15. La confesión de Chris II - Byron

282 74 12
                                    


Byron - Philadelphia

Fábrica abandonada - Nov, 21.50pm


Al principio, no sé cómo reaccionar. Su confesión me ha dejado totalmente petrificado. Pero ahora entiendo muchas cosas: sus tatuajes, el hecho de que Cassie sintiera peligro al verle, su actitud cuando hablamos de la desaparición de su padre... Había pensado en muchas cosas, pero nunca me había imaginado algo así: poseído por un demonio. Sacudo la cabeza, tratando de calmarme y pensar claramente.

— ¿Sabes... ? — empiezo. Me cuesta hablar. Esto no es algo que pase todos los días. — ¿Sabes qué clase de demonio es? Su nombre, su procedencia... Cualquier cosa que nos ayude a derrotarlo.

— Se hace llamar Lylith — responde Chris. — No sé si es su auténtico nombre, pero... — se encoge de hombros.

— Lylith... — repito. El nombre no me suena, pero algo es algo. — Bien, podemos tirar por ahí...

Chris no dice nada, solo mantiene la mirada perdida. Conozco esa expresión.

— Hay más, ¿verdad?

Mi amigo me mira.

— Le gustan los niños. Se alimenta de sus... sus almas — aprieta los puños a sus costados. — Hace parecer que mueren de enfermedad, pero los devora lentamente hasta que... — No puede terminar, porque aprieta los dientes y cierra los ojos con fuerza, impotente.

Puedo entender su reacción, el haber intentado salvar a todos esos niños y no haber podido, y comprendo que él y su padre decidieran atraparlo a cualquier coste, incluso sellándolo en su interior. Chris se serena un instante y me contempla.

— Le gusta Cassie.

Clavo mi mirada en él.

— ¡Qué! — espeto.

— Sabe que es especial. Le atrae. Por eso no puedo estar cerca de ella, ¿lo entiendes?

Le miro, tratando de digerir esta nueva información.

— Por eso tengo que marcharme — finaliza.

Respiro profundamente, obligándome a tranquilizarme para pensar fríamente. De modo que ese es el motivo. No quiere hacernos daño. Pero no puedo dejar que se enfrente solo a eso, no puedo dejar a este hombre, que es como mi propio hermano, a merced de esa criatura. No sin su padre. No después de todo este tiempo separados. Tampoco puedo decidir entre él y Cassie, no puedo elegir. No quiero elegir.

— Algo se nos ocurrirá... — digo, aunque no tengo ni idea de qué podemos hacer.

Chris niega con la cabeza, alzando los brazos, impotente.

— Ya te lo he dicho — me recuerda. — Me queda poco tiempo. — Le miro. — Está ahí, — me dice — la siento, latente. Noto cómo va cobrando fuerza. No quiero estar aquí cuando tome el control.

— Aún no sabemos cuándo pasará. Pensaremos en algo — trato de convencerlo. No sueno como yo mismo. Sé que si se hubiera tratado de cualquier otro cazador, probablemente ya le hubiera disparado.

Chris suspira, abatido.

— Ya lo he intentado todo.

— ¡Pues inténtalo de nuevo, hostia! — exclamo, a lo que él levanta la mirada. — Ya lo dijo tu padre: siempre hay una oportunidad, una posibilidad, por pequeña que sea. Tan solo hay que buscarla.

Mis recuerdos vuelan hacia las palabras de John Scott, el padre de Chris, el que actuó como el mío propio cuando me encontraba solo hace tantos años, asustado y huérfano; el hombre que me convirtió en lo que soy ahora, el hombre que me enseñó a cazar.

— El Chris que yo conozco no tiraría la toalla tan fácilmente — profiero, con toda la intención.

Chris vuelve a negar con la cabeza.

— Byron... — empieza, pero lo corto enseguida.

— A Caleb lo mordió un licántropo — le recuerdo, señalando hacia la sala en la que hace poco estaba con él. — Y ahí dentro hay un lunático investigando una forma de controlar su poder. ¡Si existe la forma de controlar a un hombre lobo, existe la forma de controlar a ese hijo de puta que tienes ahí dentro!

Chris no dice nada durante un instante, sobrecogido por mis palabras.

— No pienso darme por vencido — le aseguro. — Ya perdí a mi familia una vez. No la perderé de nuevo.

Chris me contempla, sin saber cómo reaccionar. Lenta, muy lentamente, veo como sus comisuras se curvan hacia arriba en una triste pero agradecida sonrisa.

— Parece ser que te ha contagiado la esperanza.

Enseguida sé a quién se refiere.

— Pues a ver si yo te la contagio a ti — espeto.

Su sonrisa se ensancha por un momento, pero luego su rostro se vuelve serio.

— Prométeme una cosa — me dice, y yo le contemplo. — Prométeme que si en algún momento ves que no soy yo mismo, que soy un peligro, que voy a haceros daño... Prométeme que si pierdo el control, ¡prométemelo Byron! — me mira directamente a los ojos —, que me matarás.

Abro los ojos un instante, apenas un ápice, ante su petición, pero mi semblante se mantiene serio, porque entiendo perfectamente su ruego.

— Prométemelo — me exige él, elevando el tono.

Asiento con la cabeza, apretando los labios. A pesar de que no estoy feliz con su ruego, sé que necesita que se lo confirme.

— Te lo prometo.

Chris vuelve a asentir, conforme. Luego, resopla. Parece que está algo más tranquilo.

— Debemos decírselo a Nevent — dice.

— Sí — coincido —, pero creo que será mejor esperar a mañana.

Chris lo sopesa, luego asiente.

— Creo que tienes razón.

— Ven — le digo, echando a andar hacia la sala donde estaban los colchones. — Vamos a dormir un poco.

Pero Chris se mantiene en el sitio.

— Prefiero dormir en el coche — me dice. — Por si acaso... — añade.

— Está bien — acepto. Lo comprendo. No quiere arriesgarse. — Hasta mañana.

— Hasta mañana — se despide.

Me doy la vuelta y empiezo a caminar, pero él me llama.

— Byron.

Me giro.

— Gracias..., hermano

Sonrío levemente.

— Descansa, hermano — le digo únicamente.

Chris asiente, se da la vuelta y se marcha hacia la salida de la fábrica, hacia el coche. Le miro alejarse durante un par de segundos, antes de darme la vuelta yo también y volver con Cassie.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now