14. Los que una vez se enfrentaron - Caleb

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Caleb - Philadelphia

Fábrica abandonada - 21.10pm


— ¡Tenías que haberlo visto! Saltó sobre él, pero Nevi se movió super rápido y lo esquivó, y luego vino Keeper y le mordió la pierna, y luego Byron le pegó un puñetazo y...

En silencio, escucho el relato de Cassie. Lo cierto es que a la historia en sí no le estoy haciendo mucho caso, pues lo que más me ha llamado la atención y más me ha sorprendido ha sido cuando me ha contado lo de su don: puede sentir el peligro. Eso me recuerda cuando nos conocimos la primera vez. Recuerdo que hubo un momento en el que quise hacerle daño a Byron. ¿Es posible que en aquella ocasión sintiera peligro viniendo de mí? ¿Es posible que... lo sienta ahora también?

— ...porque, claro, yo estaba escondida, pero le oía gritar...

Cassie sigue con su relato.

Estamos sentados sobre un viejo colchón el cual actúa como mi actual cama, apoyados en la pared de piedra, frente a un pequeño fuego que Nevi se ha molestado en encender para nosotros antes de irse a hablar con Nikolas. La sudadera de los Philies de Cassie se seca junto a él extendida sobre una piedra, para evitar que se manche en el suelo, y mientras tanto, ella se abriga con la mía. Es la primera vez que me quito la sudadera desde que estoy aquí, por temor a pasar frío, pero lo cierto es que estoy igual que con ella puesta. Me pregunto si tendrá algo que ver con... lo que soy.

Cassie hace una pequeña pausa en su historia y se lleva una golosina a la boca y la mastica. Le he ofrecido una pequeña bolsa de chuches, de lo poco que he encontrado en la reserva del propio Nikolas. La niña tenía hambre, llevaba todo el día sin comer, y sé lo que es eso: ella misma me ofreció unos donuts cuando yo estaba huyendo aquel día. Tras tragar, me contempla.

— Me alegro mucho de que Nevi te encontrara. Es buen tipo. Aunque no se aprende mi nombre — añade con cierta molestia.

— A mí me llama Spike — le confieso.

— Lo sé. Y a Abel, Copo de Nieve — añade, mirando de refilón al pequeño albino, que duerme sobre otro colchón al otro lado de la hoguera, envuelto en mantas. — Al principio pensaba que se trataba de un conejo — murmura, con cierta pena.

Me como una chuche.

— ¿Te da pena que sea un niño y no un conejo? — le pregunto, curioso.

— No, claro que no — se apresura a responder ella. — Es solo que me sorprendió... Nunca había visto a un niño como él. O como Micah.

— Son albinos — le informo.

— ¿Albinos? — repite ella.

— Sí. Su cuerpo carece de pigmentación, que es lo que le da color a las cosas, por eso su piel y su pelo son blancos.

— ¿Y por qué sus ojos son rojos? — pregunta Cassie, llevándose otra golosina a la boca.

Me encojo de hombros.

— La verdad, eso no lo sé. ¿Por qué no se lo preguntas a ellos?

Cassie mastica lentamente al tiempo que mira a Abel.

— No me habla.

— Es un niño asustadizo — comento. — Desde que llegué, no lo he visto separarse de su hermano.

— Pobrecito... — murmura Cassie.

Seguimos comiendo en silencio, aunque no pasa mucho tiempo antes de que otra persona entre en la estancia.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now