58. El vampiro I - Nikolas

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Nikolas - Philadelphia
Fabrica abandonada, Nov. 03:00am


Los pasos de la persona; o... sea lo que sea que ahora me acompaña en la estancia son casi tan silenciosos como la primera vez. Pero la ruidosa puerta del cuarto en donde hemos preparado la trampa desde luego que no lo es, y delata el momento exacto en que ha entrado cuando rechina al abrirse, y luego cuando se cierra con un golpe. 

Vampiro o no, viene aquí con el mismo propósito de todo aquel que cruza esa puerta. No tiene por qué ser tratado de ningún modo diferente o especial por mi parte.

—Ya pensaba que no volverías —observo sin girarme, fingiendo trabajar en algo en mi mesón—. Tengo lo que viniste a buscar justo aquí, solo dame un momento y haremos negocios.

Cuando doy la vuelta, tal y como la primera vez, el sujeto tiene el rostro por completo cubierto. Una capucha sobre la cabeza, y un cubrebocas hasta los ojos, los cuales están ocultos tras un par de gafas oscuras, aunque la iluminación del lugar es casi nula.

—Es curioso —dice aquel; la voz mitigada detrás de la máscara—. No dije cuando vendría, pero es como si me hubieses estado esperando.

Es astuto; eso tengo que concedérselo. 

Parece en estado de alerta. Mira de forma inquisitiva por los rincones y está atento a cada uno de mis movimientos. Procuro dar poca importancia al responder, y me encojo perezosamente de hombros.

—Esta es la hora preferida de todos mis clientes. No eres muy original; lamento decepcionarte —alargo una sonrisa—. ¿Quieres ver la mercancía o no?

Sin esperar respuestas de su parte, alcanzo de encima del mesón una caja alargada y la abro frente a sus ojos mostrándole un lote de treinta virotes idénticos a los que le vendí con la ballesta en la ocasión anterior.

—Procura que te duren esta vez. No soy tan rápido, bombón; necesito tiempo para fabricar más. En fin, están igual de afilados que los primeros —le digo al momento de extraer uno de la caja, y cuya punta palpó un par de veces con el dedo índice. En un pequeño afán de experimentación doy un último toque sobre el filo utilizando algo más fuerza que la empleada antes, con lo cual consigo abrirme un pequeño agujero en la yema del dedo, sobre el que empieza a formarse una minúscula gota de color carmesí—. Bueno... quizás un poco más —sonrío, estrujando el corte contra mi pulgar, para después lamer la sangre sin apartarle la mirada, evaluando su reacción.

Sé que de haber estado Nevi presente, estaría sintiendo ahora su mirada de cuchillas sobre la nuca, pero la idea de jugar un poco me resulta irresistible. Aquel me contempla poco impresionado, y empiezo a creer que es lo mismo que para un humano común sin demasiado apetito y con la bastante fuerza de voluntad ver una patata frita sobre un plato y resistir la tentación de tomarla.

Devuelvo el virote a la caja, la cierro y se la pongo al alcance, aunque sin retirar la mano de la cubierta.

—Bien. Ya has visto el acero. Pero aún no he visto nada de «verde» —le recuerdo, lo cual parece distraerlo momentáneamente de su tarea de examinar los alrededores. 

Aquel me devuelve el rostro. Siento que me observa con intensidad bajo las gafas oscuras, y entonces, de la forma más cautelosa, alcanza un fajo de billetes de su bolsillo trasero y lo pone sobre el mesón, empujándolo hacia mí. 

Lo atajo antes de que se desvíe a la orilla del mesón y caiga al suelo, y libero la caja. Me guardo el fajo en el bolsillo sin apenas mirarlo.

—¿No vas a contarlo? —observa.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora