7. Micah y Caleb I - Micah

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Micah - Philladelphia

Fábrica abandonada, 14:00pm


El día transcurre tan lentamente que empiezo a sentirme increíblemente ansioso. Llevamos aquí un par de días y nos limitamos a pasearnos por la fábrica todo el día intentando no meternos en el camino de ese hombre extraño. Parece que se ocupa todo el día en dar vueltas por el edificio buscando piezas y arrancando partes de las enormes maquinarias y mecanismos que abundan en la fábrica en estado de completo abandono, los cuales usa más tarde en sus experimentos. Varias veces al día se pueden escuchar el sonido de algo cortando metal, martillazos, taladros, soldadoras y todo acompañado de sus maldiciones, sus risas y sus monólogos para sí mismo. Aunque parece no estar del todo bien de la cabeza, es impresionante el tipo de cosas que construye sólo con chatarra. Desde útiles herramientas y complejos artefactos, hasta mortíferas armas.

En silencio, le observo trabajar. Su estado es deplorable. Es tan delgado que se le marcan los pómulos por debajo de la pálida piel y sus ojos tienen la huella de un número demasiado alto de insomnio para los que una persona normal debería poder soportar. En su posición, soy capaz de ver la cicatriz que cubre su ojo izquierdo y hago una mueca. Luce como una quemadura muy dolorosa; y parece obra de un milagro el que conserve ese ojo:

—Dicen que a las chicas les gustan las cicatrices —dice de pronto, haciéndome dar un brinco cuando voltea a verme con esos profundos ojos oscuros.

—Lo siento... —me disculpo, apenado de haber sido sorprendido actuando de forma tan indiscreta. Parecía concentrado; no tenía idea de que se había dado cuenta de que le estaba observando.

—Es curioso, porque hasta la fecha ninguna chica se ha interesado por mí.

Considero sus palabras. Es imposible pasar por alto todas las insinuaciones que hace a Nevi y a cualquier muchacho que se le acerque en general. Al punto en que creí que no estaba interesado en chicas.

—¿Puedo preguntar qué ocurrió?

—"¿Puedes?" Ya lo estás preguntando —dice él, con una ceja en alto—. Un pequeño accidente. La razón de que me echaran de la universidad. Hace muchos años —se ríe, como si fuera la mejor broma del mundo y vuelve a centrar su atención a lo que sea que esté haciendo.

—Lo siento.

—¿Por qué? Tú no ocasionaste la explosión.

—Por preguntar.

Abel comprime entonces mi brazo entre los suyos y jala de él para guiarme lejos, observando recelosamente a Nikolas. Le miro, dejando escapar un suspiro y él me devuelve una mirada suplicante. Abel siempre ha considerado mi atención como algo de su propiedad; algo a lo cual los demás sólo tienen acceso por un tiempo muy limitado antes de que considere necesario recobrarla para sí. Hay veces en que me pregunto si es prudente dejarle continuar actuando de ese modo, o qué tipo de problemas podría traerle en el futuro el no forzarle a ser independiente de mí; pero a la vez, tampoco me veo capaz de apartarle sin sentirme ansioso por recobrarle a mi lado.

Decido que es mejor que nos alejemos. Si la gente normal le despierta a mi hermano una gran ansiedad, más aún se la provoca Nikolas.

Debido a algún experimento con químicos fuertes que está llevando a cabo, el sitio dentro de la fábrica se ha colmado de un denso vapor con un potente olor que no reconozco, pero que me hace arder los ojos y la nariz. Abel tose un par de veces y empiezo a temer que el vapor sea tóxico.

No tenemos otra opción que salir de allí hasta que el olor se esfume y no entiendo cómo Nikolas es capaz de quedarse y soportarlo.

—Afuera aún hay mucha luz —dice Abel, pero no respondo. Basta que camine y caminará conmigo sin rechistar.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now