y se esconde entre las sábanas.

Toda la semana es igual. Clases por el día, de vez en cuando intenta hacer los deberes en la sala común —Ginny le cuenta sobre como Luna y ella han roto, siguen siendo amigas, pero Ginny cree que es demasiado peligroso con alguien del Ministerio dando vueltas por Hogwarts estar tan cerca de Luna—, se comporta durante las clases —porque teme la furia de Angelina si la castigan como a Harry— y, por supuesto, sigue intentando hablar con las primas O'Brien. Pero da igual cuanto lo intente porque ellas no quieren hablar. Incluso Cho estaba mucho más receptiva que ellas y eso que tampoco la había escrito. De vez en cuando, cuando hablabas con ella, se le notaba que seguía afectada por lo de Cedric, pero parecía que iba mejorando. Se había vuelto mucho más unida a Julie y se pasaba todo el día disculpándola ante Atria, pero no era lo suficiente. Así que Atria decidió que iba a pedirle el mapa y la capa a Harry después de las pruebas de Quidditch e iría a hablar con ellas. Tendría que hablar de la Orden y de las ordenes de Dumbledore, pero no pensaba perder a sus amigas. Si era necesario les contaría todo sobre ella, incluido que era una animaga ilegal. Lo que fuera necesario para que volvieran a hablarla.

Así que, cuando llegó el viernes, se cambió a su túnica de Quidditch y salió al campo junto a la nueva capitana, Alicia y los gemelos. Harry estaba castigado, así que Angelina estaba terriblemente enfadada. Y parecía incluso más obsesionada que Oliver, algo que ninguno pensaba que fuera a ser posible.

No fue una prueba complicada. Los únicos guardianes que podían llegar a merecer la pena eran Ron, Hopper y una chica de tercero, Vicky. Por suerte, McLaggen había sido envenenado por comer huevos de doxy por una apuesta —puede que Atria le hubiera sugerido la apuesta a Jack y Seth para que se la dijeran a McLaggen, pero no pensaba que fueran a hacerlo—, así que no tendrían que soportarle en el equipo porque ni siquiera tenía la oportunidad de presentarse.

— ¡Atria te toca!

Se supone que tienen que tirarles las quaffles para que las paren y solo la chica de tercero y Ron son capaces de parar sus tiros, lo que descalifica de inmediato a Hopper. Lo siguiente que prueba Angelina es que los guardianes sean capaces de parar ataques como tal y que los gemelos les lancen las bludgers, así que lo intentan. Pero los dos se ponen terriblemente nerviosos y, al final, Angelina acaba escogiendo a Ron.

— Espero que con un poco de entrenamiento mejore, ¿no ha entrenado nunca con vosotros? —le pregunta a Atria cuando van a cambiarse y ella se encoge de hombros.

— No lo sé, normalmente yo entreno con Ginny, no te voy a engañar. Con los gemelos he entrenado alguna vez, pero más como golpeadora que como cazadora, así que no teníamos guardián —le contesta y Angelina asiente, como si eso fuera información de vital importancia, probablemente porque mentalmente esté pensando en hablar con Ginny para ver si puede ser guardiana—. Mejorará, solo está verde porque le regalaron la escoba hace unos días, casi no ha podido volar.

— Más le vale, espero que no perdamos por su culpa.

— ¡Angie, relájate, por Morgana, que estás siendo peor que Oliver! —y Alicia da voz a los pensamientos de todos.

— No estoy siendo peor que Oliver.

— Si lo estás siendo —responden los gemelos y ella se cruza de brazos para mirar a Atria, que asiente.

— ¡No es verdad!

— No, tienes razón, Oliver solo le decía a Harry que cogiera la snitch aunque estuviera en peligro de muerte, pero al menos entendía cuando estaba castigado —le responde y eso parece que la hace reaccionar un poco.

— Puede ser que esto me venga grande —murmura y se tapa la cara con las manos durante unos segundos. Pero pronto está de nuevo de pie y sonriendo—. Prometo mejorar, ¿celebramos la nueva incorporación al equipo?

Consiguen unas cuantas cervezas de mantequilla de Hogsmeade y entonces celebran en la sala común la incorporación de Ron al equipo. El único que falta es Harry, que debía seguir en el castigo con Umbridge y Atria no apartaba la mirada del retrato. ¿Tanto tenía que copiar? Porque estaba considerando seriamente no dejar que la castigase en todo el curso, Harry debía llevar desde las cinco y era ya casi medianoche.

— Recordad, mañana tenemos entrenamiento a las dos —les repite Angelina y los tres asienten—. Y espero que ayudéis a Ron.

— ¿Ayudar a Ron? Los entrenamientos están para que practique, no tenemos que ir detrás de él para que mejore —responde Atria, pero por la mirada de Angelina entiende que, por lo visto, sí que tienen que hacerlo.

— También se lo diré a tu hermano, tenéis que entrenar con él —repite, para luego irse con Alicia y Katie, que volvían a estar muy acarameladas en un rincón de la sala común.

Poco después de medianoche, cuando Hermione estaba ya dormitando por tanto tejer gorros y los gemelos y Lee ya habían probado bastante turrón sangranarices en alguno de los niños de primero —la facilidad de detener la hemorragia no parecía tener ningún sentido—, Harry entró a la sala común tan rápido que parecía asustado. Tardó poco hablando con Ron, luego llegó Angelina y Alicia se llevó a Ron para ver si podían probarle la túnica de Oliver. Harry la saludó a distancia y luego se fue directo a hablar con Hermione. Y parecía algo molesto, de nuevo. Poco después subió casi corriendo hacia el dormitorio de los chicos y Atria decidió que iba a pasar de seguir viendo como los gemelos y Lee hacían malabares con las botellas vacías de cerveza de mantequilla e iba a ir a hablar con su hermano.

— Sé que sigues despierto —le dice cuando entra en la habitación y Harry solo se esconde aun más entre las sábanas—. Venga, Harry, ¿qué te pasa?

— Nada —podría creérselo si no le hubiera visto este verano.

— ¿Por qué estás tan enfadado? ¿Es por haberte perdido las pruebas de quidditch? ¿O por qué no te han nombrado prefecto? Anda, hazme un hueco para que al menos me siente —en realidad no le da tiempo, le da un empujón hasta que puede sentarse en la cama.

— No estoy enfadado —y se da la vuelta, dándola la espalda.

— Claro, y mis amigas tampoco lo están conmigo —hay algo raro en la forma en la que pone las manos. Principalmente porque, la que debería tener con la palma hacia abajo, no está así—. ¿Qué te pasa en la mano?

— Nada.

Y ahí sí que no se lo cree, así que solo le queda una cosa, pelearse con él para que le diera la vuelta a la mano. Y forcejean, Harry tiene fuerza, pero Atria no se deja ganar ni por un segundo. Y, finalmente, Harry se rinde —después de un quejido porque, desde luego, no se esperaba que Atria tuviera tanta fuerza— y deja que le de la vuelta a la mano. "No debo decir mentiras" está grabado en la mano de Harry, todavía con unas gotas de sangre cayendo, probablemente del forcejeo de ambos.

— ¿Qué es esto?

— Mi copia —Atria le coge la mano y, suavemente, le pasa un dedo por encima. Es una herida de verdad.

— ¿Te está haciendo esto? ¿Ha cogido un cuchillo y te lo graba o qué? ¿Qué clase de ser nos han traído para dar clase?

— Es con una pluma que tiene —murmura y Atria se levanta de la cama—. ¿A dónde vas?

— A por algo para curarte eso, cabeza de chorlito, debo de tener lo que hice para Hermione en el baúl.

— Y crees que algo que hiciste para Hermione sobre marzo puede ser válido en septiembre.

— Bueno, si cerré bien el tarro sí. De todos modos, lo único que te puede pasar es que no te lo cure y se te hinche la mano. Te librarías del entrenamiento de mañana, creo que Angie va a ser peor que Oliver.

Por suerte, cuando Atria volvió con la crema la mano de Harry no se hinchó, si no que las palabras cicatrizaron bastante bien y Atria le dejó el bote sobre la mesilla. Cualquiera podría pensar que todo mejoró al día siguiente, pero el entramiento fue un desastre. Malfoy y sus amigos se habían colado en el entrenamiento y no dejaban de meterse con todos. Con Ron por su escoba, con Angelina por su peinado y con Harry por la cicatriz. Luego Ron consiguió, por fin, atrapar una quaffle se la lanzó tan fuerte a la cara que la nariz empezó a sangrarle.

— Espero que el que me des sea el correcto —le dice a Fred cuando ve como le tiende una pastilla morada. No está muy convencida del color, porque juraría que la parte para parar era de otro tono, pero lo coge igualmente. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

— Sí, tiene que ser esa —dice él, pero al poco rato descubren que se equivocan.

Atria no deja de sangrar ni por un instante. Da igual que intente pararlo, algo tenía que haber mal en ese turrón sangranarices —porque estaba claro que no era el antídoto— que le estaba provocando sangrar tanto.

— Será mejor que la llevemos a la enfermería —dice George, viendo como aquello no para por mucho que Atria lo intenta. Tiene la manga de la túnica de quidditch llena de sangre que llega incluso a gotear.

— Tendríais que haberme dejado probarlas, par de babuinos —le contesta ella—. Ahora no me estaría desangrando.

— Sí, sí, ya lo sabemos, venga, déjale la escoba a Harry y ven aquí, Madame Pomfrey sabrá parar eso —dice Fred, cogiéndola de la cintura y sentándola frente a él. A Alicia se le escapa un pequeño "que monos" que acaba con una mirada fulminante de Angelina.

— En los partidos te quiero centrado en todos, Fred, no solo en Atria —le advierte y entonces ella bufa.

— Angie, por favor, que le has visto jugar cuando estaba contigo y estaba igual de centrado —Atria de verdad que intenta entender qué demonios le ha poseido a Angelina para estar tan preocupada por absolutamente todo. El único problema real que tenían ahora era Ron y su falta de entrenamiento, pero no era nada que no pudieran arreglar con un poco de tiempo.

— En el último partido fue a rescatarte cuando te tiraron de la escoba —en realidad lo que está pensando es que Fred no se había distraído justamente porque estaba con ella y no con Atria. Porque la verdad es que sí que le preocupa que ambos se distraigan con el otro ahora que están saliendo.

— Se me ocurre que quizá fue porque me tiraron de la escoba, Angie —Atria tiene que volver a apretarse la nariz, viendo que con la manga no mejora—. Vamos a hacerlo bien en los partidos, ¡seguimos siendo el mismo equipo!

— ¡No, nos falta Oliver!

— ¡Y el resto somos los mismos! Ron, no te ofendas —dice, mirándole, pero no hace caso porque está demasiado pendiente de los Slytherin—. Mira, Ron podrá estar verde, pero mejorará, es la primera vez que entrena con todo el equipo.

— ¿Por qué no dejáis la charla esta para cuando no te estés desangrando, Atria? —no quiere que se note, pero está nervioso. Nunca habían visto a alguien sangrando tanto, entre el golpe de Ron y el turrón, Atria parecía que se iba a quedar sin sangre.

Ella va a protestar, pero George parece estar de acuerdo con la idea y empuja a Fred para que empiece a volar hacia la enfermería. Madame Pomfrey no se sorprende al ver a los tres allí, y sin que digan nada supone que ha tenido algo que ver con el entrenamiento de quidditch. No tarda en parar el sangrado de Atria y la recomienda irse a comer algo y luego a descansar, pero ella tiene otros planes. Intentar diseñar algo nuevo para parar el sangrado.Porque ahora que lo ha probado entiende un poco que está pasando. Probablemente pocos ingredientes para espesar un poco la sangre para que deje de salir a chorros.

Aunque cuando llega a la habitación no se pone a hacerlo.

Leah, Beth, Ciara y Julie están allí.

— ¡No os vayáis! —Atria encanta la puerta al ver como las cuatro se levantan—. Por favor, os voy a explicar todo, de verdad.

— ¿Y si no queremos tus explicaciones? —pregunta Leah y lo nota. Está enfadada, muy enfadada. Ella también lo estaría—. ¡Te hemos mandado muchas cartas, Atria, muchas! ¡No has contestado ninguna!

— ¡Después de lo de Cedric pensábamos que te podría haber pasado algo! —Julie lo chilla y Atria mira al suelo.

— Lo siento, de verdad que lo siento —murmura—. No tengo excusa, solo puedo explicarlo todo.

— Pues explícate.

Beth es cortante, pero es lo que necesita Atria para empezar a hablar. Les cuenta la primera verdad, que Sirius Black es inocente —le dedica unos precisoso minutos a Peter, donde solo se dedica a insultarle con tantas ganas que Beth tiene que cortarla para que siga contando cosas— y que es el padrino de su hermano. Luego que ha estado en su casa todo el verano, encerrada. Les habla de la Orden y la intención que tienen, parar a Voldemort antes de que se haga más fuerte y empiece a tener más seguidores. Y luego menciona las ordenes de Dumbledore.

— Os prometo que os he querido escribir todo el verano, tampoco he podido escribir a Harry y él también estaba muy enfadado conmigo. Lo intenté, pero todo lo que enviaba se quemaba en cuanto salía por la ventana —dice, esperando que no suene como una excusa cuando es la realidad—. Y cuando intentaba darle las cartas a los demás para que las enviaran por mí también ardían. Lo único que conseguí que saliera por la ventana fue una carta para Charlie que escribió Fred y creo que porque le preguntaba por ingredientes para pociones única y exclusivamente.

— ¿Y las nuestras? ¿No te han llegado? —Atria niega ante la pregunta de Ciara y parece que ella se pone a pensar—. Me gustan los misterios, veré si encuentro algo que pueda funcionar así.

— ¿Me creéis? —necesita a sus amigas. A las cuatro. Siempre están ahí, aunque no siempre estén hablando. Las echa de menos, no quiere perderlas, no ahora, no puede perderlas ahora.

Beth es la primera que asiente y Atria se lanza a abrazarla. Luego Ciara asiente y Atria la obliga a unirse al abrazo. Julie es la siguiente y a Atria se le escapa una lágrima que se frota rápidamente, pero cuando Leah se une al abrazo ya no para. Leah siempre será su mejor amiga y nada ni nadie podrá cambiar eso.

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Lo único que digo hoy es que mil gracias por todo porque diez mil comentarios??????? HOLA????? Os superáis, de verdad, es increíble todo esto y espero poder hacer algo pronto para agradeceros todo ♥♥♥♥

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