2. El orfanato - Byron

1.5K 194 152
                                    


Byron - Doylestown (Pennsylvania)

Carretera a las afueras, Nov, 19:44pm


—¡Mierda!

Cierro el capó del coche de un golpe seco y quizá demasiado fuerte, pero ya da igual. No va a estropear el motor más de lo que ya está. Me llevo un puño a la boca y camino un par de metros tratando de calmarme mientras Keeper me contempla sentado en el suelo con la cabeza ladeada y moviendo el rabo tranquilamente. Regreso sobre mis pasos y me contengo las ganas de patear la rueda del coche. Cualquiera de las cuatro, me da igual. Menuda tartana. Después de trescientas millas, tenía que estropearse justo ahora, a apenas sesenta de Philadelphia.

Un ladrido de Keeper me hace detenerme y le miro. Parece que mi caminata le ha puesto nervioso. O le molesta. O, sencillamente, le aburre.

—¿Qué? - le pregunto

Él abre la boca y saca la lengua, poniendo cara de tonto.

-—Te da igual, ¿verdad? Claro, como tú no conduces.

Keeper es la única compañía que he tenido en meses, y el único amigo que me he permitido tener en años. Y aunque sé que no puede responderme con palabras, sí que puede hacerlo a su manera. Se pone de pie y avanza a trote rápido por la carretera, pasando junto al viejo Ford Mondeo de 1996 cuyo motor ha decidido dejar de funcionar hace un cuarto de hora. Podría llamar a una grúa y pedir que lo remolcaran hasta el pueblo más cercano, pero no tengo seguro y me costaría una pasta. Aparte de que el coche no es mío. Keeper tiene razón. Es mejor robar otro.

Abro la puerta del asiento trasero, cojo la bolsa de deporte, me la cuelgo al hombro y emprendo el camino detrás de Keeper. No tardamos mucho en toparnos con un indicador  fluorescente a un lado de la carretera que reza: "Doylestown, 9 millas".

***

No se me hace raro que ningún vehículo haya parado al ver mi pulgar levantado junto a la carretera. En primer lugar, porque por aquí apenas pasaban dos coches cada hora. En segundo lugar, porque llevarme a mí significa llevar a un pastor alemán de casi treinta kilos. Y, por último, porque mi apariencia parece la de un vagabundo en su primer día: barba de una semana, ropa sucia y las botas llenas de barro.

Llevo caminando por este camino casi dos horas, alumbrándome con una pequeña linterna. Las farolas son tanto o menos frecuentes que los coches y la oscuridad lo envuelve todo. Keeper avanza a un par de metros de mí, atento a cualquier movimiento. De vez en cuando se queda quieto, escuchando, quizá algún mapache o alguna zarigüeya. No estaría de más que cazara alguna, así tendríamos algo para cenar porque en esta carretera no parece que haya vida humana. Ni siquiera una maldita gasolinera.

Finalmente, distingo un pequeño sendero que se desvía de la carretera, flanqueado de árboles, y una luz al final de este. Me detengo. No parece que sea el camino a una estación de servicio, pero tal vez sea un motel. Keeper nota que me he parado y se da la vuelta.

— ¿Qué dices, amigo? ¿Lo intentamos?

Él bufa poco convencido y avanza un par de pasos más por la carretera.

— Eh, de eso nada. Yo soy el humano, yo mando. Vamos.

Y empiezo a andar por el camino. Keeper ladra un par de veces, y yo le apremio para que me siga, cosa que finalmente hace. Es un poco cabezota, pero obediente. Fiel. Más que muchas personas.

Al cabo de diez minutos, llegamos frente a un gran edificio de piedra de varios pisos. Tiene aleros de madera, un gran porche y escaleras con barandillas de forja que llevan a una gran puerta de roble que tiene pinta de pesar bastante más que mi último coche.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin