43. La solución más simple I - Byron

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Byron – Philadelphia

Fábrica, Nov. 11:30am


Les doy a los chicos un sandwich, una barrita de granola y un plátano a cada uno, sintiéndome como un monitor de campamento de verano. El pequeño de los albinos me mira con cierto temor, y ante su vacile de tomar la comida, el mayor alarga el brazo y lo hace por él. Me observa con algo de turbación.

— Gracias por pagar las medicinas de Abel – me dice, con auténtico agradecimiento en la voz.

— De nada – respondo.

Luego contemplo al muchachito, que al toparse con mi mirada, la hurta volviendo el rostro contra el pecho de su hermano, quien le acaricia cariñosamente el pelo. Al verme incapaz de hablar con él, se lo digo a su hermano.

— Asegúrate de que se las toma todas. — Y después, me giro hacia Cassie. — Y tú, también.

Cassie, que ya ha abierto su sandwich y se ha comida la mitad, me mira con los carrillos abultados.

— ¿Fyo? — pregunta, con la boca demasiado llena para su tamaño.

— Últimamente estáis muy juntos – le comento.

— Fomof amigof – responde ella, tratando de masticar.

Veo como Abel gira la cabeza lo justo para mirar a Cassie tras haber dicho aquello en el preciso momento que ella traga. Micah toma uno de los sandwiches, abre la cubierta de plástico, saca una de las mitades y se la tiende a Abel.

— Toma, Abel, come – le dice.

El pequeño obedece, toma el sandwich con sus pequeñas manos blancas y da un mordisco. Tras tragar, da otro mordisco, pero luego contempla a su hermano mayor para asegurarse de que este también está comiendo el suyo.

— ¿Fú no comef, Bygron? — pregunta Cassie, de nuevo con la boca llena.

Ya se ha terminado su primera mitad del sandwich.

— Despacio, gorda – le digo.

Ella me saca la lengua y le da un mordisco a su segunda mitad. Con calma, tomo el que es mi sandwich, lo abro y yo también como. Echo una mirada alrededor, pero no hay señal de Chris. Miro mi teléfono móvil, pero tampoco tengo ninguna llamada suya ni ningún mensaje. Espero que no haya tenido ningún problema.

— ¿Este es el de Caleb? — pregunta Cassie, con su mitad empezada en una mano y sacando otro sandwich sin abrir de la bolsa.

— Sí. Ven aquí – le conmino.

No quiero que rebusque por la bolsa y vea el ejemplar del Inquirer con la noticia del robo en primera plana. La niña rezonga, pero deja el sandwich en su sitio y hace amago de obedecer. Keeper sigue comiendo su pienso a unos pocos metros de nosotros. El silencio nos envuelve unos segundos mientras comemos, hasta que al final me veo obligado a hablar.

— Micah – lo llamo.

El joven me contempla, sorprendido de que inicie conversación con él.

— ¿Cómo habéis acabado aquí?

Puedo llegar a comprender mínimamente que Cassie, que es huérfana y era una marginada en el orfanato, quisiera dejar atrás ese sitio para irse con la única persona que la creyó y la trató con simpatía. Pero dos hermanos viviendo en la calle... Micah traga antes de responder.

— Nosotros... vivíamos en una comunidad muy supersticiosa y no confiaban en gente de nuestra... condición – dice finalmente, refiriéndose a su albinismo. — Tuvimos muchos problemas y... al final tuvimos que huir – relata con cierto punto melancólico.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz